Está científicamente comprobado que la inversión en la base de la pirámide poblacional, es decir en infancia y juventud, es la que da más rentabilidad social en el largo plazo. Después de todo, se trata de formar a los futuros ciudadanos que definirán el rumbo económico, político y social del estado.
En este sentido, actualmente existe un reto en países del tercer mundo en cuanto a tratar las condiciones sociales de la infancia, pues todavía conservan índices altos que van en contra de los derechos del niño: mortalidad, maltrato, inseguridad alimentaria, desnutrición, violencia intrafamiliar y abuso sexual.
“Los derechos del niño se encuentran totalmente vulnerados. Las causas que lo explican abarcan desde la pobreza, el analfabetismo, la destrucción del núcleo familiar, un entorno marcado por el conflicto armado; hasta las restricciones al acceso a la información, a servicios de salud con calidad, y de alimentos necesarios para una buena nutrición”, dice Stybaliz Castellanos, profesora del IEEC de Uninorte.
La situación es aún más crítica para los niños y niñas abandonados por sus padres. En Colombia, según estadísticas del ICBF, del total de niños y niñas entregados en adopción entre 1997 y 2005 (17.111), el 74,7% correspondió a menores de 6 años. En términos de nutrición, a nivel nacional el 10% de la población infantil menor de 5 años presenta desnutrición crónica, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, ENDS, 2005.
El país requiere emprender investigaciones que den respuestas sobre cómo mejorar esta situación, y así propiciar el desarrollo integral del niño y la juventud. “Intervenir en esta población puede actuar como un importante factor de influencia para igualar las oportunidades y reducir el dominio intergeracional de la pobreza y la desigualdad”, sostiene José Amar, decano de la División de Humanidades y Ciencias Sociales de Uninorte.
Además, estudios en la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, encontraron que por cada dólar que se le niega en inversión a un niño el estado después tendrá que gastar alrededor de 63 dólares en ese mismo niño cuando sea adulto. Ya no lo va a invertir en nutrición, en salud y en educación, lo va tener que hacer en policías, cárceles, centros de rehabilitación.
“Hoy día los programas más exitosos en superación de la pobreza son aquellos intergeneracionales. No se trata de darle dinero y ayuda al adulto para que salga de la pobreza, la idea es invertir en la infancia, en la familia, y esperar los cambios”, agrega Amar.
Ejemplo de esto, señala Amar, es Chile, donde se dieron cuenta de que habían superado notablemente la pobreza cuando encontraron que la mitad de sus jóvenes, que estudiaban en la universidad, tenían padres que no habían tenido la posibilidad de acceder a la educación superior.
Así que si como país aspiramos a construir una sociedad más justa y equilibrada socialmente, los esfuerzos deberán centrarse en consolidar las bases de cada individuo desde el principio de su vida, es decir, desde la infancia y la juventud, etapa en que se desarrolla el potencial biológico, social y cultural de las personas.
Un niño bien alimentado, nutrido, saludable y bien estimulado en los cinco primeros años, afirma Amar, es una persona altamente productiva. Cuando se mide el ausentismo en el trabajo, se encuentra que aquellos con buena niñez no se enferman tanto cuando adultos.
Consciente de esto, en el mes de febrero, el presidente Juan Manuel Santos anunció una inversión de 5,6 billones de pesos durante los próximos cuatro años para financiar una estrategia de atención integral a la primera infancia. Ese dinero se utilizará para promover nuestro capital humano en el momento más definitivo de sus vidas, según anunció el primer mandatario cuando presentó al país la iniciativa.
En esta misma línea, la Universidad del Norte ha definido la infancia y la juventud como una de sus áreas estratégicas de investigación, con el propósito de orientar las acciones científicas hacia el estudio de tres ejes: desarrollo afectivo, comprensión del mundo social y económico, y riesgo social. Con esto el propósito es impactar las políticas públicas en este campo.
Investigar para aportar
Gracias a un convenio con la Fundación Bernard van Leer, el ICBF y Uninorte, durante 30 años se ha emprendido un proyecto de atención a la infancia de la costa Caribe. En este sentido, más de 300 mil niños de los departamentos de Atlántico, La Guajira, Sucre, Cesar y Magdalena, han resultado beneficiados.
Por medio del proyecto se han realizado más de 100 investigaciones sobre aspectos relacionados con el desarrollo de la niñez. Y prueba de la calidad de estos estudios es que los investigadores involucrados han recibido 11 premios nacionales e internacionales por la producción investigativa.
Asimismo, Uninorte está trabajando en un proyecto interdisciplinar de prevención del riesgo económico, social y en salud, derivado de la problemática de seguridad alimentaria de la primera infancia.
EL HERALDO