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martes, 29 de noviembre de 2011

Anunciemos el Kerigma y celebremos el año jubilar mensaje del obispo Dioscesano

Al Clero, al Laicado y a la Vida Consagrada. A todos los hombres y mujeres de buena voluntad que hacen vida en Cojedes.

Queridísimos hermanos, queridísimas hermanas:Con inmensa alegría les anuncio el inicio de una nueva Etapa en la Renovación Pastoral de nuestra Iglesia: la etapa del anuncio del Kerigma. Son tres años, desde Cristo Rey 2011 hasta Cristo Rey 2014, en los que también celebramos el Jubileo Diocesano por los cuarenta años de la creación nuestra Diócesis de San Carlos.¡Demos gloria a Dios Uno y Trino! ¡Démosle gracias por el don de la fe y la salvación en Jesucristo el Señor! ¡Démosle gracias por el regalo de nuestra Iglesia, Pueblo Santo de Dios en Cojedes! ¡Démosle gracias por María, nuestra Excelsa Patrona, la Divina Pastora! Veremos los prodigios de un Nuevo Pentecostés: predicación con el poder del Espíritu Santo, conversión a Jesucristo, Iglesia renovada en pequeñas comunidades de fe, esperanza y caridad. Continuamos así la aplicación del Concilio Plenario de Venezuela y la Misión Continental en Cojedes, impulsados por el Año de la Fe, decretado por el Santo Padre Benedicto XVI para toda la Iglesia.“¡Despierta Cojedes! Acepta a Jesucristo tu único Salvador” Este lema motivador unirá toda nuestra Diócesis en la etapa del Kerigma. “¡Despierta!”. Es un llamado a la conciencia. Una invitación a salir del sueño del pecado y romper con toda obra de Satanás. “Acepta a Jesucristo tu único Salvador”. Es una invitación al encuentro con Jesucristo vivo y resucitado en su Iglesia. Un llamado a aceptarlo como el único Dios, Rey, Señor y Salvador. Es responder a la invitación del Beato Juan Pablo II desde el inicio de su Pontificado: “¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de recibir a Cristo y de aceptar su potestad! ¡No teman, abran de par en par las puertas a Cristo!” (22-10-1978).

Ya Cristo nos rescató de la muerte con la entrega de su vida en la cruz y nos abrió las puertas del cielo. En el bautismo, hemos muerto y resucitado con Cristo (Cf. Rom. 6, 4). Ahora es el tiempo de pedir al Espíritu Santo la gracia de la fe, para aceptar a Jesucristo como Señor y entregarle cada día toda nuestra vida: inteligencia y voluntad, afectos y sentimientos, libertad y decisiones, todo nuestro amor. Así podemos decir como el Apóstol: “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gal. 2, 20); “Para mi la vida es Cristo” (Filp. 1, 21); “El que está unido a Cristo, es una nueva criatura” (2 Cor. 5, 17).

¡Jesús Resucitado camina con nosotros!Los discípulos de Emaús tuvieron un tremendo encuentro con Jesús Resucitado, que cambió para siempre sus vidas. Caminaban silenciosos, descorazonados, sin fe, sin amor ni esperanza. Jesús Resucitado sale a su encuentro. Rompe el silencio. Dialoga con ellos. Los reconcilia. Les devuelve la alegría. Restablece las relaciones fraternas. Les llena el corazón de nueva esperanza. Con Jesús, aprenden a amar, la vida tiene pleno sentido y toman la seria decisión de formar comunidades de cristianos.

En la etapa del anuncio del Kerigma, Jesús quiere caminar con nosotros en Cojedes, como lo hizo con los discípulos de Emaús. Si oramos cada día con María, como lo hicieron los apóstoles en Pentecostés, el Espíritu Santo nos mostrará a Jesús Resucitado, que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. El Espíritu Santo nos da el poder de predicar a Jesús, muerto y resucitado, para suscitar la fe y la conversión. Con Jesús en medio de nosotros, aprendemos a dialogar y reconciliarnos, a vivir en alegría y fraternidad, formando pequeñas comunidades cristianas, en torno a la Palabra de Dios y los Sacramentos, donde se viva la Caridad y la Misión.Esta fue la experiencia de los primeros cristianos después de Pentecostés: ¡Cristo vive, ha resucitado! ¡Lo hemos visto, nos hemos encontrado con Él, camina con nosotros! ¡Cristo nos ama, nos salva, nos perdona, nos reconcilia, nos reúne como hermanos en su Iglesia y nos hace testigos de su resurrección!

Tres momentos del anuncio del KerigmaEl anuncio del Kerigma es la experiencia de un nuevo Pentecostés. Por la predicación viva, con el poder del Espíritu, se suscita la fe y la conversión a Cristo Salvador. El fruto es la formación de verdaderas comunidades cristianas. Este es el regalo de Jesús Resucitado para nuestra Diócesis en la celebración de sus 40 años. Lo vivimos en tres momentos, relacionados con el Año Jubilar: preparación, celebración y proyección. - Primer momento: preparación del Año Jubilar (Cristo Rey 2011 hasta Pentecostés 2012). Es tiempo de DIÁLOGO Y RECONCILIACIÓN.

Lo vivimos en Navidad (Navidad en Familia), Año Nuevo, Cuaresma, Semana Santa y Pascua. Jesús viene a nuestro encuentro, dialoga con nosotros y nos reconcilia. Es tiempo de oración, escucha de la Palabra (Lectio Divina), Confesión y Eucaristía. Nos reunimos mensualmente en los sectores de la Parroquia, guiados por el Boletín doctrinal. Aprendemos a encontrarnos para escucharnos, conocernos y aceptarnos. Nos visitamos para acercarnos, relacionarnos y compartir como hermanos. Nos reconciliamos con Dios, con nosotros mismos, con la Iglesia, con todos los hermanos y con la naturaleza. En este tiempo, nos reconocemos Iglesia “convocada”. Muchos, que antes estaban lejos, pueden decir: soy “alguien” para Dios y para la Iglesia. Provocamos la “curiosidad” de cuantos nos ven vivir como cristianos, instrumentos de diálogo y reconciliación.

- Segundo momento: celebración del Año Jubilar (Desde Pentecostés 2012, hasta Pentecostés 2013), bajo el lema: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal. 126, 3). A partir del 11 de octubre del 2012, nos unimos al Año de la Fe decretado por el Papa Benedicto XVI. Es tiempo de ALEGRÍA Y FRATERNIDAD.

Jesús Resucitado viene a nuestro encuentro en el Año Jubilar y nos llena de ALEGRÍA. Le damos gracias al Buen Pastor por los 40 años de la creación de nuestra Diócesis de San Carlos, por Decreto del Papa Pablo VI (Bula Pontificia “In vertici”,16 de mayo de 1972). Le damos las gracias por nuestros Pastores: Monseñor Medardo Luzardo y Antonio Arellano Durán, de feliz memoria, que forjaron la identidad de nuestra Iglesia: profundamente Mariana y Eucarística. Le damos las gracias por el Clero, el Laicado y la Vida Consagrada, que en estos cuarenta años han dado verdadero testimonio de caridad y santidad.

Con María, la Divina Pastora, reconocemos que en toda nuestra historia, el Señor “ha hecho maravillas”. Con María, se alegra nuestro espíritu en Dios Salvador, porque ha puesto su mirada en nosotros sus siervos. Con inmensa alegría, sintiendo el orgullo de ser cristianos católicos, cantamos las misericordias del Señor.Jesús Resucitado viene a nuestro encuentro en el Año Jubilar y nos enseña a vivir en FRATERNIDAD. Nos congregamos en grupos de familias en sectores y diversos ambientes, guiados por el Boletín Doctrinal. Aprendemos a ser atentos, a ofrecer nuestra ayuda y a colaborar con todos. Aprendemos a ser solidarios, buenos samaritanos que saben identificarse con el dolor del hermano, para servirlo y comprometernos con sus necesidades. Aprendemos a compartir nuestros bienes, dando no lo que nos sobra, sino lo que tenemos para vivir.

Crecer en ALEGRÍA Y FRATERNIDAD, como Iglesia Diocesana, en familias, sectores, comunidades, parroquias y zonas pastorales, es el objetivo de todas las actividades durante el Año Jubilar. Mencionemos algunas: las misiones Mariana, Eucarística y Vocacional, la Jornada Misionera del sábado 04 de agosto del 2012, las misas multitudinarias, orando por la sanación de los enfermos en agosto del 2012, la Fiesta Patronal en honor a la Divina Pastora el 08 de septiembre del 2012, el Jubileo de las Familias con la ordenación de los primeros diáconos permanentes, el Jubileo de los Jóvenes y el Congreso Diocesano. Las peregrinaciones a los Santuarios Eucarístico, Mariano y otros templos, a fin de ganar la indulgencia plenaria del año Jubilar, son momentos fuertes de perdón, para sumergirnos en la misericordia del Señor y recibir una vida nueva.

En el Año Jubilar, nos reconocemos Iglesia “Fraterna”. Muchos, que antes sólo nos veían con “curiosidad”, ahora sienten verdadera “admiración” al ver la obra de Dios en nuestras familias y pueden decir: ahora soy “parte” de Dios y de la Iglesia, soy “parte” de esta Iglesia en Cojedes. Por eso podemos cantar una y otra vez: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.

- - Tercer momento: proyección del Año Jubilar (Desde Pentecostés 2013 hasta Cristo Rey 2014). Es tiempo de COMUNIÓN Y MISIÓN. El Año Jubilar concluye en Pentecostés 2013. Pero su vivencia y sus frutos espirituales y pastorales, se proyectan hacia el futuro. Debemos aún profundizar y recoger los frutos. Hemos de continuar con el Año de la Fe, hasta Cristo Rey 2013, y con la etapa kerigmática que se prolonga hasta Cristo Rey 2014. Jesús sigue caminando con nosotros, en comunidades de fe, esperanza y caridad, donde concretamos experiencias de diálogo y reconciliación, alegría y fraternidad, comunión y misión. Formamos pequeñas comunidades en cada sector, guiados por el Boletín Doctrinal. Nos reconocemos Iglesia, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo. Muchos se han incorporado, participan en diversos ministerios y pueden decir: soy “de” Dios y “de” la Iglesia, mi familia y yo somos miembros activos de la Iglesia de Jesucristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Muchos, al ver que vivimos con alegría nuestra fe en pequeñas comunidades, unidos a nuestros pastores: el Papa, nuestro Obispo, Sacerdotes y Diáconos, pueden decir: “Miren cómo se aman entre sí” (Tertuliano, Apologeticum, 34; Cf. Jn. 13, 34-35; Hech. 4, 32). No sólo provocamos “curiosidad” y “admiración”, sino la “confianza” de muchos que ahora creen en Cristo y en su Iglesia, gracias a nuestro testimonio de vida y caridad. “Que todos sean uno, para que el mundo crea” (Jn. 17, 21)El mejor fruto del anuncio del Kerigma y del Año Jubilar, es hacer realidad entre nosotros, cada vez más, el deseo y el mandato de Jesús: “Que todos sean uno para que el mundo crea” (Juan 17, 21).El Espíritu Santo nos conceda el don de un nuevo Pentecostés. Ser Iglesia Comunión y Misión. Unida en la diversidad de carismas y ministerios. Fortalecida en sus movimientos, grupos y servicios apostólicos. Con parroquias organizadas en sectores, red de mensajeros y estructuras de comunión (Consejos de Pastoral y Económico, Equipo Parroquial de Animación Pastoral). Con una catequesis permanente de adultos, que saben acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes. Con predicadores del Kerigma en las comunidades, capaces de extender el Reino de Cristo y edificar la Iglesia en la unidad.El Espíritu Santo nos conceda en Cojedes un nuevo despertar de santas vocaciones a la vida laical, misionera, matrimonial, consagrada y sacerdotal.

OremosLa prioridad es la oración. Más que “hacer” cosas para el Señor, nuestra tarea es “ser” del Señor, ser de los suyos, de sus amigos, de los que conocen los secretos de su corazón. Bien nos enseña el Beato Juan Pablo II, al contemplar el programa de la Iglesia para el Nuevo Milenio: “Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas ´escuelas de oración, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y viveza de afecto hasta el ´arrebato` del corazón (…). Es preciso aprender a orar (…) como los primeros discípulos: ‘Señor, enséñanos a orar` (Lc 11,1)” (Beato Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 33).La oración es diálogo con Dios que abre el corazón a los hermanos. Quien ora ama. Quien habla con Jesús, abre su corazón al hermano, para aceptarlo, cargar con sus problemas, reconocer lo bueno que hay en él y perdonarlo, como Cristo nos ha perdonado.Pido a los sacerdotes y a la vida consagrada que, durante estos tres años del anuncio del Kerigma, se rece diariamente esta oración por la Diócesis de San Carlos, en la Liturgia de las Horas y en cada Eucaristía, después de la oración postcomunión.

Invito a todos los fieles a rezar con fe esta oración, aprenderla de memoria y enseñarla a quien no la sabe:

Padre Santo,que nos salvas en tu Hijo Jesúsy nos reúnes en Tu Iglesia;danos tu Santo Espíritu,para que el jubileo por los 40 años de la Diócesis de San Carlos,sea un nuevo Pentecostés,que renueve la fe, la esperanza y la caridad.

Que todos unidos: Clero, Laicado y Vida Consagrada,vivamos y anunciemos el Kerigma,en un camino de diálogo y reconciliación,alegría y fraternidad, comunión y misión,formando verdaderas comunidades cristianasdonde se viva el mandamiento nuevo del amor.

Hoy te decimos: ¡Gracias Padre,porque siempre haz estado grande con nosotros y estamos alegres!Gracias porque nos guías por el camino que nos presentas,a través de Aparecida, el Concilio Plenario de Venezuelay el Proyecto de Renovación Pastoral.

Que María, la Madre del Divino Pastor, Patrona de nuestra Diócesis,y San Carlos Borromeo, intercedan por nosotros,para que todos unidos, como Iglesia Diocesana, digamos con fe:“¡Despierta Cojedes! Acepta a Jesucristo tu único Salvador”Amén.

¡Bendito sea Dios!Les bendigo con corazón de Hermano, Amigo y Pastor, + Tomás Jesús Zárraga Colmenares Obispo de San Carlos

Posted 4 hours ago by DIÓCESIS DE SAN CARLOS