Después de 50 años de paternalismo estatal sin pagar impuestos, los cubanos comienzan a chocar en 2011 con los afilados colmillos del fisco, inicio de un sistema tributario previsto por Raúl Castro que gravará hasta la vagancia.
Aunque la ley tributaria está en vigor desde 1994, algunos de sus gravámenes están “congelados” -como el que concierne al salario- en espera de una mejora de la economía, y en la práctica solo afectó hasta 2010 a poco más de 140.000 trabajadores privados en una población de 11,2 millones.
El Gobierno “tiene previsto aplicar gradualmente”, entre otros, impuestos sobre la vivienda, salarios y servicios públicos, “como gas y alcantarillado”, adelantó la ministra de Finanzas, Lina Pedraza, en diciembre pasado.
Las reformas que impulsa Raúl Castro abren un nuevo escenario, los trabajadores no estatales llegarán a 1,8 millones en cinco años, y se autorizan cooperativas urbanas, así como pequeñas y medianas empresas privadas, todo lo cual debe ser gravado.
Tres propietarios de nuevos restaurantes (paladares) que echaron a andar sus negocios a fines de año, dijeron a la AFP que el tema de los impuestos “lo estudiarían más adelante”, mostrando desaprensión sobre el tema.
Pero Daysi Fernández, quien alquila habitaciones en su casa desde hace algunos años, fue más precavida: “tengo que ver como es la cosa, si no da la cuenta, entrego la licencia”, dijo.
Según la ley, los nuevos trabajadores privados tendrán un riguroso sistema tributario, que incluye impuestos sobre la renta de 25% a 50%, ventas o servicios (10%), contratación de fuerza de trabajo (25%) y una contribución obligatoria al seguro social (25%).
Las proyecciones del Gobierno prevén un sistema tributario progresivo, con fuerte carga en los empleadores de mano obra para evitar el enriquecimiento, que estimule la eficiencia y los ingresos del Estado, para sostener las pesadas cargas de educación y salud gratuitas“Yo iba a contratar a mi hijo como empleado en el taller, pero me es mas negocio que el saque su propia licencia, pagamos menos”, dijo Roberto, un mecánico de automóviles privado, de 48 años, del barrio Lawton en La Habana.
Para el economista Rafael Betancourt “es lamentable que el actual sistema tributario no establezca ‘período de gracia’ ni exenciones para la recuperación del capital invertido”, en una sociedad hasta ahora igualitaria, que no cuenta con dinero acumulado para invertir.
En un artículo publicado en la revista Temas, Betancourt señaló que una alta carga tributaria, la seguridad social y el pago por uso de la mano de obra “dificultará la capitalización indispensable para el crecimiento de los nuevos negocios”.
A pesar de que ya son muchos más los que pagan impuestos, el cubano medio no se asume como contribuyente.
El Gobierno es consciente de que hay que “fomentar la cultura tributaria y la responsabilidad social” de su cumplimiento y por ello la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) comenzó en febrero una campaña bajo el slogan “Nuestro aporte importa”.
Pero Betancourt señala que “también se deben explicitar los derechos y no solo los deberes de los contribuyentes, incluyendo conocer e influir en que se utilizan los tributos que aportan”.
La película tributaria, que no tiene nada de comedia, y si de drama para todos y tragedia para algunos, sólo comienza en Cuba.
Según la ministra Pedraza, urge actualizar la legislación tributaria, y por ejemplo en el sector agrícola “se aplicará un impuesto sobre propiedad o posesión de tierras” y uno adicional a las “tierras ociosas”.
Ni los vagos se salvan de los impuestos, “tenemos que (…) estudiar para hacer propuestas de qué tipo de gravamen especial, no lo tenemos identificados, pudiéramos aplicar a aquellas personas que estando aptas para trabajar no lo hacen y disfrutan de todos los beneficios sociales”, añadió la ministra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario