El presidente de Bolivia, Evo Morales, advirtió a Chile de nuevas demandas ante tribunales internacionales, exigió a Estados Unidos que aporte a la lucha contra el narcotráfico y reclamó a la petrolera brasileña que cancele “su deudita” en mora, durante varias alocuciones a lo largo del fin de semana que ha puesto en situación algo difícil a la diplomacia boliviana.
“No se va a retirar la demanda”, ha asegurado Morales a la prensa local reunida en la Casa de Gobierno de La Paz en alusión a las declaraciones del designado ministro chileno de Asuntos Exteriores, Heraldo Muñoz, sobre el deseo del futuro gobierno de ese país de tener muy buenas relaciones con su vecino boliviano, pero, la demanda planteada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya es un obstáculo para el diálogo.
Bolivia ha planteado ante la CIJ que Chile se avenga al diálogo serio y solucione el enclaustramiento geográfico en que vive desde 1879, cuando perdió su costa sobre el océano Pacífico y su principal puerto, Antofagasta. La demanda ha sido aceptada y Bolivia prepara la memoria que debe presentar ante ese tribunal el próximo abril.
“Escuché al futuro canciller de Chile decir que un problema para el diálogo es la demanda ante La Haya. Quiero decir con mucho respeto que no somos tan inexpertos, hemos aprendido. Que no nos chantajeen ni condicionen el diálogo (al retiro) de la demanda”, ante la Corte de Justicia de La Haya, ha expresado el gobernante.
El presidente boliviano ha dicho que “ojalá no hayan otras demandas y antes (Chile) resuelva el tema del Silala y el río Lauca”, sobre cuyos diferendos el gobierno trabaja silenciosamente. “Bolivia no es un país intervencionista. Siempre buscamos soluciones dialogadas, concertadas” lo que no inhibe al gobierno de ejercer su “derecho a apelar a tribunales internacionales”.
Chile desvió unilateral e inconsultamente el curso binacional del río Lauca en 1962, lo que resultó en el rompimiento de relaciones diplomáticas. Los manantiales del Silala, que nacen en Potosí, se han canalizado, desde comienzos del siglo XX, hacia territorio chileno y se emplea en la dotación de agua a las poblaciones del norte de ese país, sin que la empresa que explota ese recurso pague centavo alguno a los potosinos, que reclaman una millonaria deuda.
Estos diferendos, que se habían incluido en una fallida agenda de trece puntos para negociar entre los dos países, pudieran ser también planteados ante la CIJ en un futuro próximo, tal como ha advertido el presidente Morales.
En el asunto del respaldo económico de Estados Unidos a la lucha contra el narcotráfico, el criterio boliviano es que ese aporte “es una obligación dentro de la responsabilidad compartida” que ese país, como uno de los principales consumidores, ha asumido ante la comunidad internacional.
Morales salió así al paso de las declaraciones del Encargado de Negocios de la embajada estadounidense en La Paz, Larry Memmott, que explicó a los periodistas locales la suspensión del apoyo económico. Por un pedido del gobierno, “USAID ya no funciona en el país y, el apoyo económico –que llegaba por ese medio- ya no es tema entre los dos países”.
El presidente boliviano, conocido por su encono contra el gobierno estadounidense, ha afirmado que la ayuda de este país ha sido poca en realidad pues el 80% retornaba a Estados Unidos en la adquisición de insumos y equipos. “Si revisamos los últimos datos, creo que son 20 o 25 millones de dólares”, ha mencionado Morales.
La cooperación económica de Estados Unidos a Bolivia, -a partir de 1942 y con especial énfasis a partir de la década de los sesenta-, ha sumado casi dos mil millones de dólares. En los últimos anos, pese a las limitaciones impuestas a USAID – antes de su expulsión bajo acusación de conspirar contra el gobierno- se han realizado numerosos proyectos a favor de poblaciones empobrecidas.
Las relaciones entre Estados Unidos y Bolivia atraviesan un tortuoso camino desde 2006, cuando Morales anunció la expulsión del embajador Philip Goldberg por conspirar contra su administración. El gobierno pidió la salida del Departamento Estadounidense Antidroga (DEA) y, finalmente, el uno de mayo de 2013, decidió echar del país a USAID.
También le llegó el turno a la brasileña Petrobras, una de las más importantes operadoras en Bolivia después de la española Repsol, cuando el presidente Morales le reclamó el pago de una deuda pendiente por el “gas rico” incluido en las exportaciones a Brasil, el mayor mercado de gas natural boliviano.
El jefe del Estado Plurinacional inauguró, el viernes, la planta de procesamiento de gas natural en el campo de San Alberto del municipio tarijeño de Caraparí, en el sur boliviano. La planta de Itaú es operada por una sociedad integrada por la francesa Total, con un cuarenta y un por ciento de las acciones; por Petrobras –treinta por ciento-, British Gas con 25 por ciento y la estatal YPFB Chaco con un cuatro por ciento de las acciones.
Morales destacó la continuidad de las inversiones, que están todas garantizadas, en el discurso de inauguración en el que abrió un paréntesis para recordar que “Petrobras de Brasil nos tiene una deudita. Tiene que pagar, que nos pague la deuda”.
En el acto de inauguración participaron los ejecutivos de Petrobras Bolivia, Erick Portela, de Total Bolivia, Ignacio Sanz, y de la British Gas, Orlando Vaca. Mirando a Portela, Morales aseguró que “para una empresa tan grande, lo que nos debe es su pelo blanco, compañero”.
“¿Cuantito nos debe? No es mucho. No es posible que Petrobras nos regatee 20, 30, 40 millones de dólares; si yo fuera Petrobras ya pagaría eso”, aseguró el presidente boliviano.
Petrobras adeuda a Bolivia el pago de gas rico (con contenidos de etano, butano, propano, pentano, hexano y heptano) que exportaba con el gas natural hasta la instalación de once plantas de procesamiento de gas en territorio boliviano.
La estatal petrolera boliviana, que prevé excedentes en la producción industrial de gas, ha comenzado negociaciones con Brasil para suscribir un contrato de entrega de gas natural para la termoeléctrica de Cuiabá, según el anuncio del presidente de YPFB, Carlos Villegas, en la misma inauguración de la planta de Itaú.EL PAIS