AVN.- Reducir las desigualdades en los países de la región a través de la
cooperación y la puesta en marcha de políticas sociales efectivas, fue
uno de los retos planteados durante la Cumbre fundacional de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), incluido en la
Declaración de Caracas.
Aunque la región en su conjunto muestra un permanente crecimiento económico y
la actual crisis mundial, hasta el momento, ha sido superada con medidas de
inclusión y un avance en la redistribución de la riqueza, el territorio que va
del Río Bravo hasta la Patagonia sigue siendo uno de los más desiguales del
mundo.
Décadas de expoliación, explotación indiscriminada de los recursos naturales
y políticas de Estado diseñadas desde Washington y desde los organismos
financieros internacionales, tienen duras consecuencias que todavía hoy
repercuten en el hemisferio.
Durante la Cumbre de la Celac, el presidente de Cuba Raúl Castro dio el toque
de alerta concreto sobre esta situación, al detallar que en la región existen
180 millones de pobres, de los cuales 72 millones se encuentran en
extrema pobreza.
El líder revolucionario indicó que este flagelo afecta a 81 millones de
niños, de los cuales 13 millones no tienen acceso a la alimentación”, en una
zona “que produce más nutrientes de los que necesita”.
Castro advirtió que si las naciones cumplieran los Objetivos del Desarrollo
del Milenio aprobados por la ONU, igualmente la situación de las personas en
estado de pobreza sería una tragedia.
La pobreza no fue analizada por el presidente cubano como un hecho aislado o
“natural” del continente, sino que señaló la responsabilidad de las
oligarquías y capitalismo.
Al respecto el mandatario de Surinam, Desiré Delano Bouterse, graficó de
forma cruda la pobreza: “Soy el presidente de un país rico, con niños que nunca
han visto un tetero”.
El Jefe de Estado explicó que su país, según informes del Banco Mundial (BM),
es rico en recursos naturales, pero “tenemos tribus en el interior del país que
nunca han visto una botella de leche”.
Estas dos imágenes presentadas por Bouterse son ejemplos claros de una región
que ha sufrido las consecuencias de sistemas políticos que privilegian ganancias
extremas a costa de sus pueblos.
Tanto Raúl Castro como el presidente de Surinam coincidieron en que esos
sistemas están acabados y que América Latina y el Caribe deben impulsar la
solidaridad y la cooperación para enfrentar este flagelo.
La región debe unirse, sentenció Bouterse, porque existe la
“renuencia para atacar las causas de los problemas, aparentemente porque las
ganancias a corto plazo parecen ser más importante que el bienestar de la
comunidad internacional”.
En sus declaraciones, los mandatarios que se manifestaron al respecto
coincidieron en que la pobreza está ligada a la actualidad económica y los
mecanismos financieros.
El viernes pasado, el primer ministro de Antigua y Barbuda, Winston Baldwin
Spencer, expresó que el nacimiento de la Celac aspira a “tomar
decisiones conjuntas que nos permitan afrontar la crisis
económica”.
Felipe Calderón, presidente de México (país que junto a Honduras presenta el
mayor incremento de la pobreza en la región, de acuerdo con la Cepal), se
pronunció al favor de “cerrar la brecha entre ricos y pobres”.
La Jefa de Estado argentina, Cristina Fernández, apoyó las propuestas para
estimular el crecimiento económico y reducir el desempleo en la región.
“En base a la cooperación y la solidaridad estaremos en condiciones de
mitigar el impacto negativo y mantener niveles de crecimiento y
la estabilidad social”, expresó.
Tras la Cumbre de la Celac queda llevar a la realidad el compromiso escrito y
ratificado por los mandatarios y profundizar lo realizado hasta el momento.
La imagen de ese niño surinamés que nunca vio un tetero es una razón para que
se cumpla ese compromiso.