Horas después de que el tifón Haiyan se llevara su casa y su madre, la joven filipina Emily Sagalis lloró de alegría este lunes cuando dio a luz a su niña en un centro médico improvisado.
La madre alumbró en un colchón, rodeada de trozos de madera, vidrios y metal barridos por el tifón, en el aeropuerto de Tacloban, destruido y transformado en centro de atención médica. "Qué guapa es. La voy a llamar Bea Joy, en honor a mi madre Beatriz," dijo con un hilo de voz Sagalis, de 21 años, al alumbrar a su hija.
Sagalis cuenta que su madre fue arrastrada por una ola cerca de la ciudad de Tacloban, la capital de la provincia de Leyte, una de las más afectadas por el tifón Haiyan. Pero en medio de la devastación, cuenta la joven, "ella es mi milagro.
Cuando las olas llegaron y nos llevaron pensé que moriría con ella dentro de mí". A su lado, su marido Jobert, con lágrimas en los ojos, sujeta en brazos a la recién nacida. Jobert explica que la primera ola se llevó su casa de madera, en la localidad de San José, y con ella a toda la familia. En un momento, la zona se convirtió en un amasijo de cascotes y cadáveres de personas y animales.
"Se supone que hoy tenemos que estar de celebración, pero también estamos haciendo duelo por los muertos", dice Jobert. El joven añade que, gracias a Dios, encontró a su mujer flotando en medio de los cascotes.
Según cuenta, fueron barridos en un momento que les pareció que duró varias horas, hasta que el nivel del agua bajó y pudieron cobijarse en una escuela junto con otros damnificados. La pareja y otros sobrevivientes aguantaron allí hasta este lunes por la mañana, bebiendo apenas de unas botellas de agua que encontraron entre los cascotes. Jobert sabía que su mujer estaba a punto de parir, pero no recibieron ninguna ayuda.
"Empezó sobre las cinco de la mañana (de este lunes), y tuvimos que caminar varios kilómetros hasta encontrar un camión que nos transportara" al hospital improvisado en el aeropuerto de Tacloban, cuenta Jobert. El médico militar que la atendió, capitán Victoriano Sambale, cuenta que la joven había roto aguas al entrar en el edificio.
"Es la primera vez que nace aquí un bebé. La niña está bien y hemos conseguido parar la hemorragia de la madre", dice. Sin embargo, el médico advierte del alto riesgo de infecciones, a falta de poder esterilizar los materiales.
"La madre sigue corriendo el peligro de tener una infección o una septicemia. Tenemos que darle antibióticos por vía intravenosa, pero por desgracia ayer nos quedamos sin antibióticos por vía oral", explicó el médico
La madre alumbró en un colchón, rodeada de trozos de madera, vidrios y metal barridos por el tifón, en el aeropuerto de Tacloban, destruido y transformado en centro de atención médica. "Qué guapa es. La voy a llamar Bea Joy, en honor a mi madre Beatriz," dijo con un hilo de voz Sagalis, de 21 años, al alumbrar a su hija.
Sagalis cuenta que su madre fue arrastrada por una ola cerca de la ciudad de Tacloban, la capital de la provincia de Leyte, una de las más afectadas por el tifón Haiyan. Pero en medio de la devastación, cuenta la joven, "ella es mi milagro.
Cuando las olas llegaron y nos llevaron pensé que moriría con ella dentro de mí". A su lado, su marido Jobert, con lágrimas en los ojos, sujeta en brazos a la recién nacida. Jobert explica que la primera ola se llevó su casa de madera, en la localidad de San José, y con ella a toda la familia. En un momento, la zona se convirtió en un amasijo de cascotes y cadáveres de personas y animales.
"Se supone que hoy tenemos que estar de celebración, pero también estamos haciendo duelo por los muertos", dice Jobert. El joven añade que, gracias a Dios, encontró a su mujer flotando en medio de los cascotes.
Según cuenta, fueron barridos en un momento que les pareció que duró varias horas, hasta que el nivel del agua bajó y pudieron cobijarse en una escuela junto con otros damnificados. La pareja y otros sobrevivientes aguantaron allí hasta este lunes por la mañana, bebiendo apenas de unas botellas de agua que encontraron entre los cascotes. Jobert sabía que su mujer estaba a punto de parir, pero no recibieron ninguna ayuda.
"Empezó sobre las cinco de la mañana (de este lunes), y tuvimos que caminar varios kilómetros hasta encontrar un camión que nos transportara" al hospital improvisado en el aeropuerto de Tacloban, cuenta Jobert. El médico militar que la atendió, capitán Victoriano Sambale, cuenta que la joven había roto aguas al entrar en el edificio.
"Es la primera vez que nace aquí un bebé. La niña está bien y hemos conseguido parar la hemorragia de la madre", dice. Sin embargo, el médico advierte del alto riesgo de infecciones, a falta de poder esterilizar los materiales.
"La madre sigue corriendo el peligro de tener una infección o una septicemia. Tenemos que darle antibióticos por vía intravenosa, pero por desgracia ayer nos quedamos sin antibióticos por vía oral", explicó el médico
AFP