Haití conmemora el 12 de enero el primer aniversario de un terremoto que causó más de 300.000 muertos y arrasó la capital y otras zonas del empobrecido país, en medio de una crisis de infraestructuras, así como sanitaria por la epidemia de cólera y política tras las elecciones de noviembre.
El seísmo, de 7 grados, se registró un martes a las 21.53 GMT, y su epicentro se situó a 15 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe, donde derribó el Palacio Presidencial, la Catedral, escuelas, hospitales, ministerios y decenas de edificios institucionales.
Pocas acciones de mejora se han emprendido en las zonas afectadas y en favor de los 1,5 millones de damnificados, que se sumaron a la gran cantidad de gente que carece de acceso a servicios básicos como salud, vivienda, educación, trabajo y alimentación.
Según las últimas cifras, un año después alrededor de 1,3 millones de los desplazados continúan viviendo en 1.300 campamentos, la mayoría improvisados y los damnificados permanecen sin esperanza de conseguir techo a medio plazo.
El de la vivienda es uno de los principales retos que afrontan las autoridades haitianas, que a finales del pasado año anunciaron nuevas normas de construcción de residencias, pero tienen pendiente un plan para alojar a los damnificados y un plan compartido de reconstrucción.
Según el Gobierno, hacen falta 5.000 millones de dólares para ofrecer a los desplazados por el seísmo un mejor alojamiento que las tiendas en la que malviven hacinados y expuestos a problemas derivados de la falta de higiene, la inseguridad y las inclemencias meteorológicas, entre otras contingencias.
A pesar de las promesas oficiales, este plan sigue sin concretarse, mientras las amenazas de expulsión afectan a un 17% de los campamentos, según informes de organismos civiles.
Centenares de desplazados se han manifestado repetidamente ante el despacho del primer ministro, Jean Max Bellerive, para reclamar una vivienda decente.
Países y entidades que proveerán de fondos han prometido destinar 240 millones de dólares a la construcción de más de 100.000 refugios provisionales, de los que apenas la cuarta parte ha sido construido en un año.
En lo económico, millares de personas quedaron sin fuentes de subsistencia en un contexto donde un 30% de los empleos disponibles antes el 12 de enero se perdieron, lo que agravó el elevado índice de desempleo, que supera el 70%.
Las pérdidas por el sismo fueron calculadas en más de 7.000 millones de dólares en el ámbito de los sectores productivos, el 70% de ellas en el sector privado.
Un año después del terremoto muchas calles continúan obstaculizadas por buena parte de los más de 20 millones de metros cúbicos de escombros.
En Puerto Príncipe se puede observar que una calle que un día está libre de escombros amanece repleta al día siguiente porque los vecinos siguen limpiando sus casas destruidas por sus propios medios.
La comunidad internacional, que acudió en auxilio de Haití en cuestión de horas tras la tragedia, convocó en 2010 innumerables reuniones en las que aprobó ayudas millonarias de las que se ha desembolsado menos del 20 por ciento.
Pese a la magnitud de la catástrofe, no se registró la temida aparición de enfermedades al principio, pero ocho meses después una epidemia de cólera tomó por sorpresa a Haití.
La epidemia, cuyos primeros casos fueron detectados el 19 de octubre, ha causado la muerte de al menos 3.481 personas y ha afectado a más de 157.000, y se espera que en menos de seis meses se contabilicen 400.000 casos, según datos oficiales divulgados el 5 de enero.
El otro gran problema que afecta al país caribeño es la crisis política derivada de las elecciones presidenciales y legislativas del 28 de noviembre pasado, denunciadas como fraudulentas por toda la oposición.
La proclamación de los resultados de la primera vuelta, que dejan fuera de la segunda ronda al candidato y cantante Michel Martelly, desató una oleada de protestas que provocaron la muerte de al menos cuatro personas.
Una comisión técnica de la Organización de Estados Americanos (OEA) trabaja en la actualidad en un proceso de revisión de los resultados de los comicios.
-EFE
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