EFE-Visita comunidades por todo el país, hace preguntas capciosas a ministros, bromea, ataca a la oposición y cumple desde hace semanas el libreto del telegobierno, pero el vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, no termina de llenar el vacío mediático que dejó el presidente, Hugo Chávez.
Lejos de las lágrimas que se le escapaban a finales de diciembre cuando hablaba de su mentor político, Maduro ejerce ahora de líder del Gobierno realizando maratonianas jornadas que le llevan a pronunciar discursos llenos de conocidas consignas, a evocar pasajes históricos o a hacer bromas, todo con el sello de Chávez.
Sin embargo, el estilo de Gobierno televisivo venezolano añora a su carismático e histriónico protagonista, que no aparece ni habla por las pantallas de la televisión estatal desde que llegó a Cuba el pasado 10 de diciembre para someterse a su cuarta operación de cáncer.
Intentando suplir ese inusitado silencio, el Gobierno, con Maduro al frente, acapara ahora los focos con una apretada agenda hecha a imagen de la del mandatario donde la retórica y los gestos tratan de recrear su inconfundible estilo, consideraron analistas consultados por Efe.
"El problema es que aún cuando Maduro haga un buen papel, Maduro no es Chávez", indicó el experto en comunicación Andrés Cañizález, autor del libro "Hugo Chávez: la presidencia mediática".
"Estamos ante un líder forzado por las circunstancias que debe calzar unos zapatos de presidente mediático que cualquier persona que se ponga hoy en día en ese rol, sea de la oposición o oficialista, son unos zapatos muy grandes", agregó.
Desde su ascenso al poder en 1999, Chávez acostumbró a los venezolanos a una gestión mediática donde todo pasaba en la televisión.
El líder socialista habló hasta 2010 alrededor de 1.500 horas en cadena obligatoria de radio y televisión, según la encuestadora Nielsen o, lo que sería lo mismo, 60 días sin parar y eso sin contar sus prolongados ¡Aló Presidente!.
En esos programas televisivos dominicales, el presidente entrelazaba instrucciones políticas, cánticos, regaños y recuerdos de infancia.
En las últimas semanas, Maduro ha empezado a tener una figuración televisiva cotidiana asumiendo "no solo el rol de ser el sucesor del presidente, sino el rol simbólico, comunicacional de ser lo más parecido a Chávez posible", señaló Cañizález, profesor de comunicación política de la Universidad Católica Andrés Bello.
"¡Todos unidos somos Chávez!", exclamó el vicepresidente el jueves desde la isla de Margarita al encabezar una entrega de viviendas junto a los principales miembros del Gabinete.
"Es casi imposible que todas estas personas que han crecido políticamente a la sombra de Chávez no tiendan a parecerse a él y Maduro sale ahora a la palestra pública con un tiro en el ala, en el sentido de que es imposible que no lo comparemos con Chávez", dijo la socióloga Maryclen Stelling.
Según Stelling, coordinadora del observatorio Global de Medios de Venezuela, si bien hay "unas ciertas semejanzas" con el mandatario, Maduro tiene una forma de hablar más pausada y no tiene el "histrionismo o la dramatización de Chávez".
El vicepresidente, sin embargo, no está solo en las labores de comunicación del Gobierno y en muchas ocasiones, principalmente en actividades en el ámbito castrense, la figura del presidente del Parlamento y excompañero de armas de Chávez, Diosdado Cabello, ha tenido un rol preponderante.
"Entre Maduro y Cabello, que son ahorita las cabezas visibles, se están repartiendo dos roles que antes se fusionaban en una sola figura multidimensional que era Chávez", indicó la socióloga.
Entretanto, el líder opositor y excandidato presidencial, Henrique Capriles, ha tildado tanto al vicepresidente como a Cabello de "segundones" y ha asegurado que Maduro "no calza en la responsabilidad que le dieron".
"Bienvenido majunche perdedor, métase con nosotros, no con Chávez", le ha respondido el vicepresidente.
"Sin Chávez, las cosas suenan igual pero no se oyen igual", sostiene Alberto Barrera, escritor de la biografía "Hugo Chávez sin uniforme".
Desmenuzando la nueva puesta en escena chavista en una columna en el diario venezolano El Nacional, Barrera ironizó con la idea de que el país está asistiendo a "una prueba actoral", un "casting" en el que varios personajes se "pliegan al libreto, tratando de imitar lo mejor posible al actor principal".
"Los que quedan están empeñados en un imposible: repetir un ángel", afirmó.
"En ese camino, se desdibujan, transforman o esconden su propia voz, renuncian a su identidad. Invocan el amor y el odio con las mismas palabras, de la misma manera, queriendo calcar el mismo espíritu. Pero la conexión falla. Lo tienen todo, menos la magia. Viven con un carisma fiado", sentenció.