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sábado, 24 de enero de 2015

Hololens, la gran sorpresa de Microsoft

En cada presentación del fundador de Apple, Steve Jobs, se esperaba el mítico momento “one more thing”, su frase mágica para sacarse un nuevo producto de la chistera. Cuando su eterno rival desveló unas inesperadas gafas consiguió un efecto similar. La sorpresa cautivó a un auditorio que no esperaba nada similar. Quizá un wearable, aunque ya tenían una pulsera deportiva, pero no algo verdaderamente rompedor. Hololens son unas gafas, sí, pero muy distintas de las de Google, de realidad aumentada, o las Oculus Rift compradas por Facebook de realidad virtual. Mientras que las primeras muestran una capa de contenido digital sobre la realidad, y las segundas recrean escenario inmersivos sin ver lo que nos rodea en el mundo real, las de Microsoft son un híbrido entre ambas.
La versión que Microsoft dejó probar, sin posibilidad de llevar el móvil a la sala, hacer fotos y mucho menos vídeos, difiere de la mostrada en la presentación. “Por pocas semanas no hemos llegado”, se justificaban. La toma de contacto se hizo en una pequeña sala que ambientaba el salón de cualquier hogar. En la pared, unos cables. En la mesa, un destornillador, cables, interruptor y un sensor de corriente eléctrica. Tras ponerse el artilugio en la cabeza, cuyo prototipo es casi un casco y debe tomarse por dos varillas marcadas para no desmontarlo, es necesario colgarse una petaca del cuello. Se trata del procesador gráfico, que en el prototipo no se ha minimizado hasta poder dejarlo dentro del dispositivo. Antes de comenzar la prueba, unas últimas instrucciones: se apunta con la mirada y con la mano derecha, semiextendida, dedo índice hacia arriba se fija el puntero, si se baja el dedo, como si se pulsase un spray, se consigue un efecto similar al de hacer clic con el ratón. Los primeros minutos se siente cierto mareo, después parece natural esa realidad sobreimpresa.
De repente, en pantalla, o en la realidad, es difícil discernir, aparece una persona en una llamada de Skype. Ejerce como técnico que se presta a ayudar a montar el interruptor que encienda la lámpara. Si se mueve la cabeza, el técnico no deja campo de visión. Primer consejo, anclar la llamada. Un botón con forma de chincheta junto a la llamada sirve para dejar en un punto fijo las aplicaciones. Indica qué herramientas tomar y cómo hacerlo para evitar un disgusto. Dibuja trazos, que se ven como hologramas en relieve, para unir bien los cables. Cinco minutos después, ¡funciona!
Una ventaja añadida, las llamadas, se pueden grabar. Saber que el interlocutor ve lo mismo que el usuario de las gafas, y que se puede consultar a posteriori, representa un gran potencial a explotar en el campo médico y educativo. ¿Cómo sería operar con un experto dando indicaciones? ¿Cómo visitar una ciudad con un amigo que ha vivido allí guiando los pasos y disfrutando del paseo?
HoloStudio no pretende ser especialmente lúdico, pero es adictivo. En apariencia es un taller de creación de figuras. En la realidad, un primer paso para popularizar la impresión en tres dimensiones. Quita de enmedio todo el proceso de aprender a modelar en el ordenador, para hacerlo usando las manos, movimientos y gestos, para ver cómo quedará en el mundo real sin necesidad de abstracción. Después, el patrón se puede llevar a la impresora.Siguiente sala, Minecraft. El juego de construcción cobra una nueva dimensión, mucho más rica, cuando se juega en las gafas. Se puede construir una fortaleza sobre el sillón de casa, después, pasear alrededor. El uso es fluido, sin cortes. La sensación, que el juego tiene mucho más sentido así, que desde el principio parecía pensado para disfrutarlo así.
Ni se sabe fecha de salida, “durante el ciclo de vida de Windows 10”, algo que puede hacerles caer en la decepción que trata de superar Google Glass, ni se ha dado una aproximación sobre su precio.