EFE) En espera de que los maratones culinarios sean reconocidos como disciplina olímpica, el mundo gastronómico se vuelca con los Juegos de Londres 2012, donde una sucursal del mejor restaurante del mundo convivirá con los omnipresentes productos de los patrocinadores habituales.
Noma, el establecimiento que regenta en Copenhague el chef Rene Redzepi y número 1 en la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo que elabora Restaurant Magazine, abre hasta el próximo 6 de agosto una sede temporal en el hotel Claridge’s de la capital británica, considerada por los expertos como la capital europea de la gastronomía por la variedad de su oferta.
Redzepi se desplazó con su equipo desde Dinamarca para ofrecer a los comensales un menú que supera los 200 euros (unos 246 dólares) por cabeza con lo más representativo de su cocina, en la que no emplea ningún ingrediente que no proceda de su entorno geográfico -no usa, por ejemplo, aceite de oliva-.
Para quienes no estén por la labor de desembolsar el precio del menú de Noma, siempre queda la opción “low cost” liderada por dos de los principales patrocinadores olímpicos desde hace décadas: McDonalds y Coca Cola, cuya presencia -y exclusividad como proveedores de comida y bebida dentro de las instalaciones olímpicas- no ha estado exenta de polémica este año.
El diario The Telegraph y la revista Time se hicieron eco a principios de mes de que la Asamblea de Londres, un órgano municipal que “monitoriza” las decisiones del alcalde de esta ciudad, había organizado un gran revuelo al presentar una moción que pedía al Comité Olímpico Internacional (COI) variar su política de patrocinios.
La medida pretendía impedir que puedan patrocinar los Juegos Olímpicos empresas cuyos productos se relacionan con la obesidad infantil, de ahí que históricos patrocinadores como la cadena de hamburgueserías y el refresco estadounidense se situasen en el punto de mira.
Por supuesto, las dos multinacionales se han defendido: Coca Cola ha precisado que más del 75 % de las bebidas que prevé vender durante el evento deportivo serán agua, zumo o refrescos sin azúcar, mientras McDonalds ha esgrimido que cuenta con menús sanos que incluyen ensaladas, bagels (pan de harina de trigo) y el tradicional porridge británico, una crema de avena a la que se suele añadir frutas.
En cualquier caso, como subraya Time, es poco probable que en estos tiempos de apreturas el COI prescinda de dos empresas que llevan décadas respaldando económicamente los Juegos (desde 1928 el refresco, desde 1976 la hamburguesería) y máxime cuando el 40 % de los ingresos olímpicos procede de las alianzas comerciales.
Otra opción a caballo entre la alta gastronomía y la hamburguesa industrial es darle una oportunidad a la cocina tradicional británica, que aprovecha estos Juegos Olímpicos para sacudirse la mala fama, con embajadores mediáticos como los chef Jamie Oliver (que portó la antorcha olímpica), Heston Blumenthal y Gordon Ramsay.
Para celebrar los méritos deportivos con un festín a la británica ni siquiera será necesario desplazarse a la ciudad del Támesis: la cocinera brasileña Norema Salinas propone preparar en casa un piscolabis casero a base de platos actualizados que nada tienen que ver con el denostado cordero con salsa de menta.
Como sugerencias, una crema de aromático queso Stilton para untar crudités de verdura, sándwiches de rosbif con berros y salsa de rábano picante, el famoso “fish and chips” (trozos alargados de pescado rebozado con patatas) y las shortbread, unas deliciosas galletas típicas de Escocia, pero eso sí, tan calóricas como cualquier postre del Mc Donald’s.
Todo regado con un cóctel de Pymm’s, la bebida británica más veraniega y equiparable, según la cocinera, a la sangría española.