Las mujeres tratadas con fármacos que bloquean las hormonas para evitar la reaparición del cáncer de mama suelen estar insatisfechas con su vida sexual.
En un estudio efectuado en Suecia, más de la mitad de las mujeres tratadas con inhibidores de la aromatasa sentía dolor cuando tenía relaciones y a menudo tenía "lubricación insuficiente", según publica la revista Menopause.
En cambio, menos de un tercio de las usuarias de tamoxifeno, otro antiestrogénico, sentía dolor durante las relaciones sexuales.
"Sospechábamos que los inhibidores de la aromatasa tendían a producir disfunción sexual temporalmente", dijo el doctor Don Dizon, ginecólogo oncólogo del Hospital General de Massachusetts, en Boston.
Esos fármacos impiden que el organismo produzca estrógeno, mientras que el tamoxifeno hace que la hormona no actúe en las células mamarias. Ambos se les indican a las mujeres con tumores de pecho con receptores hormonales positivos, que son los más comunes.
Los autores del estudio entrevistaron a 82 mujeres que estaban tomando inhibidores de la aromatasa o tamoxifeno para prevenir la reaparición del cáncer mamario. Las mujeres tenían entre 55 y 70 años; les habían diagnosticado la enfermedad entre dos y seis años antes.
El equipo de la doctora Juliane Baumgart, del Hospital de la Universidad de Orebro, comparó las respuestas de esas pacientes a un cuestionario sobre salud sexual con las de 102 mujeres de la misma edad, pero sin cáncer mamario.
La mayoría de las participantes era sexualmente activa. Entre ellas, el 74 por ciento de las usuarias de los inhibidores de la aromatasa dijo que siempre o casi siempre tenía problemas con la lubricación, comparado con el 40-42 por ciento de las mujeres sin cáncer o las usuarias de tamoxifeno.
El 57 por ciento de las usuarias de los inhibidores de la aromatasa sentía dolor durante las relaciones sexuales, comparado con el 31 por ciento de las mujeres tratadas con tamoxifeno y el 21 por ciento o menos del grupo de control.
No hubo una diferencia significativa al determinar a cuántas mujeres les costaba tener un orgasmo, pero las más insatisfechas con su vida sexual fueron las usuarias de los inhibidores de la aromatasa.
Dizon, que no participó del estudio, consideró que los resultados ilustran cómo los inhibidores de la aromatasa pueden alterar la salud sexual de las pacientes. Señaló que, en Estados Unidos, la mayoría de las pacientes con cáncer de pecho después de la menopausia utiliza esos fármacos durante cinco años.
Dizon sostuvo que los oncólogos deberían orientar a las mujeres para resolver los problemas sexuales. A sus pacientes, les recomienda utilizar humectantes vaginales y lubricantes con agua o silicona para aliviar el dolor durante las relaciones sexuales, y destaca la importancia de la intimidad del sexo.
"Debemos tener en cuenta las toxicidades y los efectos adversos prolongados cuando tratamos a las pacientes; la salud sexual es un aspecto muy importante. Transmitir la idea de que la mujer tiene suerte de estar viva no es aceptable", finalizó.
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