(AFP).- La presidenta brasileña Dilma Rousseff, quien inició el jueves su segundo gobierno, ordenó a su nuevo ministro de Planificación que se retractara de unas declaraciones sobre cambios en el cálculo del salario mínimo, informaron medios nacionales.
Nelson Barbosa, un economista exsecretario del ministerio de Hacienda (2011-2013), dijo el viernes al asumir el cargo que enviaría un proyecto al Congreso para cambiar la regla para el ajuste del salario mínimo, válida por tres años y que vence en 2015.
“El ministro de Planificación, Presupuesto y Gestión Nelson Barbosa aclara que la propuesta de valorización del salario mínimo a partir de 2016 seguirá vigente según la regla de reajuste actual. Esa propuesta requiere un nuevo proyecto de ley, que deberá ser enviada al Congreso Nacional en el correr del año”, informó la cartera en un comunicado en la tarde.Los diarios Folha de Sao Paulo, O Estado de Sao Paulo y O Globo señalaron en sus sitios digitales que Rousseff, “irritada” con las declaraciones del flamante ministro, le ordenó retractarse.
El aumento del salario mínimo se calcula actualmente teniendo en cuenta el índice de precios al consumidor del año anterior y el crecimiento del PIB de dos años antes.
Para 2015 fue fijado en 788 reales (unos 300 dólares).
Las declaraciones del jerarca fueron criticadas por centrales sindicales, preocupadas por la eventualidad de que se pueda afectar negativamente el salario real.Barbosa había dicho el viernes que enviaría una propuesta al Congreso para crear una “regla diferente” válida para el período 2016-2019.
La situación económica del país, que atraviesa su cuarto año de crecimiento moderado y enfrenta alta inflación, llevó al gobierno a diseñar reglas más rígidas para la concesión de beneficios sociales como pensión por muerte, auxilio en caso de enfermedad y seguro de desempleo, según el diario Folha.
Rousseff, electa por un estrecho margen para un segundo gobierno, terminó el 31 de diciembre de confeccionar su nuevo gabinete.
Entre los jefes de cartera más polémicos destacan la ministra de Agricultura, una hacendada y política influyente rechazada por ecologistas, indígenas y pequeños productores; y el titular de Deportes, considerado una “decepción” entre un grupo de atletas por su poca trayectoria en el área.