(. AFP).- El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, un actor clave en la tormenta política que sacude al mayor país de América Latina, dijo este sábado que espera que el Tribunal Supremo autorice su ingreso en el gobierno el jueves.
La actual presidenta, Dilma Rousseff, designó a Lula como jefe de gabinete en un intento por fortalecer su campaña en contra del impeachment (juicio político) en el Congreso.
Sin embargo, el nombramiento fue temporalmente bloqueado en el Supremo Tribunal Federal (STF) después de que la oposición denunciara que Lula intentaba con esa iniciativa obtener inmunidad como ministro para evitar ser detenido en el marco de una investigación federal por corrupción vinculada al caso Petrobras.
El TSF deberá pronunciar a la brevedad un fallo definitivo.
“El jueves asumiré mi cargo como jefe de gabinete si el Supremo Tribunal Federal lo aprueba, de modo que pueda ayudar a la presidenta Dilma“, dijo Lula en un mitin en la ciudad de Fortaleza (noreste).
“Tenemos que garantizar la gobernabilidad a Dilma”, dijo durante un discurso, citado por el sitio de su Partido de los Trabajadores (PT).
La lucha de Lula por ingresar al gobierno es uno de los muchos ingredientes de la crisis política que paraliza a Brasil, sumergido en su mayor recesión económica de las últimas décadas.
El fallo del TSF tendrá lugar cuando la controversia por el impeachment está en su apogeo.
Rousseff, acusada de maquillar las cuentas públicas, expondrá el lunes su defensa ante la comisión de impeachment del Congreso. La comisión deliberará luego y presentará sus recomendaciones alrededor del 11 de abril.
El plenario de la Cámara de Diputados votará días después si envía o no el pedido de juicio político al Senado para que esa cámara pronuncie el fallo definitivo.
Rousseff intenta desesperadamente hallar apoyos legislativos suficientes para impedir que los partidarios del impeachment obtengan los dos tercios de los votos que se requieren en la cámara baja para iniciar el juicio.
Pero la mandataria lo tiene cada vez más difícil, sobre todo después de que la semana pasada su principal aliado, el centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), decidiera abandonar la coalición con el PT y pasarse a la oposición.