(Canadá, 03 de febrero – EFE).- El ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, John Baird, anunció hoy de forma inesperada su dimisión “para iniciar un nuevo capítulo” en su vida, dejando al primer ministro Stephen Harper sin uno de sus puntales y sin solucionar los principales contenciosos de Canadá con Latinoamérica.
Baird anunció públicamente su decisión leyendo una declaración en la Cámara de los Comunes, en la que también adelantó que renunciará en las próximas semanas a su puesto como diputado antes de que acabe la legislatura y que no se presentará a las elecciones generales de este año.
Las noticias de la dimisión de Baird empezaron a circular en Ottawa el lunes y tomaron por sorpresa a analistas y políticos.
En su discurso en el Parlamento, el dimisionario señaló que este lunes comunicó su decisión a Harper, pero no reveló las razones de su repentina partida del mundo de la política.
Baird sí dedicó gran parte de su discurso a elogiar a Harper, que llevó al poder a los conservadores en 2006, y a sus políticas en los últimos diez años.
El todavía titular de Exteriores (aún no se ha nombrado a su sucesor) calificó a Harper como “uno de los grandes líderes” de la historia de Canadá y dijo que sigue creyendo en él “tras todos estos años”.
Añadió que desde la llegada al poder del Partido Conservador y Harper hace nueve años, Canadá “ha ganado peso” en el mundo.
Al respecto hizo una especial mención al apoyo que él personalmente y el Gobierno han brindado a Israel, “la única democracia en Oriente Medio”.
Al respecto hizo una especial mención al apoyo que él personalmente y el Gobierno han brindado a Israel, “la única democracia en Oriente Medio”.
El ministro de Asuntos Exteriores canadiense también presumió del historial del Gobierno de Harper en Europa Oriental y Asia, pero no hizo ninguna referencia a Latinoamérica, que en el pasado Baird había señalado como una de sus regiones prioritarias.
Aunque el comercio bilateral con Latinoamérica ha aumentado en los últimos años, las relaciones políticas de Canadá con algunos de los principales países de la región se han enfriado.
Baird dejará el Ministerio de Asuntos Exteriores sin solucionar el principal contencioso con México, uno de los principales socios comerciales de Canadá: la exigencia de visado de entrada en el país a los ciudadanos mexicanos impuesta inesperadamente en 2009 por Harper.
Canadá también mantiene relaciones tirantes con el otro motor económico de la región, Brasil, tras las revelaciones en 2013 de que Ottawa espió al Ministerio de Minas y Energía de Brasil.
Baird tampoco ha podido mejorar las relaciones con la región en general por la cerrada oposición de Canadá a que Cuba forme parte de las Cumbres de las Américas, una postura que el Gobierno de EE.UU. también mantenía hasta que dio un giro de 180 grados y el pasado diciembre anunció un cambio de sus relaciones con La Habana.
La inesperada renuncia de Baird añade nuevas dificultades para Harper y el gobernante Partido Conservador en un año electoral, pero permite al todavía ministro de Asuntos Exteriores acogerse a los generosos beneficios del actual sistema de pensiones para diputados, que serán recortados en el momento en que se disuelva el Parlamento.
Baird, de 45 años, empezará a recibir su pensión anual de más de 96.000 dólares canadienses (83.500 dólares estadounidenses) como exdiputado federal a los 55 años de edad.
Si hubiese aguantado hasta el final de la legislatura para renunciar a su escaño, habría tenido que esperar hasta los 65 años.
Además, el canciller, que ha pasado los últimos 20 años de su carrera como político en el Partido Conservador, recibirá otra pensión pública por haber sido diputado en el Parlamento de la provincia de Ontario.
Paradójicamente, Baird se ha mostrado favorable a retrasar la edad a la que los trabajadores canadienses pueden empezar a recibir pensiones de 65 a 67 años de edad.
El dimisionario, que en el Parlamento se ha destacado como uno de los más agresivos diputados conservadores, era uno de los pocos ministros en los que Harper tenía absoluta confianza para solventar problemas.
Su anuncio de que no se presentará en las próximas elecciones abre la posibilidad de que su escaño por una circunscripción de Ottawa, que hasta ahora se daba por seguro sería para el Partido Conservador, sea ganado por los partidos de la oposición.