Inglaterra cruza los dedos
La siempre ajetreada metrópolis de Londres no varió el jueves su pulso mientras en tierras escocesas se votaba sobre el futuro de una unión de 307 años. El pueblo anglosajón es muy poco dado a convertir los pubs,oficinas o comercios en un foro público de debate, y menos a hacerlo en voz alta al modo de los latinos, pero durante la jornada bautizada por la prensa británica como “el día de la verdad” algunos comentarios discretos denotaban el sentimiento general de incredulidad ante la hipótesis avalada por los últimos sondeos de que la ruptura era posible.
La mayoría de ingleses y galeses confiaba en la apuesta de Escocia por seguir abrazando la bandera común de la Unión Jack, aunque también declarándose dispuesta a aceptar cívicamente cualquier veredicto del referéndum.
Llegado el día de autos, casi dos tercios de los adultos de Inglaterra y Gales (63%) cruzaba los dedos en favor de la Unión, cifra que una encuesta de última hora de la campaña Mejor Juntos elevó hasta el 81%. Así, una amplia mayoría confiaba en que los escoceses votarían en favor de permanecer en Reino Unido.
Los defensores de la unidad del Reino Unido, encarnados en los grandes partidos de la política británica, han concentrado sus energías en los últimos meses en subrayar las amenazas principalmente de naturaleza económica que se cernirían sobre una Escocia independiente. Sólo a raíz de la difusión de la primera encuesta que se decantaba sobre el sí hace apenas dos semanas, la clase política de Westminster, encabezada por el propio Cameron, reaccionó en una apelación tardía al corazón de los escoceses.
Y fue también entonces cuando una cifra significativa, aunque no aplastante, de ingleses y galeses abandonaron su indiferencia inicial ante un proceso de tal calado para declararse “entristecidos” ante la perspectiva de divorcio de los escoceses (55%). Pero en el terreno práctico, únicamente entre el 31% y el 40%, según los diferentes sondeos, temía las consecuencias negativas de perder un tercio del territorio nacional y con ello una décima parte de la población del Reino Unido, lo que podría además ir en detrimento del peso de su presencia en la escena internacional.
La actitud de que “pueden irse si quieren, para mejor o peor” entronca con el pragmatismo y posibilismo al que acabó rindiéndose en su ocaso el último gran imperio occidental en el que nunca se ponía el sol. Los rostros de personajes tan respetados del mundo del arte, la música o las letras como la actriz Judi Dench, el rockero de los Rolling Stone Mick Jagger o la escritora J.K. Rowling han animado en las últimas semanas a los escoceses a permanecer en una fructífera Unión, con todo el respeto ante su decisión última, y de paso alentado a unos ingleses que no se han revelado especialmente comprometidos ante la liza electoral que iba a definir el perfil último del territorio nacional. Incluso la prensa británica reaccionó tarde ante el espectro de una Escocia independiente, que el jueves intentó rebatir con alusiones a la obra poética del escocés Robert Burns en su oda a una Gran Bretaña fiel y unida.EL PAIS