Las personas con anorexia nerviosa tienen cerebros más grandes que los que no sufren del trastorno de la alimentación, señalaron los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado.
Concretamente, el estudio encontró que las adolescentes con anorexia tenían una ínsula (una parte del cerebro que está activa cuando se saborea la comida) de mayor tamaño, y una corteza orbitofrontal (la parte del cerebro que dice cuándo parar de comer) más grande.
"Aunque los trastornos de la alimentación con frecuencia son desencadenados por el ambiente, es muy probable que haya mecanismos biológicos que actúan en conjunto para que un individuo desarrolle un trastorno de la alimentación como la anorexia nerviosa", apuntó en un comunicado de prensa de la universidad el doctor Guido Frank, profesor asistente de psiquiatría y neurociencias.
La anorexia hace que las personas pierdan más peso de lo que se considera saludable. Un mayor volumen en la corteza orbitofrontal podría ser un rasgo que haga que esas personas dejen de comer antes de haber comido lo suficiente, sugiere el estudio.
Y la ínsula derecha, que integra la percepción corporal, podría contribuir a la sensación de ser gordo a pesar de tener un peso bajo. Los hallazgos aparecen en una edición reciente de la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry.
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