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sábado, 24 de enero de 2015

INTERNACIONALES

El Supremo de EE UU dictaminará sobre la legalidad de la inyección letal

El Tribunal Supremo de Estados Unidos aceptó hoy viernes dictaminar sobre el método de ejecución por inyección letal que se utiliza en Oklahoma en un caso que podría tener implicaciones paracientos de condenados en los corredores de la muerte de EEUU. El caso ha sido presentado por tres presos que se encuentran en el corredor de la muerte de ese Estado y que consideran que el ingrediente del cóctel mortal responsable de producir la sedación no lo hace, por lo que se produce una muerte larga y dolorosa que viola la Octava Enmienda de la Constitución, aquella que prohíbe infligir castigos "crueles e inusuales".
Existía un cuarto preso en la demanda de Oklahoma, Charles Warner, pero este moría el pasado día 15 después de que cinco jueces del total de nueve que componen la máxima corte rechazaran frenar su ejecución. Hasta el momento no ha quedado claro si el Supremo permitirá que se lleven a cabo nuevas ejecuciones en Oklahoma mientras los magistrados deciden sobre el caso, lo que se producirá en abril y tendrá su comunicación oficial en junio, al concluir el periodo de sesiones de la Corte. Los abogados de los tres presos que han planteado el caso han declarado que presentarán mociones para paralizar la ejecución de las condenas.

“Lo sucedido es muy importante”, ha declarado Richard Dieter, director del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, siglas en inglés). “Se están centrando en lo que sucede en Oklahoma pero sin duda sentará las reglas para todos los demás estados. Va a marcar lo que se puede hacer y lo que no”.Desde el año 2008, el Supremo no había aceptado un caso relacionado con la pena de muerte. Fue entonces cuando la máxima instancia judicial del país dictaminó en contra de un caso de Kentucky que alegaba que la inyección letal causaba “dolor innecesario”. Baze y Bowling contra Rees tuvo entonces implicaciones nacionales ya que el cóctel mortal que se usaba en Kentucky era prácticamente el mismo que se utilizaba en el resto de estados con pena de muerte vigente. De haberse fallado a favor de Baze y Bowling se hubiera producido una moratoria de facto en el resto de Estados Unidos.
Lo que sucede en Oklahoma es que el año pasado tuvieron lugar una serie de ejecuciones en las que la aplicación de la pena de muerte fue más prolongada y agónica de lo esperado debido al secretismo que existe sobre el producto utilizado para sedar al preso. Hace ya varios años que los correccionales se quedaron sin abastecimiento de pentotal sódico, la primera droga del cóctel mortal que se le inyecta a los reos y que actúa como anestésico. A continuación se les suministra por vía intravenosa bromuro de vecuronio, que produce parálisis y bloquea la respiración. La tercera droga es el cloruro potásico, que para el corazón. Entre las razones por las que el pentobarbital o pentotal sódico desapareció de las prsiones fue  porque las compañías europeas que lo fabrican se han ido negando –por voluntad propia, presión social o en última instancia leyes- a continuar proporcionando dosis de ese medicamento a las cárceles de EEUU.
Midazolam es el fármaco origen de la polémica y responsable en las dolorosas y prolongada agonías de otros dos presos el año pasado, una en Ohio y otra en Arizona. El medicamento ha sido utilizado también el Florida. Aplicada como la primera de las tres drogas que deben de acabar con la vida del condenado, el midazolam es un sedante, supuestamente la benzodiacepina de efecto más rápido del mercado, y que ha venido a sustituir a la anestesia con pentotal sódico. Si la primera inyección no causa su efecto, el reo sufrirá un dolor atroz, que podría pasar desapercibido ya que no puede moverse porque está paralizado y le resulta imposible hablar.El caso de Clyton Lockett tuvo resonancia internacional después de que en abril del año pasado este tardara más de 40 minutos en morir mientras él mismo aseguraba que algo no iba bien y el director de prisiones preguntara por teléfono al alcaide de la cárcel si se le había proporcionado "la cantidad de fármaco necesaria para morir". La desastrosa ejecución provocó que se paralizaran el resto de condenas previstas en el Estado. Hasta la semana pasada, que volvieron a retomarse y Charles Warner fue ejecutado. Su muerte duró 18 minutos, durante los cuales el condenado, de 47 años, equiparó lo que se le estaba inyectando con la sensación de que se le estuviera suministrando ácido.
Según el DPIC, el número de ejecuciones en EEUU tuvo su cota más alta en 1999, con un total de 98. Desde entonces han caido hasta un 35%. En lo que va de año han sido ejecutados cuatro hombres. La pena de muerte sigue siendo legal en 32 Estados de la Unión aunque prácticamente todas las ejecuciones se practican en solo media docena de ellos: Texas; Florida; Oklahoma; Misuri; Arizona; y Ohio. EL PAIS