Cuando se trata de salud oral en niños, la mayoría de las veces se hace referencia a los dientes y a la principal enfermedad que los afectan que es la caries. Tradicionalmente, se alerta sobre los altos porcentajes de caries que padecen los niños y de las maneras de prevenir esta enfermedad, pero en la cavidad oral hay más tejidos que se deben cuidar y, sin duda, las encías son las grandes olvidadas.
Si nos fijamos en el color de los tejidos que conforman la cavidad oral, la boca siempre tiene una «parte blanca» (la que forman los dientes) y «una parte rosa» (la formada por las encías, mucosas y lengua). La salud en la cavidad oral comprende siempre ambas partes, la parte blanca y la parte rosa; ambas están tremendamente relacionadas y dependen unas de otras. «No podemos pretender tener una boca sana si solo cuidamos la parte blanca (los dientes) y no vigilamos la parte rosa», recuerda Agustín Casas, Master en Periodoncia y miembro de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA).
La encía forma parte de los tejidos que dan soporte y sujetan tanto a los dientes de leche como a los dientes definitivos junto con el hueso alveolar y el ligamento periodontal. Su cuidado es muy importante porque ciertas enfermedades que afectan a estos tejidos pueden llegar a causar la pérdida de los dientes. Por tanto, la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de las diferentes condiciones y patologías de las encías que pueden padecer los niños deben formar parte de los cuidados odontológicos integrales e ininterrumpidos que deben recibir a lo largo de su infancia. Esos cuidados se convierten en la clave para favorecer su control, mantener su salud oral e incluso prevenir patologías que puedan desarrollar en su edad adulta.
Las patologías gingivales y periodontales que pueden aparecer en los niños pueden deberse a problemas de índole exclusivamente inflamatoria, como las gingivitis propiamente dichas, pero también deberse a alteraciones de origen genético, traumático o asociadas a alteraciones sistémicas que lo único que tienen en común entre sí es su desarrollo sobre la encía. Las principales, según este experto, son la gingivitis y periodontitis agresivas.
Gingivitis
La prevalencia y severidad de gingivitis es muy alta; afecta a más del 70% de los niños mayores de 7 años pudiendo llegar al 90% en niños de 10 años, señala Casas. La gingivitis es la inflamación de la encía estando limitada a los tejidos blandos exclusivamente, pero es una patología reversible y causada fundamentalmente por la formación de un biofilm bacteriano (placa bacteriana) alrededor de los dientes temporales y/o definitivos por una higiene deficiente. Al eliminar la causa, es decir, la placa, desaparece la patología. La gingivitis se caracteriza porque la encía está inflamada, tiene un color rojo intenso, sangra con facilidad y ha perdido su forma y su contorno habitual.
Periodontitis
En cuanto a la periodontitis, no se sabe con exactitud el porcentaje de prevalencia de periodontitis agresiva que afecta a la dentición temporal o de leche, variando en Europa entre 0,1-0,5%. En general, la mayoría de los estudios señala una prevalencia del 0Ž2%. En otras razas como la negra, amerindia y asiática puede rondar entre 1-3%. Son importantes porque existe una asociación entre ciertas enfermedades sistémicas y periodontitis.
Trastornos de la erupción
Otras posibles complicaciones son los trastornos de la erupción. Explica este experto que durante el crecimiento, los niños sufren la salida de los dientes temporales y su posterior recambio por los dientes definitivos. «En la salida de los dientes temporales, la encía que los recubre se pueden formar unas lesiones sólidas (conocidas como quistes gingivales del recién nacido) que se distribuyen sobre toda la encía donde estarán los dientes, pero que no representan ningún problema aunque en la salida de los dientes suele molestar en los niños. Lo ideal para calmarles es que utilicen mordedores para que les alivie».
Traumatismos
Durante la infancia son frecuentes los traumatismos en dientes temporales y definitivos en los niños. «Aunque siempre pensamos en fracturas de las coronas de los dientes, existen determinadas fracturas que pueden afectar a las raíces y al hueso alveolar observándose el daño por las lesiones que provoca en la encía que los rodea. Tanto en las fracturas radiculares como en las del hueso alveolar aparece dolor a la percusión, sangrado e inflamación en la encía además de notar movilidad en los dientes», señala.
Hay situaciones, añade, en las que no se produce ninguna fractura pero si se produce subluxaciones y luxaciones de los dientes. «Esto quiere decir que los dientes cambian de lugar debido al traumatismo dentro de la encía y el hueso, pueden ser luxaciones intrusivas, laterales o extrusivas, dependiendo si el diente es introducido hacia dentro de la encía, es desplazado lateralmente o es expulsado hacia fuera de la encía pero sin llegar a producirse su salida completa, que sería su avulsión».
Consejos
Gracias a que las encías son fácilmente accesibles para su valoración, los propios padres pueden explorar la encía de los niños. Ello nos permite, de una manera muy sencilla, estar siempre vigilantes ante cualquier cambio que pueda suceder que nos esté anunciando la aparición de alguna patología.
Una encía sana en el niño, incluso cuando todavía no tiene dientes, es una encía firme, punteada, bien fijada al hueso, ancha y de un color rosado- rojizo claro.
Los signos y síntomas que nos deben dar la alarma de que algo anormal está sucediendo en la encía del niño es la existencia de un color gingival anormal, mucho más rojizo de lo habitual incluso a veces amoratado, alteraciones en el contorno y la forma de la encía perdiéndose ese festoneado que sigue el contorno de los dientes, presencia de hinchazón, pérdida de encía alrededor de algún diente (recesión) o incluso la aparición supuración.
El sangrado es el síntoma más claro que algo malo está sucediendo en la encía de nuestro niño, no es algo normal o habitual y nos está indicando, cuando menos, la existencia de inflamación gingival. Igualmente pueden aparecer pequeñas aftas o heridas que pueden provocar dolor en las encías y mucosas.
Es importante también observar al niño y determinar la existencia de determinados hábitos que pueden favorecer la aparición de patología en la encía, por ejemplo los respiradores bucales. Si no se respira por la nariz y se mantiene la boca abierta para respirar provoca la aparición de gingivitis debido a que toda la boca se reseca favoreciendo la inflamación gingival.