AFP) -La familia de Nelson Mandela se preparaba el martes para lo inevitable, con una reunión de varios familiares en Qunu (sur), el pueblo donde vivió su infancia el expresidente sudafricano, que sigue hospitalizado “sin cambios” en estado crítico.
“Es una reunión de AmaDlomo”, dijo uno de los participantes que requirió el anonimato, refiriéndose a una rama del clan Thembu, al cual pertenecen los Mandela.Una de sus hijas y varios nietos llegaron a la casa que el exprisionero y militante anti-apartheid se hizo construir después de ser liberado de sus años de cárcel al caer el régimen racista, constató un periodista de la AFP.
Ningún miembro de la familia quiso hablar del orden del día, pero rumores dan cuenta dedivergencias sobre el lugar en el que debe ser enterrado Mandela.
Oficialmente Mandela debe ser enterrado en Qunu. “Mi familia está aquí y quisiera ser enterrado aquí, en la casa”, había declarado Mandela en 2003, filmado en el cementerio de Qunu para un documental.
Sin embargo, algunos allegados prefieren que sea enterrado en Mvezo, su aldea natal, situada a unos 40 kilómetros de Qunu y a la cual se accede por un camino de tierra.
Estado estacionario y crítico
La persistente infección pulmonar que padece Mandela, con numerosas recaídas en los últimos meses, lo ha llevado desde el domingo a hallarse entre la vida y la muerte en un hospital de Pretoria.
Su “estado permanece sin cambios”, indicó el martes un comunicado de la presidencia sudafricana. “Los médicos siguen haciendo lo posible para asegurar su restablecimiento, su bienestar y su confort”, añade el texto.
Fuera del hospital donde Mandela está internado, dos empresarios sudafricanos soltaron al aire este martes 100 palomas. “Simboliza que como sudafricanos necesitamos amor, necesitamos tener paz en Sudáfrica” dijo a la AFP uno de ellos.Poco antes, la nieta de Mandela, Ndikela, ya había afirmado a la AFP que su estado era “estacionario”, pero continuaba siendo crítico.
“Este es el lugar adecuado por ello, donde el padre de la nación yace en un hospital”, añadió.
Para la mayoría de sudafricanos, sin embargo acostumbrados a no ver a Mandela en público -no ha salido desde el Mundial de Fútbol de 2010- la desaparición de su líder supone una conmoción.
“Es muy duro. Mandela es un ícono [...] Imaginarlo en una cama de hospital y pensar que no mejorará es muy duro. No queremos perderlo, aunque sabemos que ese momento se acerca“, comentaba el martes Vusi Mzimanda, uno de los numerosos sudafricanos que acudieron a expresar su afecto y su inquietud cerca del hospital Mediclinic Heart de Pretoria.
Frente al hospital, donde su esposa desde hace 15 años Graça Machel permanece día y noche, el contingente de periodistas es cada vez mayor, mantenido a distancia por la policía.
Pese a las circunstancias que vive el país, el presidente sudafricano Jacob Zuma mantiene de momento su agenda. El martes viajó a la provincia rural de Limpopo, y el jueves tiene previsto viajar a Mozambique, antes de recibir el viernes al presidente estadounidense Barack Obama, que llega a Sudáfrica para visita oficial de tres días.
Considerado en los años 1960 como un terrorista, Mandela pasó 27 años en prisión, 18 de ellos en la isla-cárcel de Robben Island frente a Ciudad del Cabo, donde Obama tiene previsto hacer una visita de homenaje.
Liberado en 1990, Mandela fue entre 1994 y 1999 el primer presidente negro de su país, un dirigente de consenso que supo ganarse el corazón de la minoría blanca, cuya opresión había combatido.
En 1993 recibió el premio Nobel de la Paz por su papel en la instauración de una democracia multirracial en Sudáfrica.
Retirado de la vida política, apareció en público por última vez durante la final del Mundial de fútbol, en julio de 2010 en Johannesburgo.