El secretario de Estado británico para Europa, David Lidington, reafirmó hoy en Madrid el rechazo de su Gobierno a negociar con España la soberanía de Gibraltar o el cambio del estatus de la colonia si no es con el consentimiento previo de los habitantes del Peñón.
Lidington cerró así la puerta al diálogo con España sobre Gibraltar en un desayuno informativo con motivo de su visita de trabajo a Madrid.
"No vamos a participar en ningún proceso de negociación a menos que se haga con el beneplácito del Gobierno gibraltareño", zanjó.
El secretario de Estado de Asuntos Europeos reivindicó el derecho de la población de la colonia a decidir su futuro, como hizo el primer ministro británico, David Cameron, la semana pasada.
Por ello, consideró inviable un acuerdo para que Reino Unido y España compartan la soberanía del Peñón, como se estuvo a punto de pactar en 2002 con el Ejecutivo de José María Aznar.
"No vamos a llegar a un acuerdo para que cambie el estatuto de Gibraltar a menos de que eso sea el deseo expresado libremente por el pueblo gibraltareño", insistió.
Reanudar las negociaciones sobre la colonia, interrumpidas hace diez años, es uno de los objetivos que se ha marcado el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, en su política sobre Gibraltar.
También es partidario de sustituir el Foro de Diálogo tripartito creado por el PSOE en 2004 por otro marco de cooperación en el que participen delegados del Campo de Gibraltar.
Lidington recordó que la postura del Reino Unido "no ha cambiado" con Cameron y es la misma que la que defendió al anterior gobierno laborista.
"El Gobierno británico tiene una postura muy clara", subrayó el secretario de Estado, quien, no obstante, dijo que seguirá escuchando las ideas y sugerencias del Gobierno español.
El debate sobre el asunto de Gibraltar lo reabrió García-Margallo hace unos días al afirmar que "la broma sobre Gibraltar se ha terminado", en alusión a la necesidad de llegar a un acuerdo después de tres siglos de contencioso.
El Gobierno del PSOE optó, durante sus ocho años de mandato, por trabajar en favor de la cooperación y dejar a un lado la discusión sobre la soberanía.