La transformación de Kate Winslet es uno de los asuntos que más se comenta en los corrillos de Venecia, esos en los que no solo se habla de cine y proyectos. La actriz, de 35 años, aparece espléndida en cada evento por el que se deja ver. Kate, que siempre se ha declarado enemiga de la belleza artificial, el bótox y la cirugía, luce ahora más bella que nunca. ¿Cuál es su secreto?
Han pasado casi tres lustros desde el rodaje de Titanic, película que la lanzó a la fama y la colocó en las alfombras rojas y las portadas de medio mundo. En aquel momento, sus rotundas curvas y su estilo fueron criticados, pero ella no se achantó. En más de una ocasión ha declarado que le da igual lo que piensen sobre su silueta. "La mayoría de las mujeres pasan tarde o temprano por una fase de desconcierto o inseguridad respecto a su figura. A todas nos gusta estar guapas. Yo lo pasé mal con mi peso. De adolescente no podía controlarlo. Engordaba y adelgazaba constantemente, aunque no comiera en exceso. La prensa se cebó en mí. Se pasaron de mezquinos. Lo bueno es que ya no me hacen daño. Me tiene sin cuidado lo que puedan decir de mi silueta", explicó en 2004 acerca de su figura.
Lo que sí es cierto es que, aunque en ocasiones su delgadez ha podido parecer excesiva, Winslet está ahora en uno de sus mejores momentos.Por su belleza es imagen de la firma Lancôme. Estos días ha aparecido por Venecia con modelos que resaltan su figura. En dos alfombras rojas apareció con sendos vestidos espectaculares: uno marrón firmado por Victoria Beckham -la propia diseñadora lo anunció en su cuenta de Twitter- para el pase nocturno de Un dios salvaje y otro en blanco de Stella McCartney en la presentación de la miniserie Mildred Pierce. Ambos conjuntos se completaban con altísimos zapatos de tacón y joyas discretas.
Pero la ganadora de un Oscar por El lector ha luchado mucho para que se tuviera en cuenta su imagen de mujer real. Por aquella época, la intérprete pidió a Grazia, una publicación italiana, que retirara unas fotos suyas que habían sido manipuladas con programas informáticos. De hecho, en 2007 ganó un juicio contra la revista GQ, que publicó que había seguido una intensa dieta para adelgazar que ella desmintió. Ella, sin embargo, ha explicado que es fiel seguidora del método pilates, y que solo necesita 20 minutos al día para ponerse en forma. Quizá gracias a eso apareció estupenda, y apenas tapada con una gabardina, fotografiada por Steven Meisel en la portada de Vanity Fair.
Kate mantiene que no quiere ser utilizada como modelo de delgadez y anorexia, y que su imagen es fundamental para su trabajo como actriz. "No quiero congelar la expresión de mi cara", ha relatado recientemente al Daily Telegraph. Así, ha puesto en marcha recientemente la que ha llamado Liga británica contra la cirugía, y ha embarcado en el proyecto a otras dos actrices que comparten su compromiso, Rachel Weisz y Emma Thompson. "Va contra mi moral", ha explicado sobre la posibilidad de pasar por el quirófano para hacerse retoques, "contra la forma en la que mis padres me criaron y contra lo que considero belleza natural".
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