Carlos Santa María
Los mecanismos para apoderarse de una nación son diversos, entre ellos, la vía violenta a través de la invasión armada y la acción cruenta del derrocamiento, o el camino agresivo del debilitamiento ejecutivo-legislativo-judicial junto a una táctica económica soterrada aunque efectiva. Esta estrategia se da en todo el mundo, especialmente aplicada por las potencias imperiales que no trepidan en utilizar la combinación de todas las formas de lucha, apropiándose de un principio marxista. Ucrania y el derrocamiento de Víctor Yanukóvich es un ejemplo concreto de la táctica anterior.
Hoy, de similar modo, Latinoamérica sufre un embate especial pues está en una posición unificada en torno a la necesidad de pacificar el continente y respetar la soberanía de sus integrantes, aunque algunos gobiernos continúan en una actitud vasalla, costumbre que aún no han podido erradicar. Por el contrario, otros pueblos han establecido sólidos lazos de amistad y comerciales con China, Rusia, Irán, entre otros.
Lo anterior ha traído un nivel alto de politización en varios países, en los que se desea elaborar caminos autónomos para recuperar sus riquezas básicas, construir proyectos comunitarios e invertir socialmente, criterios que están en contravía del sistema neoliberal y las élites que lo respaldan.
Esta amenaza ya se comienza a hacer efectiva manifestándose en dos países: Argentina y Venezuela. En el primero, el nuevo presidente, Mauricio Macri, ha establecido la dirección: reanudar contactos con el Fondo Monetario Internacional, despedir a trabajadores que no garanticen lealtad al gobierno, incrementar las tarifas de los servicios públicos, confrontar a los gobiernos progresistas, debilitar la ley de Medios que proporciona transparencia a la información, son medidas ya adoptadas. En Venezuela, Nicolás Maduro se ha enfrentado a una sólida oposición que ha planteado el cambio de modelo social para vincular el país a las empresas transnacionales y su objetivo para lograrlo es la salida del mandatario a través de “reformas parlamentarias” desde la Asamblea Nacional donde posee una mayoría sustancial.
Esto indica que, actualmente y dada la fortaleza que adquiere una cosmovisión más ligada a las prácticas libertarias, la Corporatocracia ha debido emplearse a fondo analizando la realidad nacional de cada uno de los integrantes de este continente para saber cómo aplicar todas las formas de lucha existentes: es la táctica parlamentaria comunicacional. Este nuevo concepto imbrica dos factores que usualmente no se ligan directamente y a los cuales hay que poner una atención privilegiada pues sin uno de ellos es imposible que se produzca el otro. Son el aspecto político legislativo y la propaganda comunicacional.
En esta dirección, la estrategia del golpe parlamentario-comunicacional consta de 6 elementos fundamentales:
1. Debilitar al gobierno vigente a través de una estructura intensiva para destruir su credibilidad y, a su vez, la economía. Para ello se inyectan miles de millones de dólares, dinero que poseen las grandes empresas corporativas, con el fin de debilitar la moneda nacional, aumentar la inflación, disminuir el abastecimiento, provocar las colas como un símbolo de la crisis imparable y reflejo de la imagen de un gobierno desastroso. O en su defecto, insistir en que es una administración al servicio de los marginados y en contra de las clases medias.
2. Acciones donde el capital se entrega a manos llenas para incrementar la propaganda opositora, financiar a los empresarios que manejan la producción o comercio de productos alimenticios de primera necesidad, incluidos los tecnológicos, financiando la actividad de partidos, organizaciones, desarrollo de la protesta, junto a una vinculación directa a la banca multinacional.
3. Medios de comunicación.
Se asume que el impacto propagandístico afecta la conciencia, aprovechando que la empresa particular posee como mínimo en espacio y propiedad más del 82% en América Latina, lo que le permite un espectro que garantiza su mensaje persuasivo, de oscurecimiento y propaganda. En Chile por ejemplo, con un gobierno neoliberal-social con propuestas tímidas en lo ciudadano, la potencialidad comunicativa es impresionante con medios en un porcentaje que sube al 99%, pues la oposición de izquierda sólo tiene una mínima audiencia y no posee acceso a la prensa, radio ni televisión, excepto en tanto posibilidad fugaz.
Estas características permiten trabajar con el silencio y la desinformación, lo que amplia internacionalmente una matriz de opinión contraria casi absoluta hacia gobiernos soberanistas, especialmente al desconocerse la realidad internacional.
4. Infiltración en las Fuerzas Armadas construyendo un vínculo armado que defienda el golpe parlamentario ya que es posible una movilización social de envergadura para defender conquistas sociales. Este convenio incluye eliminar sin contemplación a toda persona o líder considerado revoltoso, frustrado, de izquierda, comunista o terrorista, incluidos niños, ancianos, mujeres, u otros.
Este es un tema recurrente que no ha sido analizado en profundidad actualmente y que parecía secundario aunque nuevamente adquiere la dimensión que posee en cuanto poder de disuasión y control.
5. Intervención política interna y externa.
Implica la intromisión en asuntos internos de otros estados a partir de potencias o naciones que sirven de pivote a éstas, para crear la matriz comunicacional que no provoque reacciones si una autoridad legítima es derrocada o destituida.
6. Uso del parlamento para “modificar” el modelo o desprecio a éste.
El caso de Argentina donde se han expedido Decretos de Necesidad y Urgencia (NDU), más que todos los emitidos por Cristina Fernández de Kirchner en dos mandatos presidenciales, violan la necesidad de ser realizados conforme a circunstancias excepcionales como las que exige el texto constitucional aprovechando antes que el Congreso reinicie sesiones, rememorando las dictaduras militares que nombraban jueces de la Corte Suprema con su propia aprobación o la derogación de la Ley de Medios. El intento de aprovechar mayorías legislativas para derrocar presidentes, como ocurrió en Honduras y Paraguay, son claras formas ya experimentadas.
En términos analíticos, no existen “golpes suaves” ya que la desestabilización, la violencia, el asesinato producto del sicariato, la generación de caos, el impulso a una imagen de crisis imposible de resolver por el gobierno, son contribuyentes del mismo objetivo golpista formalizado. La guerra económica basada en el acaparamiento, el mercado negro y los precios prohibitivos a raíz de éste, la especulación y el contrabando, son excelentes creadores de anarquía. Privatizar la vivienda, salud, educación, transporte, riquezas naturales es la ambición del proyecto propuesto como parte del “cambio de modelo” hacia el sistema neoliberal.
El acoso propagandístico se soporta en la supuesta irresponsabilidad de la oposición de dejar que un presidente “autoritario” termine su mandato, discurso propiciado por dictadores como Pinochet o Videla, postulando cambios del presidente a partir del Parlamento o referendo revocatorio a través de movilización, todo lo cual muestra altos grados de frustración y deseo de venganza para detener los períodos legítimos de mandato.
Cabe mencionar un concepto interesante como lo es la guerra civil de baja intensidad, expuesto por Juan Carlos Romero, quien establece la existencia de una confrontación en un territorio a partir de las esferas mediáticas y virtuales donde una plutocracia tiene además el poder económico-tecnológico despreciando el parlamento. El objetivo es destruir un sistema organizado de conquistas sociales y soberanía popular. Sus ideas coinciden con la metodología de los golpes parlamentario-comunicacional en tanto comparte la existencia de un laboratorio de logística conformado por investigadores especializados en el comportamiento social, segmentando a grupos determinados para indagar sus ideales, gustos, preferencias, pulsiones, defensas y rechazos, con el fin de estimular la superficialidad que conviene al sistema funcional y construir las nuevas preferencias por medio de la manipulación de los Medios. De igual modo, para conocer el ideario y conducta de los sectores populares con el fin de enervarlos hasta tal punto que su respuesta conduzca a la represión, detención, incluso el asesinato selectivo.
Argentina sería el ejemplo claro, agudizado por un gobierno de los ricos más que de corte neoliberal clásico, cuyo objetivo es tomar por asalto el Estado en la cual se refleja el corte dictatorial del poder público obtenido en elecciones denominadas libres.
Ante dicha realidad cabe a quienes consideran que la equicracia es una propuesta de soberanía, trabajar en la tarea urgente de crear confianza a través de hechos concretos de justicia social y la esperanza cierta en transformaciones solventes. De igual modo, comprender que se cierne una amenaza que puede extenderse en forma de guerra no convencional traducida en económica, mediática, eléctrica, alimentaria, que dispone con profusión de recursos diplomáticos, foráneos, capital y estrategas conocedores de los procesos de movilización de la conciencia.
Es un momento álgido y se debe tomar con seriedad el posible destino de América Latina, lo que repercutirá en el resto del planeta.RT