Las estafas obvias son más rentables
Aunque está en declive, el spam aún supone un buen porcentaje del total de correos electrónicos que circulan por la red. Uno de los más insistentes se conoce como la «carta nigeriana». Una supuesta eminencia solicita ayuda para sacar una gran fortuna de su país a cambio de una jugosa comisión. Si algún incauto accede, se le exige primero una pequeña cantidad de dinero para «facilitar» el trámite. Y luego más y más hasta que el inocente cae en la cuenta de que no hay tal fortuna, sino que está siendo engañado.
Esta estafa, también conocida como el «timo 419» —por el número de la ley nigeriana que prohibe esta práctica— precede al correo electrónico. Antes se llevaba a cabo por correo postal. Y aunque lo conoce casi todo el mundo, aún funciona. En mayo de 2012 la policía detuvo a una red de 23 nigerianos que había estafado más de dos millones de euros mediante este procedimiento.
¿Y quién cae en esta trampa cuando es tan obvia? ¿Por qué no han cambiado de método en tantos años? Estas preguntas inquietaron lo suficiente a un investigador de Microsoft como para investigar el asunto. Y descubrió una cosa muy curiosa: que sea un fraude obvio beneficia a los estafadores. ¿Cómo puede ser?
Para «ganarse la vida» con el timo 419 hace falta engañar a un cierto número de víctimas. Cuantos más correos se envían, más probable es que aparezcan potenciales víctimas. Pero como contrapartida, también crece el número de «falsos positivos». De gente que hace gastar tiempo y esfuerzo a los estafadores, pero de la que no obtienen recompensa económica ninguna. ¿Cómo evitarlos? Precisamente haciendo absolutamente obvio para el usuario normal que se encuentra ante una estafa. Así, sólo los más crédulos y desinformados responden.
El autor del estudio lo explica así: «Como la credulidad no se puede deducir, la mejor estrategia es conseguir que ellos mismos se identifiquen. Un email con cuentos sobre fabulosas cantidades de dinero y corrupción del África Occidental les sonará mal a todos excepto a los más crédulos. Aquellos que respondan son los objetivos ideales de los estafadores, que en el fondo representan una fracción mínima del total de la población».