El primer directivo blindado de la historia fue Charles Tillinghast. Corría 1961 y los acreedores de la Trans World Airlines (TWA) litigaban con Howard Hughes para apartarle de los mandos de la compañía.
Los bancos ficharon a Tillinghast como nuevo consejero delegado, pero como la pugna por el control aún no estaba resulta tuvieron que incluir en su contrato una clausula que incluía una indemnización en caso de despido. A partir de ese momento, los paracaídas dorados, como se conocen en la jerga financiera, se fueron popularizando, sobre todo a partir de los años ochenta del pasado siglo al calor de las opas hostiles. Cuanto estalló la crisis financiera, las indemnizaciones millonarias que cobraron algunos ejecutivos tras dejar sus empresas al borde de la quiebra abrieron el debate en torno a estos finiquitos.
En España el Gobierno del PP amagó con meter en cintura los retiros dorados. Todo quedó en algunos retoques fiscales, y de ahí que el colectivo de ejecutivos acorazados siga siendo numeroso. Las compañías del Ibex tenían a 31 de diciembre pasado 841 profesionales blindados, un 9,8% menos que en un año antes, según los datos recopilados por EL PAÍS a partir de los informes de gobierno corporativo remitidos por las propias compañías a la CNMV.
La compañía del Ibex que más personas tiene blindadas es Repsol con un total de 289 trabajadores repartidos de la siguiente forma: dos consejeros ejecutivos (Josu Jon Imaz y Luis Suárez de Lezo), seis directores generales y 281 directivos. La segunda empresa con más paracaídas dorados es Grifols. El grupo catalán cuenta con 78 empleados con este tipo de cláusulas en sus contratos “con indemnizaciones que van desde los dos a los cinco años de salarios”. BBVA es una de las empresas que más ha reducido el número de blindajes en los últimos tres años (ver cuadro), pero todavía ocupa el tercer lugar en esta clasificación con 64 beneficiarios: un consejero ejecutivo (José Manuel González-Páramo tiene derecho a dos anualidades), 17 altos directivos y 46 técnicos y especialistas. Otra entidad financiera, Caixabank, ocupa el cuarto lugar con 54 blindajes (dos consejeros, 10 altos directivos, 13 directivos y 29 mandos intermedios). En el caso de la alta dirección de Caixabank, las indemnizaciones pueden llegar a siete anualidades.
En un mercado donde la última reforma laboral permite el despido con un finiquito de 20 días y 12 mensualidades, los contratos de los directivos asegura un colchón mucho mayor. La explicación que suelen dar los expertos en remuneraciones a los contratos acorazados de los altos ejecutivos tiene su origen en elEstatuto de los Trabajadores, que considera que la relación laboral entre un directivo y su empresa tiene “carácter especial” y por eso sus características se desarrollan en un real decreto del año 1985. En este texto legal se establece que, si no hay un pacto previo entre la compañía y el directivo, este podrá ser despedido con una indemnización equivalente a siete días de salario en metálico por año de servicio con un límite de seis mensualidades. Además, se fija que el empresario puede exigir al directivo que durante un determinado periodo de tiempo no fiche por otra compañía que sea competencia directa.
Tras el estallido de la crisis financiera, la Comisión Europea hizo pública una recomendación en abril de 2009 sobre los sistemas de remuneración de los consejeros. La Comisión consideraba necesario garantizar que los pagos por rescisión “no representen una recompensa del fracaso” y sugería que su cuantía no debería superar la cantidad equivalente a dos anualidades de sueldo fijo. Con este mismo espíritu la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) introdujo en el nuevo Código de Buen Gobierno de 2015 una recomendación para limitar los blindajes y, además, dar armas a la compañía para corregir posibles abusos: “Que los pagos por resolución de contrato no superen un importe establecido equivalente a dos años de la retribución total anual y que no se abonen hasta que la compañía haya podido comprobar que el consejero ha cumplido con los criterios de rendimiento previamente establecidos”.
Hay empresas que han adaptado sus sistemas de retribución a la sugerencia de Bruselas y de la CNMV —aunque ninguna con carácter retroactivo, ya que solo afecta a los nuevos contratos— mientras que otros grupos han hecho directamente oídos sordos: sus principales ejecutivos gozan de blindajes que superan las dos anualidades.
Otro de los ejecutivos con un blindaje millonario es Rafael Villaseca. El consejero delegado de Gas Natural tiene derecho a recibir en caso de despido tres anualidades más otra anualidad por un pacto de no competencia. Con la remuneración de 2015, Villaseca obtendría 13,72 millones. También rebasan el límite de dos anualidades los contratos de Florentino Pérez —al presidente de ACS le corresponden dos anualidades— y Francisco Reynes (Abertis) que tiene derecho al salario de los tres últimos años.
Entre los pesos pesados del mercado, Telefónica limitó en 2006 a dos anualidades el blindaje de sus consejeros ejecutivos y directivos, salvo aquellos contratos firmados con anterioridad a esa fecha, que tienen un tope de cuatro anualidades. En el Santander el único consejero con derecho a blindaje es Rodrigo Echenique (dos años) si es despedido antes de 2018. Por su parte, el contrato de Pablo Isla (Inditex) se fija en dos anualidades.EPUno de las cláusulas más altas es la que goza el presidente de Iberdrola. En 2011 la eléctrica aprobó un límite de la cuantía de la indemnización a dos años de sueldo. Sin embargo, esta norma tiene su excepción en José Ignacio Sánchez Galán.
El principal ejecutivo de la empresa tiene derecho a cobrar tres anualidades más otras dos por no trabajar en la competencia. En total, según la retribución de 2015, recibiría 47,5 millones. “La eventual reducción del número de anualidades de indemnización supondría un elevado coste, por lo que el consejo considera lo más conveniente no modificar el actual statu quo”, argumente Iberdrola en su informe de retribuciones. EP