(Ciudad del Vaticano, 04 de abril. AFP).- El papa Francisco celebró la Pascua criticando el “silencio cómplice” y la “indiferencia” ante la “furia yihadista” contra los cristianos, dos días después de la matanza en Kenia.
Francisco, que conmemoró el viernes la “pasión de Cristo” y su crucifixión en Jerusalén, presidirá el sábado por la noche la Vigilia pascual que celebra, según la tradición cristiana, la resurrección de Jesús.
Bajo el impacto de la tragedía de Kenia, la denuncia de la violencia yihadista desbanca a los demás temas, como la paz o la justicia, temas habituales cada año en Pascua.
Jorge Bergoglio condenó el viernes por la mañana la “insensata brutalidad” de la matanza de los yihadistas Shebab contra los estudiantes de Garissa, en el este de Kenia, que dejó 148 muertos. “Todos los responsables deben intensificar sus esfuerzos para acabar con semejante violencia” pidió el jefe de los 1.200 millones de católicos.
Antes de ejecutar fríamente a sus víctimas, los Shebab separaron a los musulmanes de los no musulmanes en función de sus atuendos, y guardaron como rehenes a los segundos “No tememos a la muerte, serán buenas vacaciones de Pascua para nosotros”, ironizaron los asaltantes en swahili, según el testimonio de un sobreviviente.
En el Vaticano hay conmoción por la multiplicación de persecuciones contra cristianos de Irak a Kenia, pasando por Libia, Pakistán o Nigeria y se teme que no sean denunciadas, incluso por las propias autoridades occidentales y musulmanas.
“Hoy vemos a nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por su fe en Tí, ante nuestros ojos o a menudo con nuestro silencio cómplice”, acusó con tono sombrío el Papa, al final del Camino de la Cruz, el viernes por la noche, al dirigirse a Cristo.
“Señor, apoya interiormente a los perseguidos. Que el derecho fundamental a la libertad religiosa se expanda” pidió el pontífice.
Previamente, en una solemne celebración en la basílica de San Pedro, había sido denunciada “la furia yihadista”.
El predicador de la Casa pontificia, el franciscano italiano Raniero Cantalamessa, había recordado a los 21 coptos egipcios muertos asesinados en febrero por un grupo yihadista en Libia, mientras “murmuraban el nombre de Jesús”.
“Víctimas designadas”
“Los cristianos no son desde luego las únicas víctimas, pero no se puede ignorar que son las víctimas designadas y más frecuentes en numerosos países“, había añadido el predicador.
Ante esta situación “no se puede permanecer indiferente”, agregó, en unas palabras que parecen dirigidas a los musulmanes.
El Vaticano en particular, en palabras del enérgico ministro del diálogo interreligioso, el cardenal francés Jean-Louis Tauran, aboga de forma incesante por que sus interlocutores musulmanes, como la universidad sunita Al Azhar de El Cairo, tomen posición distanciándose de los islamistas y de cualquier persecución anticristiana.
La inesperada toma de la ciudad iraquí de Mosul, el pasado verano boreal, por el grupo Estado Islámico (EI), fue un momento crucial y condujo a la Santa Sede a ser más incisiva ante las ambigüedades de algunas autoridades musulmanas.
Según un editorial del diario La Stampa, “el islam debe prohibir el acceso a las mezquitas a quienes predican el terrorismo. Muy a menudo detrás las condenas del terrorismo por el mundo musulmán resuena el eco de una comprensión. El islam debe salir de la ambigüedad”.