AP).— Efectivos de contrainsurgencia con uniformes de campaña salen cada domingo de una base del ejército en Pichari, un distrito apartado cuya amplia avenida rompe la normalidad, en el centro de un valle convertido en el mayor productor de coca en el mundo.
Es una exhibición de fuerza en una región donde hay un gran comercio de hoja de coca, materia prima de la elaboración de la cocaína, y donde el gobierno de Perú pretende incrementar su presencia y combatir el narcotráfico.
La coca es el sustento de la economía de este distrito predominantemente rural de 40.000 habitantes y tiene tanta importancia que una escultura de hojas de coca destaca en la plaza central de Pichari.
Durante siglos, la coca ha sido parte integral de la cultura y la religión de la zona andina.
Sin embargo, esta hoja de estimulante ligero que masticada ayuda a contrarrestar la fatiga y el malestar que causan las grandes alturas, se convirtió en las últimas décadas en el vórtice del comercio ilegal de la cocaína.
Pichari se ubica en las márgenes del río Apurímac en un valle extenso que, según Naciones Unidas, produce 56% de las hojas de coca de Perú. Hay tanta coca que los campesinos la secan a veces en campos de fútbol y los niños juegan entre ellas.
El gobierno se ha comprometido a emprender una pronta campaña de erradicación en una zona conocida como VRAE (Valle del Río Apurímac y Ene). Las autoridades no han dado una fecha precisa, pero comenzaron este año la construcción de 11 bases militares en el valle.
En 2012 Perú desplazó a Colombia como el principal productor de hoja de coca en el mundo, anunció el mes pasado Naciones Unidas. Sin embargo, a diferencia de Colombia, la mayoría de la cocaína producida en Perú es exportada no a Estados Unidos, sino a Brasil, Argentina y Europa.
Gran parte se envía de contrabando por aire y tierra a través del país vecino de Bolivia.
Estados Unidos apoya este año con una asistencia de 55 millones de dólares los ambiciosos planes del gobierno de Perú para erradicar los cultivos de coca.
Sin embargo, esta campaña podría enfrentar una firme resistencia en localidades como Pichari, debido en parte a la fuerte presencia de rebeldes de Sendero Luminoso, que en contubernio con grupos delictivos locales se benefician del tráfico de narcóticos.
Desde 2008, casi 100 soldados han muerto a manos de la insurgencia en la región.Efectivos de élite aniquilaron en agosto a dos importantes jefes de Sendero Luminoso en la zona y la semana pasada arrestaron a 23 personas, algunas en Pichari, acusadas de diversos delitos, incluida las asociación con el terrorismo.