La detención en Nueva York del director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el francés Dominique Strauss-Kahn, por supuestos delitos sexuales, puede desencadenar una importante reestructuración del organismo, uno de los viejos temas pendientes en la institución multilateral.
Strauss-Kahn, que según sus abogados se declarará no culpable cuando comparezca ante un juez en una audiencia preliminar, algo que se espera ocurra hoy mismo, fue detenido el sábado cuando se disponía a volar a París después de que la camarera de un hotel neoyorquino denunciara un supuesto intento de violación.
Hasta el momento, el FMI se ha limitado a indicar que no se pronunciará sobre la detención, subrayando que cualquier consulta sobre el asunto debe dirigirse a los abogados personales del alto funcionario, y ha insistido en que se encuentra "a pleno funcionamiento y completamente operativo".
Mientras dure la situación actual, a todas luces el día a día de la gestión recaerá en el "número dos" del fondo, el estadounidense John Lispky.
Pero Lipsky se encuentra también de salida, tras anunciar el pasado jueves que abandonará la institución cuando concluya su mandato, en agosto.
En cualquier caso en Washington, donde se encuentra la sede central del FMI, se daba por seguro que Strauss-Kahn renunciaría también a su puesto este verano (junio-septiembre) para regresar a su país como candidato en las elecciones presidenciales del año próximo.
Se crean así las circunstancias perfectas para acometer unas reformas que los países en desarrollo exigen desde hace años y que la institución, creada en la Conferencia de Bretton Woods en 1944, ha sido hasta ahora muy lenta en contemplar.
Un pacto entre EE.UU. y los países europeos establece que el cargo de director gerente del FMI recaiga en un europeo, mientras que el puesto de presidente del Banco Mundial, su institución hermana, corresponde a un estadounidense.
Pero los países en desarrollo reclaman un reparto de las cuotas de poder dentro del Consejo directivo de la organización que reflejen la creciente importancia de las economías emergentes y que, por primera vez, el director del FMI proceda de un país no occidental.
Este tipo de cambios podría tener, a su vez, efectos profundos en la política de la institución financiera.
Algunos países en desarrollo vieron con escasa simpatía la participación del FMI en los paquetes de rescate en la crisis financiera comenzada en Grecia, al considerar que las naciones europeas se veían tratadas con guante de seda.
La detención de Strauss-Kahn llega, precisamente, en un momento delicado en las negociaciones sobre el ajuste de los planes de rescate para Grecia, Irlanda y Portugal.
El director gerente tenía previsto estar hoy en Berlín para reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, con el fin de hablar de la crisis de la deuda griega.
Los ministros de Finanzas de la zona euro tienen previsto comenzar mañana en Bruselas una reunión para dar los últimos toques a la ayuda a Portugal y analizar si es necesario aumentar la ayuda a Grecia.
El país mediterráneo ya ha recibido un paquete de ayuda de 110.000 millones de euros (unos 155.000 millones de dólares), de los cuales aproximadamente un tercio proviene del Fondo Monetario. Strauss-Kahn ha sido un firme defensor de la ayuda a Grecia.
Una Europa lastrada por la crisis financiera puede ver más difícil argumentar en el seno del FMI en favor de un candidato procedente de la Unión Europea.
El que lo consiga o no dependería en buena parte de EE.UU., el país con mayor cuota de poder dentro de la institución. Si Washington insiste en que el número dos del FMI continúe siendo un estadounidense, como establece la tradición, Europa tendría una buena mano en la partida.
Pero si Washington se mantiene al margen, es posible que el próximo director gerente del FMI, por primera vez en la historia, provenga de cualquier otro continente menos del Viejo. EFE
Strauss-Kahn, que según sus abogados se declarará no culpable cuando comparezca ante un juez en una audiencia preliminar, algo que se espera ocurra hoy mismo, fue detenido el sábado cuando se disponía a volar a París después de que la camarera de un hotel neoyorquino denunciara un supuesto intento de violación.
Hasta el momento, el FMI se ha limitado a indicar que no se pronunciará sobre la detención, subrayando que cualquier consulta sobre el asunto debe dirigirse a los abogados personales del alto funcionario, y ha insistido en que se encuentra "a pleno funcionamiento y completamente operativo".
Mientras dure la situación actual, a todas luces el día a día de la gestión recaerá en el "número dos" del fondo, el estadounidense John Lispky.
Pero Lipsky se encuentra también de salida, tras anunciar el pasado jueves que abandonará la institución cuando concluya su mandato, en agosto.
En cualquier caso en Washington, donde se encuentra la sede central del FMI, se daba por seguro que Strauss-Kahn renunciaría también a su puesto este verano (junio-septiembre) para regresar a su país como candidato en las elecciones presidenciales del año próximo.
Se crean así las circunstancias perfectas para acometer unas reformas que los países en desarrollo exigen desde hace años y que la institución, creada en la Conferencia de Bretton Woods en 1944, ha sido hasta ahora muy lenta en contemplar.
Un pacto entre EE.UU. y los países europeos establece que el cargo de director gerente del FMI recaiga en un europeo, mientras que el puesto de presidente del Banco Mundial, su institución hermana, corresponde a un estadounidense.
Pero los países en desarrollo reclaman un reparto de las cuotas de poder dentro del Consejo directivo de la organización que reflejen la creciente importancia de las economías emergentes y que, por primera vez, el director del FMI proceda de un país no occidental.
Este tipo de cambios podría tener, a su vez, efectos profundos en la política de la institución financiera.
Algunos países en desarrollo vieron con escasa simpatía la participación del FMI en los paquetes de rescate en la crisis financiera comenzada en Grecia, al considerar que las naciones europeas se veían tratadas con guante de seda.
La detención de Strauss-Kahn llega, precisamente, en un momento delicado en las negociaciones sobre el ajuste de los planes de rescate para Grecia, Irlanda y Portugal.
El director gerente tenía previsto estar hoy en Berlín para reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, con el fin de hablar de la crisis de la deuda griega.
Los ministros de Finanzas de la zona euro tienen previsto comenzar mañana en Bruselas una reunión para dar los últimos toques a la ayuda a Portugal y analizar si es necesario aumentar la ayuda a Grecia.
El país mediterráneo ya ha recibido un paquete de ayuda de 110.000 millones de euros (unos 155.000 millones de dólares), de los cuales aproximadamente un tercio proviene del Fondo Monetario. Strauss-Kahn ha sido un firme defensor de la ayuda a Grecia.
Una Europa lastrada por la crisis financiera puede ver más difícil argumentar en el seno del FMI en favor de un candidato procedente de la Unión Europea.
El que lo consiga o no dependería en buena parte de EE.UU., el país con mayor cuota de poder dentro de la institución. Si Washington insiste en que el número dos del FMI continúe siendo un estadounidense, como establece la tradición, Europa tendría una buena mano en la partida.
Pero si Washington se mantiene al margen, es posible que el próximo director gerente del FMI, por primera vez en la historia, provenga de cualquier otro continente menos del Viejo. EFE
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