La distribución de la riqueza se polariza cada día más en México. En las últimas dos décadas, los ingresos del país han aumentado mientras las tasas de pobreza continúan estancadas y los millonarios se han hecho con fortunas más generosas, según un estudio de Oxfam elaborado por el economista mexicano Gerardo Esquivel —doctor en Economía por la Universidad de Harvard y actualmente profesor-investigador del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México—. En el país, el 46,5% de la población vive en pobreza, mientras un 1% de los mexicanos acumula el 21% de la riqueza del país.
El estudio apunta hacia la evolución de la riqueza y la pobreza en los últimos años. Por una parte, los millonarios crecieron un 32% entre 2007 y 2012. Las fortunas mexicanas más prominentes se han concentrado en 16 personas que, señala el informe, han visto crecer sus ingresos de la mano de negocios privados concesionados o regulados por el Gobierno mexicano. “Estas élites han capturado al Estado mexicano”, refiere la investigación.
Oxfam señala que los esfuerzos del Estado para distribuir los ingresos han inclinado la balanza en favor de los más ricos. “Vemos con preocupación la excesiva e indebida influencia de los poderes económicos y privados en la política pública y la interferencia que esto implica para el ejercicio de los derechos ciudadanos”, señala el informe. Los empresarios Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego y Alberto Baillères son los hombres más ricos de México, indica el informe, y sus fortunas han crecido exponencialmente en los sectores de las telecomunicaciones y la minería en los últimos 20 años, con ayuda de unas regulaciones estatales favorables para sus negocios.
Problemas básicosEn el caso de Slim, el segundo hombre más rico del mundo, su fortuna catapultó desde la década de los noventa, cuando compró la telefónica Teléfonos de México (Telmex) al Estado. En 2003, su riqueza se comparaba con el 1% del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano, según estimaciones de Esquivel; la expansión del negocio de las telecomunicaciones del empresario alcanzaron en 2014 el 6% del PIB del país. El estudio insiste en que el Gobierno mexicano ha diseñado en los últimos años una política fiscal que favorece a quienes más tienen. La Hacienda mexicana, por ejemplo, no cobra impuestos por las ganancias en el mercado accionario, ni por herencias o cuantiosos intereses.
En el otro extremo están 53,3 millones de mexicanos que viven en pobreza, de los cuales 23 millones no pueden comprar la canasta básica aunque reciban el salario mínimo. Oxfam ha puesto el foco sobre cuatro problemas básicos que impiden que este sector de la población adquiera más beneficios de sus ingresos: la precariedad del salario mínimo, la marginación a la población indígena, la brecha entre la educación pública y privada y el incremento de la violencia.
El salario mínimo en México es de 70 pesos diarios (4,53 dólares), su valor se encuentra por debajo de la línea de bienestar y el poder de compra con ese ingreso ha disminuido drásticamente en los últimos 30 años, apunta la investigación. La educación pública se imparte en escuelas que no cuentan con los servicios básicos de agua y electricidad, y donde el 80% de los estudiantes no tiene acceso a Internet.
Oxfam ha recomendado al Gobierno recuperar políticas públicas para atender las necesidades básicas de la población, así como una política fiscal más agresiva con los sectores más ricos. “México necesita un Estado que trabaje para los muchos y no para los pocos, en donde se gaste con sentido en educación, salud y servicios básicos. Que impulse políticas para que las personas no trabajen para seguir siendo pobres, para que paguen más los que más tienen y para hacer un Estado más transparente”, refiere la organización.EL PAIS