Video exclusivo: así se vive una audiencia con el Papa Francisco en Roma
La jornada comienza a las 6 de la mañana para aquellos que quieran verlo. Las filas se hacen cada vez más largas, hasta el abren el acceso a la Plaza de San Pedro, donde los que esperaron por horas corren para tomar los mejores asientos: así comienza el día de una audiencia papal para los fieles.
Con Roma iluminada, miles de fieles se pasean en la noche del martes en las cercanías de la Plaza de San Pedro para poder recoger una entrada. Como cada miércoles, peregrinos, católicos y curiosos de todo el mundo esperan ver al Sumo Pontífice que rompió con las normas de protocolo establecidas.
“Este es el Papa que hace lo que le da gana“, dijo una mujer que trabaja para una agencia de turismo del Vaticano, y muchos apoyan su comentario. El Papa Francisco ha logrado lo que Benedicto no pudo: reunir nuevamente y en un nuevo ambiente de fe al mundo que lo admira.
“Él empieza a las 11 de la mañana, a veces antes o a veces un poco después, eso depende”, comentó a Noticias24 una guía llamada Sara que llevaba a un grupo a la audiencia. “¿De qué depende?”, preguntamos. “Bueno, de lo que él quiera hacer (…) a veces se pasea hasta 3 veces y a veces solo una“.
Los mejores puestos son aquellos pegados a la baranda, pues desde ahí se puede estar más cerca del Santo Padre. Siendo un lugar donde Dios está presente en cada esquina, no se observan discusiones, pero sí la astucia de aquellos que esperan que los de la baranda se despiten para arrebatarles el puesto y luego decir que no hablan el idioma en el que se dirigen.
“Se dice que una vez el Papa estaba caminando por la ciudad y vio a un Guardia Suizo que inmediatamente se pudo firme (…) Francisco entonces lo saludó y le preguntó si tenía hambre. El guardia, asombrado, le dijo que sí y Francisco se fue. Al rato apareció nuevamente con un bocadillo (sandwich) para que comiera”. Esta es una de las miles de anécdotas que aquellos que viven en Roma tienen sobre el Papa Argentino.
“Si puede compararse con alguien”, dijo Sara, “sería con Juan XXIII”. Las horas pasaban y la gente comenzaba a aglomerarse cada vez más. Muchos preguntaban a la Guardia Suiza y los protectores del Papa que rondaban con ojos inquietos a los presentes, si faltaba mucho para verlo.
Los aplausos y gritos saltaron como una ola que poco a poco se esparcía e indicaba que ya comenzaba su camino. El Papa Francisco, a bordo de un papamóvil sin techo ni protección, saluda a los fieles y detiene el vehículo a su gusto, para bendecir y besar a los niños que le pasan. Los discapacitados, los más pequeños, los ancianos, son por los que el Papa más se detiene.
Cuando pasa el llanto de muchos y la alegría de todos, el Papa dirige un pasaje del evangelio y su reflexión sobre el mismo en diferentes lenguas. Él toca los temas más potentes de la sociedad y como Juan XXIII, se arriesga a llevar su palabra de amor a la cruda realidad de muerte, guerra y abusos en el planeta.
Para los fieles y para los que no lo son, Francisco no deja de sorprender, más allá de la fe, con su palabra y su actitud que vale la pena, al menos, ver una vez de cerca.
CDNPor: Ana Vanessa Herrero / Departamento de Investigación / Noticias24