Las autoridades de Japón aumentaron a 4.134 los muertos y 8.606 los desaparecidos por el terremoto y posterior tsunami del día 11 en el noreste de país, según indicó hoy el último recuento de la Policía.
Sin embargo, se cree que la cifra final de víctimas puede aumentar todavía en algunos municipios de las provincias más afectadas, como Iwate, Miyagi y Fukushima, donde miles de personas siguen sin ser localizadas.
Más de 100.000 militares y reservistas japoneses, ayudados por voluntarios extranjeros especialistas en salvamento, peinan la zona devastada en busca de supervivientes atrapados bajo los escombros o arrastrados mar adentro por la ola gigante de diez metros de altura.
Los equipos de rescate luchan contra el intenso frío al norte de la isla de Honshu y la enorme destrucción provocada por el sismo.
Hasta el momento se ha rescatado a unas 26.000 personas, según datos del Gobierno.
Además, en la provincia de Fukushima hay alarma por la situación en la central nuclear, donde al menos cuatro reactores están inestables y se teme que pueda producirse una fuga radiactiva masiva.
Casi 80.000 edificios y viviendas fueron destruidos y más de medio millón de evacuados vive en unos 2.500 refugios temporales, muchos de los cuales no tienen agua potable o electricidad.
La magnitud de la tragedia llevó ayer al emperador Akihito a dirigirse por televisión a la población por primera vez en sus 22 años de reinado para pedir calma y rezos por los supervivientes.
EFE
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