(AP) — Ya demostró con creces que puede gobernar sin su marido.
Ahora, en su segundo mandato, Cristina Fernández encara el desafío de
blindar a Argentina de la crisis económica internacional sin alterar la esencia
del modelo populista que le valió un triunfo histórico en las elecciones
presidenciales.
Fernández, quien iniciará su segundo período el 10 de diciembre, enfrentará
un panorama económico más complejo por la declinante situación internacional, en
el que muy posiblemente se verá obligada a buscar consensos con
distintos sectores y suavizar lo que algunos sectores describen como
una actitud autócrata que le genera abundantes críticas.
Fuerza política no le va a faltar. La presidenta gozará de una concentración
de poder como no se recuerda en la historia reciente, con una oposición débil y
fragmentada, pero le faltará el respaldo de su fallecido marido y antecesor,
Néstor Kirchner (2003-2007), quien era considerado un ministro de Economía en
las sombras y su principal asesor político. El ex mandatario falleció el 27 de
octubre de 2010.
No obstante, Fernández, de 58 años, ha dejado claro que tiene peso propio.
Siguió gobernando con mano firme tras el deceso de su compañero de vida y fue
reelegida el 23 de octubre con el 54,11% de los votos, un reconocimiento a la
forma en que apuntaló el crecimiento económico y mejoró los ingresos de sectores
humildes al ampliar los subsidios y disponer aumentos salariales y de las
pensiones.
“Es una mujer valiente. Yo no dudé cuando murió él que ella se iba a
reponer”, afirmó a AP Jorge Taiana, quien fue canciller durante la gestión de
Kirchner y la de Fernández.
“Ahora le toca a Cristina ajustar las clavijas de un modelo que le rindió al kirchnerismo ocho largos años de crecimiento, aumento de jubilaciones, baja del desempleo y auge del consumo”, dijo a AP el analista Ignacio Fidanza, del sitio Politicaonline.
El economista Aldo Abram, director de la Fundación Libertad, sostuvo que todo eso se pudo hacer gracias a un panorama internacional favorable, con precios altos para los productos agrícolas que vende Argentina, pero “en este segundo mandato el gobierno va a tener que pagar todos los costos de los desastres que se hicieron en las gestiones anteriores (alude a Kirchner y Fernández)”, agregó en declaraciones a The Associated Press.
El analista Fidanza dijo que Fernández tiene un “estilo de conducción hipercentralizado, en el que los funcionarios se dedican más a ‘leer’ señales de la cúspide del poder para actuar en consecuencia, que a lidiar con los numerosos problemas del momento”.
Pocos esperan que Fernández altere su estilo de conducción.
“Es difícil sugerir a un vencedor que cambie los modales con que llegó al lugar donde está parado, ya que su autoridad no se sostiene únicamente en logros de gobierno o en programas, sino en la eficacia de los resultados”, expresó la ensayista Beatriz Sarlo. “Los números electorales no admiten vueltas. La victoria da derechos”.La complejidad del panorama internacional, no obstante, podría obligar a la presidenta “a trabajar más en equipo”, según el ex canciller Taiana.
Consciente del impacto que pueda tener en Argentina la crisis que sufre el mundo desarrollado, Fernández comenzó a restringir el gasto público, pero aclaró que seguirá protegiendo a las clases más desfavorecidas, descartando con ello las medidas de ajuste que se aplican en Europa.
La tercera economía de América Latina ha tenido un crecimiento promedio del 7,6% en los últimos ocho años, según el ministro de Economía y vicepresidente electo, Amado Boudou. Hasta septiembre, acumulaba una expansión del 9% y el gobierno prevé que en 2012 será de 5,1%.
Algunos analistas reducen ese pronóstico al 4% y avizoran nubarrones en el horizonte a partir de la fuga de capitales por más de 20.000 millones de dólares en 2011, según cálculos privados, una inflación de al menos el 27% para 2012 y el impacto que pueda tener la crisis internacional en el vecino Brasil, el principal socio comercial de Argentina, y en China, uno los mayores clientes de productos agrícolas.
A su vez Argentina, que tiene grandes dificultades para el acceso al crédito, deberá enfrentar en diciembre vencimientos de títulos públicos por 950 millones de dólares, mientras que encara vencimientos por unos 3.000 millones de dólares del llamado cupón del Producto Bruto Interno, que es el pago a tenedores de deuda cuando el PBI supera cierto nivel de crecimiento, advierten economistas.
En 2012 sus compromisos de deuda, entre capital e intereses, ascenderán a 15.000 millones de dólares.
Según Fidanza, “las decisiones que tiene que tomar (el gobierno) no van a ser fáciles y todas implicarán costos políticos”.
Taiana considera que no habrá cambios radicales
“El tema del rol del Estado, que va a intervenir y que va regular el conflicto, sigue estando presente… No hay cambio central en el modelo, hay distintas modalidades de acuerdo a la etapa en que se esté y si entramos en una etapa más difícil desde el punto de vista internacional habrá que hacer las correcciones adecuadas”, afirmó a AP el ex canciller, hoy director del Centro Internacional de Estudios Políticos de la Universidad Nacional de San Martín.A los pocos días de su triunfo, la gobernante ordenó la parcial desarticulación de esquemas de subsidios para diferentes sectores que Kirchner había aplicado con el fin de reactivar la economía tras la devastadora crisis de 2001, cuando el país declaró en cese de pagos su deuda de más de 100.000 millones de dólares.
Los subsidios alcanzan los 70.000 millones de pesos (16.317 millones de dólares) anuales. El gobierno anunció de forma progresiva en los últimos días la eliminación de esas ayudas a distintos usuarios para el consumo de los servicios de agua, luz y gas. Supone un ahorro para el estado de 1.127 millones de dólares.
Los afectados por la eliminación directa de subsidios son, entre otros sectores, el financiero, de telefonía y juegos de azar; grandes empresas energéticas, aceiteras y agroquímicas; habitantes de barrios de alto poder adquisitivo de Buenos Aires y el norte del conourbano bonaerense; vecinos de clubes privados de todo el país; dependencias oficiales del gobierno capitalino y los sistemas de alumbrado público y de las autopistas de Buenos Aires.
En tanto, los vecinos de determinadas zonas de la capital que no sufrirán la quita directa del subsidio tendrán la oportunidad de expresar si desean mantenerlo —alegando razones como ingresos insuficientes— lo que será verificado por el gobierno caso por caso.
Este tipo de medida era reclamada desde hace tiempo por economistas debido al excesivo gasto público.
Según Fausto Spotorno, de la consultora Orlando Ferreres y Asociados, “desmontar los subsidios es un tema muy complicado; corres el riesgo de que se te pare la actividad económica o se dispare la inflación”, dependiendo de cómo se aplique el recorte y cuáles sean las políticas fiscales.
El retiro de los subsidios, por otra parte, puede generar malestar popular, según analistas.
Spotorno afirmó que el desmantelamiento de esas ayudas debe “ir acompañado de inversión” y consideró que es una medida por ahora insuficiente para “resolver el problema del déficit fiscal”, que calcula para este año en 7.459 millones de dólares.
Días atrás Fernández también se refirió por primera vez a la necesidad de abordar el continuado aumento de los precios, un tema que era tabú en su gobierno.
El organismo oficial que calcula el costo de vida — y que es cuestionado por subestimar ese índice— señala que en los primeros 10 meses del año la inflación fue del 8%, mientras que economistas calculan que sería más del doble.
Según el FMI, Argentina es el segundo país con la inflación más alta del continente —11,5% para 2011 y 11,8% para 2012— después de Venezuela.
En el proceso de sinceramiento de las variables económicas y de ahorro del gasto, Fernández tendrá que reformular su alianza con el sindicalismo, que ha sido el principal sostén del kirchnerismo en ocho años y con el que hubo algunas fricciones en tiempos recientes.
Uno de los interrogantes es cuál será el aumento salarial que fijará el gobierno en las negociaciones laborales de 2012 entre empresarios y gremialistas, que según versiones empresarias, el oficialismo querría en torno al 18%, por debajo del índice de inflación que calculan los economistas privados.
La Confederación General del Trabajo (CGT), a la que están adheridos sindicatos como el de camioneros, la construcción y metalurgia, capaces de paralizar la economía si se lo proponen, advirtió que “no hay piso ni techo” para discutir aumentos de salarios.
Fernández, por otra parte, deberá afrontar los nuevos desafíos mientras lidia con las pujas internas que, muy probablemente y de forma temprana, se desatarán por sucederla dentro del peronismo de cara a las elecciones de 2015.
Según la Constitución, la mandataria no puede aspirar a un tercer mandato consecutivo.
Acerca del frente externo, Taiana consideró además que convendría que Argentina pague la deuda que tiene con el Club de París (6.800 millones de dólares) para tener acceso al crédito con mayor facilidad, aunque el gobierno debería hacerlo de “forma favorable para el país”.