AFP).- Pekín evacuó a más de 3.000 ciudadanos chinos de Vietnam y suspendió varios programas bilaterales a causa de las violentas manifestaciones antichinas, que las autoridades vietnamitas intentan cortar de raíz para dar confianza a los inversores extranjeros, indispensables para el desarrollo del país.
Cientos de hombres uniformados y vestidos de civil impedían el acceso a la embajada de China en Hanói y a otros lugares susceptibles de ser tomados por los manifestantes, quienesconvocaron este domingo una nueva jornada de protestas tras una semana de disturbios.
La crisis entre Pekín y Hanói estalló tras el despliegue de una plataforma petrolífera china a principios de mayo en el Mar de China Meridional, frente a las islas Paracelso, reivindicadas por los dos países comunistas.Grupos de manifestantes denunciaron en sus blogs la detención de varias personas por la policía.
Las autoridades chinas anunciaron en un comunicado este domingo la suspensión de varios programas bilaterales con Vietnam, ya que los disturbios “enrarecen el ambiente y las condiciones para los intercambios y la cooperación entre China y Vietnam”.
Asimismo, Pekín ha evacuado ya a más de 3.000 ciudadanos chinos, entre ellos, 16 “heridos de gravedad”, según la agencia oficial china Xinhua.
Las manifestaciones antichinas, las más violentas en Vietnam desde hace décadas, hacen peligrar la confianza de los inversores extranjeros en el país, lo que obligó al gobierno a intentar poner fin a las protestas.
Inversores extranjeros
El primer ministro vietnamita, Nguyen Tan Dung, advirtió el sábado que haría “todo lo necesario” para impedir “las manifestaciones ilegales susceptibles de alterar el orden y la seguridad públicos”.
“Pedimos a los países que continúen garantizando la actividad económica en Vietnam de sus inversores y sus ciudadanos”, indicó el sábado Dang Minh Khoi, asistente del ministro de Relaciones Exteriores, quien aseguró que los “lamentables” actos de los últimos días “no se repetirán”.
Pekín acusa a Hanói de “connivencia” con los manifestantes, quienes quemaron varias fábricas de ciudadanos chinos, taiwaneses o surcoreanos, entre otros.
Los expertos estiman que las autoridades vietnamitas se han visto sobrepasadas por la cólera popular antichina, que podría esconder un descontento latente contra las empresas extranjeras por contratar a ciudadanos de sus países antes que a trabajadores locales.
En total, dos chinos fallecieron, 140 resultaron heridos y se detuvo a 300 personas en estos disturbios, según un balance oficial de Vietnam.
Pekín y Hanói reivindican la soberanía de los islotes coralinos de Paracelso, situados entre el norte de Vietnam y el norte de Filipinas, que China administra desde 1974, fecha de una batalla naval entre ambos países en la que murieron unos cincuenta vietnamitas.
Las islas Paracelso se encuentran en una frecuentada vía marítima y sus aguas son ricas en peces y posiblemente en hidrocarburos.
El actual conflicto agudiza la animosidad histórica entre ambos países comunistas.
En 1979, Pekín lanzó una ofensiva contra Hanói después de que el ejército vietnamita derrocara el régimen de los Jemeres Rojos en Camboya, aliado chino. En 1988, ambos países libraron otra batalla por la soberanía de las islas Spratlys.
China reivindica la casi totalidad del Mar de China Meridional, donde se oponen los intereses además de Filipinas, Taiwan, Brunéi y Malasia.