Desde horas del mediodía de este viernes, comenzaron a llegar al refugio habilitado por el Gobierno Nacional en el Comersso de La Candelaria (antiguo Sambil) grupos de familias damnificadas como consecuencia de las lluvias de los últimos días.
En autobuses provenientes de diferentes localidades de la ciudad capital comenzaron a llegar las familias que, con pocos efectos personales y una gran esperanza, habitarán en estos espacios de manera temporal, mientras el Ejecutivo culmina las labores para reubicarlos en viviendas dignas.
En horas de la noche de este viernes, mientras los adultos hacían la cola para ser censados en el albergue los más pequeños, ajenos a la difícil situación, se divertían jugando fútbol con una improvisada pelota.
En tanto, efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se encargaban del resguardo de estas instalaciones, inicialmente concebidas para ser un centro comercial, que hoy sirve de refugio solidario a venezolanas y venezolanos que perdieron sus hogares o debieron abandonarlos, por estar ubicados en áreas de alto riesgo.
A pesar de algunas quejas por el retardo para ingresar al refugio, la mayoría de las personas agradecían la atención brindada y los esfuerzos realizados por todos los organismos del Estado para procurarles un lugar seguro donde permanecer mientras se le otorga una solución habitacional.
Este jueves, el Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, indicó que al menos 3 mil personas serán reubicadas temporalmente en estos espacios.
Las familias serán instaladas en los dos últimos niveles -de los seis que conforman el área del estacionamiento- debido a que son éstos los que cuentan con las condiciones necesarias para ser un refugio digno, tanto de infraestructura como de ventilación.
"Hay que apurar eso, toda la gente afectada de la carretera vieja Caracas - La Guaira que sea ubicada allá. Después de que ellos salgan haremos el Plan Comercio Socialista que quiero se lleve a cabo", agregó Chávez durante un recorrido por el Complejo Urbanístico Ciudad Caribia, en la autopista Caracas-La Guaira.
En esa oportunidad, el Mandatario indicó que, una vez superados los requerimientos de viviendas para las personas que quedaron damnificadas por las intensas precipitaciones caídas en el país durante los últimos días, podrían ser estos mismos venezolanos los que trabajen en algunas de las tiendas que se instalarán en el complejo expropiado recientemente por el Estado venezolano.
El decreto número 7.784, publicado en la Gaceta Oficial número 39.543 de fecha 2 de noviembre de 2010, especifica que este complejo fue edificado sobre una superficie aproximada de 21.064 metros cuadrados, de los que 61.237 metros cuadrados son de locales comerciales y 56.647 metros cuadrados destinados para puestos de estacionamiento.
De acuerdo con el decreto, en estos espacios se ejecutará la obra Desarrollo de la Corporación de Mercados Socialistas y Espacios para el Fomento de la Cultura Revolucionaria, a cargo de la Corporación de Comercio y Suministro Socialista (Comersso).
Militares y refugiados trabajan unidos para organizar la convivencia en Fuerte Tiuna
Al menos cinco refugios han sido habilitados en el Fuerte Tiuna de Caracas. Más de 2 mil personas fueron trasladas allí, desde diversos sectores de la capital afectados por las lluvias de la última semana.
Los espacios acondicionados en los batallones Caracas, Oleary, Rivas, Simón Bolívar o en la Escuela de Técnica de Comunicaciones del Ejército denotan un nivel de organización avanzado, tomando en cuenta que estos refugios tienen poco menos de una semana instalados.
Literas bien alineadas, camas, ropa y enseres ordenados, baños limpios y actividades programadas para combatir el ocio figuran entre los ejemplos de esa organización.
En la Escuela de Comunicaciones 628 personas conviven ahora con el personal militar de la dependencia, compartiendo los espacios físicos y reuniéndose para organizar la cotidianidad. La limpieza, la alimentación, la vida.
Yolimar Torres fue trasladada con sus dos hijas adolescentes a la citada escuela el pasado miércoles. Vivía en Antímano. Al ser consultada sobre el trato recibido, destacó que "los militares han sido amables, hasta con la gente que se altera, porque hay personas que, claro, están desesperadas, pero el Capitán deja que hablen, las escucha callado y luego les explica lo que debemos hacer para superar esto".
Contrario a lo que cualquiera podría esperar: el sentimiento de desamparo, especialmente en las madres solteras, o un testimonio interrumpido por el llanto, no se manifiestan al conversar con quienes habitan estos refugios.
De hecho, Leda Torres, una joven madre con tres hijos, lo expresó literalmente así: "No me siento desamparada, yo creo que tendré mi casa, sé que el país está colapsado por estas lluvias, que muchos necesitamos lo mismo y que a lo mejor tendremos que esperar un poco, pero mira, no me siento desamparada".
Otras madres abordadas aseguraron que el alimento para bebés, sus pañales y los útiles de aseo personal tampoco han sido problema.
Los alimentos son suministrados a los refugiados con la colaboración de diversos organismos, que los llevan preparados y servidos, pero las autoridades militares están planificando lo necesario para cocinar en el lugar, mediante comisiones y turnos.
La atención médica funciona las 24 horas. Dos médicos dan respuesta a casos sencillos, como cuadros virales, y congestiones respiratorias, mientras que los cuadros más delicados son referidos al Centro Diagnóstico Integral de El Valle.
Lo relativo a problemas de documentación, por la pérdida total de las pertenencias y otras causas, es canalizado a través del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), que está habilitando unidades móviles en los refugios.
En síntesis, aunque vivir en un refugio no es lo ideal para ningún ser humano, los venezolanos afectados por esta contingencia de la naturaleza no componen un cuadro desanimado, de rostros vencidos o desmoralizados por los reveses. Más bien, representan una lección de fortaleza y optimismo.
El testimonio de Deivis Blanco, de 20 años de edad, quien vivía en el sector El Fraile de La Sequia, en Antímano, es una muestra de esa fortaleza. Relata que, antes de ser trasladados a Fuerte Tiuna, su familia y él (6 personas en total) estuvieron en un galpón de Pastas Ronco. (AVN)
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