(Londres, 2 de octubre. EFE).- La Casa Real británica ha revisado la Ley de Regencia por si la reina Isabel II tuviera que delegar eventualmente en su hijo mayor, el príncipe Carlos, en caso de que su avanzada edad le impidiera en algún momento cumplir con sus obligaciones, revela la revista “Saga”.
Según indica el último número de esa publicación mensual, el personal de la Casa Real ha comenzado ya a examinar los mecanismos por los que el príncipe Carlos podría convertirse en el regente de su madre, de 88 años.
La última regencia en este país aconteció entre los años 1811 y 1820, cuando la salud mental de Jorge III le dejó incapacitado para desarrollar sus tareas al frente de la Corona y sus competencias le fueron asignadas a su hijo, quien eventualmente pasaría a ser conocido como Jorge IV, en virtud de la Ley de Regencia de 1937.
De hecho, el parque londinense Regent’s Park y la céntrica calle de Regent Street recibieron sus nombres debido a esa regencia.
La monarca británica ha indicado hasta ahora que contempla sus obligaciones como Reina como un trabajo de por vida y que no se plantea la abdicación.
No obstante, Isabel II ya ha rebajado su ritmo laboral teniendo en cuenta su avanzada edad y, de hecho, ya no se embarca en viajes de larga duración.
Por su parte, el príncipe de Gales ha asumido cada vez más obligaciones en nombre de su madre, entre ellas la representación de la monarca en la Cumbre de jefes de Estado de la Commonwealth celebrada el pasado año en Sri Lanka.
Pese a que no se espera que Isabel II vaya a dejar de desarrollar sus tareas como soberana, la Casa Real se ha preparado por lo que pudiera ocurrir, según “Saga”.
“Hemos desempolvado la Ley de Regencia y le hemos echado un vistazo”, dijo a esa revista una fuente cuya identidad no ha sido revelada.
No obstante, una fuente del palacio de Buckingham -residencia oficial en Londres de Isabel II- señaló al diario británico “The Daily Telegraph” que no “tienen constancia de que alguien lo esté revisando (dicha ley) con gran detalle”.
El pasado mayo, el palacio de Buckingham se vio forzado a emitir un comunicado formal para negar que hubieran dispuesto planes para que el príncipe Carlos se convirtiera en príncipe regente ante la creciente especulación de que terminaría asumiendo las obligaciones de su madre en la citada cumbre de la Commonwealth.
La Ley de Regencia de 1937 estipula las bases legales en caso de que un monarca tenga que delegar sus competencias en otra persona debido a una incapacidad.