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miércoles, 19 de enero de 2011

Abusos y pago de altas mensualidades deben soportar inquilinos de pensiones

Desde hace seis años vivo en una habitación en una pensión ubicada en la parroquia San Juan. Acá no se vive, en realidad se sobrevive, pero no tengo otro lugar donde ir. Yo soy madre de tres niños y el sueldo no me alcanza para nada más, prefiero soportar gritos de la encargada de la casa y estar en una pieza pequeña que en la calle, aunque la diferencia es mínima".
Así se expresa Francia Rivas inquilina de la pensión Oleida número 59 ubicada entre las esquinas de Delicias a Pepe Alemán en la parroquia San Juan, quien se gana la vida como cocinera en horas de la tarde en un restaurante cercano al sitio donde reside.
"Yo llegué a esta pensión preguntando a los clientes. Antes de estar acá, estuve en otra pensión cercana, pero que se hallaba en peores condiciones, ubicada en San Agustín. Al llegar no pague depósito, ni mes adelantado; me mudé y listó. Empecé viviendo en un cuarto ubicado en la entrada, pero tuve que desalojarlo y cambiarme a otro porque las paredes se estaban cayendo, y de hecho se desplomaron con las lluvias de finales del año pasado. Menos mal que ya me había cambiado", dijo.
La cocinera vive en un cuarto (no mayor de dos metros cuadrados) de los 38 que hay en la pensión. En una cama, duerme con dos de sus hijos y el mayor, reposa en la cama de la parte de arriba de la litera.
"Dentro del cuarto tengo una cocinita eléctrica, donde preparo la comida. El baño es público para todos los residentes, así que si en la noche a algunos de los niños les dan ganar de orinar, cuento con una bacinilla que reposa debajo de la cama. Es desagradable vivir así; yo quisiera tener mi casa, gozar de tranquilidad, paz, seguridad, pero por ahora no es posible. Supe, porque lo leí en la prensa nacional, que el Gobierno va a tomar cartas en este asunto y eso me alegró mucho. Cuento y confío en mi presidente Hugo Chávez. En mi caso es más difícil conseguir donde vivir, porque muchas veces se niegan a alquilarme porque tengo tres niños", aseveró.
La inquilina comentó que lo único bueno es que en la pensión no tiene horario de llegada, ella tienen su llave y puede entrar y salir libremente.
"Yo viví en una pensión donde tenía horario y después de las 11:00 pm colocaban un candado para impedir el paso. Si llegaba a suceder alguna tragedia corríamos el riesgo de morir todos allí", concluyó.
"NO CABEMOS EN EL CUARTO"  
Yosibeth Escobar tiene siete años en la pensión junto con sus tres hijos y su esposo. Su vida está reducida a un espacio de aproximadamente cuatro por dos metros; su alimentación es básica, ya que con la cocina eléctrica que tiene en el cuarto no puede preparar todo lo que quisiera.
"Prácticamente no cabemos en el cuarto. Tenemos dos camitas: una grande para mi esposo; una, para mí y uno de mis hijos; y en la otra mis otros dos hijos. Tenemos que caminar con cuidado dentro del cuarto. En las tardes nos sentamos en el pasillo para poder conversar sobre lo que hacemos en el día, porque en la habitación no cabemos. Los niños juegan afuera, pero es difícil, porque si molestan a los demás, ellos se quejan", dijo.
La joven, que se dedica única y exclusivamente a cuidar a sus hijos, dijo que es muy triste vivir así, pero que no tienen dinero para mudarse.
"Mi esposo se gana la vida como vendedor y con su sueldo mantenemos a nuestros niños de 2, 10 y 12 años de edad. Pago 75 bolívares semanales. Lo más incómodo es el tema del baño: en la casa hay cinco, pero sólo sirve uno. En las mañanas debemos hacer cola para bañarnos, y si tengo que salir temprano, debo madrugar para poder entrar antes. Si en la noche a alguno de los niños le dan ganas de ir al baño, debo tomar un vaso y esperar que amanezca para botarlo. Hay que sortear enfermedades que pueden surgir de usar un mismo baño tantas personas. No podemos ducharnos descalzos ni sentarnos en las pocetas. Tenemos mucho cuidado al usar el lavamanos, porque a veces lo hallamos sucio", contó.
Dice que la encargada de la pensión, Yamileth Medina, nunca ha tratado mal a los inquilinos, pero la dueña sí les grita y los atropella. "Viene de vez en cuando sólo para no darnos la cara. Si le reclamamos por el mal estado en el que se encuentra el inmueble, se molesta y dice que lo mandemos a arreglar nosotros y lo paguemos, pues somos quienes nos estamos quejando. Nos agrede y grita; ella no nos quiere reconocer los arreglos, por eso no nos arriesgamos a mandar a reparar nada. Acá los más nuevos pagan 600 bolívares por habitaciones pequeñas, algunas de las cuales tienen techos de cartón piedra", informó.
CASOS ESPECIALES
Otro de los casos es el de Zulay Medina quien vive desde hace año y medio en la misma pensión ubicada en la parroquia San Juan, junto a su hijo de 28 años de edad: un paciente con esquizofrenia diagnosticada pero que no goza de tratamiento médico.
"Acá vivo desde hace un par de años y pago 280 bolívares por mes. Yo me dedico a cuidar a mi hijo porque no puede trabajar debido a su condición. Mi pareja se encarga de nuestros gastos. Quisiera salir de acá, pero se me hace difícil; a pesar de lo incómodo que puede ser me quedo porque no creo que me acepten en otro sitio y no tengo dinero para alquilar un apartamento", comentó.
Dijo que ha intentado hablar con la dueña, pero ella va cada vez que le provoca. Explicó que lo más incómodo son los baños y la luz que falla, porque la suichera está sobrecargada.
"Acá hubo un cortocircuito que nos dejó sin electricidad hace tres meses y aún la dueña no lo ha arreglado. Lavamos en cuatro bateas y estamos pendientes cuando guindamos la ropa porque somos muchos", sentenció
CASA EN RUINAS
La pensión donde vive Gladys Ojeda se llama Manzana de Oro. Está ubicada en la parroquia San Juan, en la calle que conduce al puente que une las urbanizaciones San Martín con El Paraíso. Desde afuera puede ser confundida con una casa en ruinas.
"Así como está por fuera, la casa está por dentro. Las habitaciones tienen filtraciones y mal olor, y las cloacas son terribles, pero es donde habito. Yo estoy en un cuarto con mis seis hijos y esposo. Debido a las malas condiciones del lugar y todo el trabajo que hemos pasado, decidí formar parte del Frente de Resistencia contra los Desalojos Arbitrarios. Me uní al grupo y de manera conjunta caminamos en aras de conseguir un terreno para edificar un nuevo lugar para vivir. Esta pensión está a punto de caerse", sentenció.
La luchadora informó que desde hace diez años no paga alquiler, porque los dueños desaparecieron de la noche a la mañana.
"Solo cancelamos los servicios de agua y luz. Nos hemos puesto de acuerdo y colocamos un apuntalamiento para evitar que el techo colapsara. Somos 42 familias en total, en espacios de cuatro metros cuadrados", comentó.
Al lado de la pensión Manzana de Oro está otra casa, cuya encargada es Jhoana Vizcaya. En sus espacios se ubican 37 cuartos.
"Los alquileres oscilan entre 400 y 800 bolívares. Los inquilinos se quejan del costo de los alquileres y del tamaño reducido, porque son piezas muy pequeñas. Acá el baño (cuatro) es para todos, así como la cocina, siempre y cuando lleven sus enseres. Los arrendatarios pagan de manera puntual a pesar de tener algunas condiciones adversas, como por ejemplo el mal estado de los techos y las filtraciones en las paredes. Yo, por ejemplo, tengo 11 años viviendo acá, y quien vive a mi lado es una señora mayor que tiene el mismo tiempo pero su cuarto está en pésimos condiciones", comentó.
Dentro de esa misma pensión reside, desde hace un año, Robinson Rivero, quien paga 600 bolívares por un cuarto.
"Para el tiempo que paso acá y el tamaño de la habitación, no se justifica el precio. El baño está afuera, la cocina es común y si se me ocurre meter una nevera u otro artefacto eléctrico en la habitación, debo pagar más", acotó.
El joven, que trabaja para una institución gubernamental, dijo que hace tres meses le violentaron la cerradura de su cuarto, le robaron varios bienes y aún no ha obtenido respuesta por parte del dueño del lugar.
"Para las condiciones en las que está la casa las mensualidades son muy altas. En algunos cuartos los techos están rellenos con cartones, y cuando llueve, se mete el agua. Es terrible, nadie nos da respuesta a las quejas pero no dejan de cobrar de manera puntual. Los recibos de luz llegan a montos bajos porque los hemos visto, pero aún así nos cobran hasta 200 bolívares de más por tener artefactos eléctricos. Se aprovechan de nuestras necesidades", sentenció.
Los inquilinos comentaron que los baños están en mal estado y que de las cañerías salen ratas. No tienen permiso para llevar visitas, y si llegan a hacerlo, deben cancelar 40 bolívares de recargo, así sea durante un par de horas.
Argis González agregó que daría hasta lo que no tiene por salir de la pensión, pero no cuenta con los ingresos económicos suficientes.
"Confío en el comandante presidente Hugo Rafael Chávez Frías y sus buenas intenciones para solucionar esta problemática. Es triste ver a los niños reducidos a cuartos en mal estado, mal olientes y sin espacio para jugar. Necesitamos ayuda", aseveró.
MÁS DE 50 MIL DENUNCIAS
Marco García, vocero del Frente de Resistencia contra los Desalojos Arbitrarios explicó que en Caracas hay más de 4.500 inmuebles que son usados como pensiones y donde se cobran altos precios.
"Nosotros llevamos un lucha por las condiciones infrahumanas en las que viven las personas que viven en pensiones, posadas, hospedajes, casas de vecindad y hoteles, así como en casas multifamiliares que son explotadas por las mafias inmobiliarias y dueños de estos inmuebles que no tienen una gota de humanidad", dijo.
Explicó que los inquilinos suelen ser víctimas de explotación y que consecutivamente son engañados para que paguen más por el arrendamiento de las piezas en las que viven.
"Muchas personas que poseen casas y pensiones, han tomado espacios que son del pueblo para edificar cuartos de mínimas dimensiones y alquilarlas a altos precios y atropellan a quienes allí viven. Además protagonizan desalojos en atropello a los Derechos Humanos, en los que suelen participar funcionarios de distintos cuerpos de seguridad que se prestan para estos hechos", comentó.
García recalcó que en la ciudad de Caracas se cobran cánones de arrendamiento entre los 600 y 2.700 bolívares para espacios no mayores de cuatro metros cuadrados. "Son vulgares cuartuchos donde viven familias completas".
El Frente de Resistencia contra los Desalojos Arbitrarios trabaja en siete parroquias de Caracas: San Agustín, Santa Rosalía, Santa Teresa, San Juan, Altagracia, Catedral y La Pastora. Hay un promedio de 200 mil personas que viven en estos inmuebles en condiciones precarias. Desde el año pasado a la fecha hemos recibido más de 50 mil denuncias de atropellos", sentenció.
El vocero informó que todo aquel que desee formalizar una denuncia puede acudir al edificio Centro Ejecutivo Miranda, ubicado en las cercanías de la Plaza Miranda en pleno centro de Caracas, o llamar al 0212-4829213 o el 04143001321.
"Estamos a la disposición para ayudar y apoyar a todas las personas que estén viviendo en malas condiciones, que sean especulados o maltratados. Además estamos adelantando un censo por parroquias que será entregado nuestro comandante presidente Hugo Rafael Chávez Frías. La intención es realizar un diagnóstico que sirva para elaborar proyectos de vivienda y un planteamiento jurídico a presentar en la Asamblea Nacional con la intención de insertar un aparte en la Ley Habilitante", concluyó.
(CO)

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