Sudamérica, el gran beneficiado con las materias primas
Esta semana representantes de las 20 economías más industrializadas del mundo -agrupadas en el G20- se reúnen en Buenos Aires, Argentina, para debatir cómo hacer frente a una cuestión que desvela a más de uno: los desequilibrios que provoca el alza de los precios de las materias primas.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), los precios de alimentos como carne, cereales y azúcar superaron a finales de 2010 los récords alcanzados en 2008.
El banco de inversiones Goldman Sachs pronosticó que en 2011 el valor de las materias primas aumentará un 18%.
La presión inflacionaria preocupa particularmente a los países europeos, que luchan por sobreponerse a una grave crisis económica.
Liderados por Francia –que ostenta la presidencia del G20- estas naciones quieren que los países productores de materias primas regulen sus precios y eliminen sus restricciones.
Por su parte, los exportadores de materias primas aseguran que el incremento de los precios no tiene su origen solamente en las deficiencias en la oferta, generadas por una fuerte demanda de países emergentes como Brasil, Rusia, India y China, los llamados BRIC.
Según ellos, los desequilibrios son provocados por la volatilidad que causa la intervención de bancos de inversión en el mercado de las materias primas.
¿Cómo afecta a la región?Para los países de América del Sur -grandes exportadores de alimentos, hidrocarburos y metales- el alza de los precios de sus bienes ha potenciado el crecimiento económico de la región
Entre 2006 y 2010, los países latinoamericanos crecieron, en conjunto, un 4,7%, comparado con un promedio mundial de 2,3%.
Según el analista económico Nicolás Bridger, de la asesora financiera argentina Prefinex, el alto costo de las materias primas es generalmente positivo para los países productores. No obstante, ha traído algunos problemas.
En algunos lados, como Bolivia, el aumento en los precios de los alimentos y la gasolina ha generado tensión social.
Otras naciones sudamericanas, como Argentina, padecen las consecuencias de una fuerte inflación.
En tanto, los gobiernos que mantienen un tipo de cambio flexible, como el brasileño o el uruguayo, han visto una notoria apreciación de su moneda.
Los más pobres, más golpeadosLa economista Bibiana Lanzilotta, del Centro de Investigaciones Económicas de Uruguay (Cinve), le dijo a BBC Mundo que es difícil determinar cuán beneficioso es para los países exportadores de materias primas el alza de los precios.
La soja, el cultivo estrella de la región, aumentó su valor un 40% en el último año.
Pero otros granos experimentaron aumentos más drásticos: el maíz subió 112% y el trigo 63%.
Según Bridger, el mayor costo de los alimentos ha golpeado más severamente a quienes tienen menos, ya que son los más pobres quienes invierten un mayor porcentaje de sus ingresos en comida.
En ese sentido, el auge de las materias primas podría acrecentar las asimetrías en una región que ya es la más desigual del mundo.
Sin embargo, el experto le dijo a BBC Mundo que los gobiernos pueden paliar ese efecto, destinando los cuantiosos ingresos que generan las exportaciones a programas de ayuda social.
Metales, los más buscadosEn tanto, países como Chile o Bolivia se benefician fuertemente por el incremento en los precios de los metales.
En 2009, Chile -el principal exportador de cobre del mundo- ya había hecho frente a la caída de la economía mundial gracias al fondo anticíclico que creó con la venta de su principal bien, que en años previos había registrado precios récord.
Ahora, el incremento del 28% en los metales -estimado para este año por Goldman Sachs- vuelve a favorecer a ese país.
Por su parte, Bolivia también se beneficia. Si bien, el gas natural (su exportación más conocida) no mostró grandes alzas, la creciente producción de zinc, plomo, plata y oro le ha traído grandes réditos al país.
El economista boliviano Carlos Toranzo le dijo a BBC Mundo que en 2010 las exportaciones de estos metales generaron US$2.600 millones para la nación andina, más que los US$2.400 millones que dejó la venta de gas.
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