Prensa FundaMusical Bolívar .- En su recorrido por Brasil, los músicos venezolanos han dejado buena música, pero también la certeza en los corazones de cientos de niños de que sus metas de futuro son posibles.
En Salvador de Bahía, los niños y jóvenes de Neojibá; en Paulínia, el Proyecto Cidadao Musical; en Sao Paulo, el Instituto Bacarelli; en el sur de Brasil, el Proyecto Guri y en Río de Janeiro: Orquestrando a vida y Açao Social Pela Música.
Durante las últimas décadas, El Sistema ha dejado su huella artístico-social en la nación carioca. Los promotores de estos proyectos, ajustados a la realidad social de las diferentes regiones de Brasil, lo consideran un camino para colaborar con la pacificación de las favelas y el desarrollo social de Brasil.
Al principio de la visita al país vecino, la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar compartió con los niños de Neojibá, luego con más de mil estudiantes de música de los proyectos del Instituto Bacarelli y Guri. Hoy, 24 de junio, en pleno corazón de la favela Doña Marta en Río de Janeiro, el maestro Abreu, el maestro Gustavo Dudamel y otros representantes de El Sistema verán el trabajo que desde hace 14 años realiza la ONG Açao Social Pela Música, conducida por Fiorella Solares en esta y otras zonas de la antigua capital brasileña.
“Estamos ligados a Venezuela gracias a la labor conjunta que hace más de 15 años establecimos con el maestro Abreu, a través del director David Machado, quien trabajó en Venezuela. La presencia ahora de la Simón Bolívar en Brasil y de los maestro Abreu y Dudamel es milagrosa para nosotros. Inspirados y apoyados todos estos años por el Sistema, hemos logrado tener en Río varios núcleos y gracias a ese apoyo y a la asesoría de Venezuela, hemos ido avanzando y hoy nuestro Programa de Acción Social por la Música está siendo incorporado a las Unidades de Pacificación en las favelas y zonas marginales de varias ciudades de Brasil. Implantar El Sistema aquí, ha sido un gran desafío y tenemos por delante mucha lucha; las mismas por las que ustedes han pasado”, señaló Solares.
Para no quedarse sólo en palabras, otro de los núcleos de El Sistema en Río, ubicado en la localidad de Campo de Goytacazes, ofreció una muestra del trabajo musical que desarrollan en el que combinan música sinfónica con música tradicional brasilera y el arte de la capoeira.
Durante este encuentro, celebrado en el Teatro Municipal de Río de Janeiro, los niños y jóvenes fueron dirigidos por el maestro Gustavo Dudamel, un personaje alojado en las escenas de sus sueños. Minutos después le rindieron un homenaje al maestro José Antonio Abreu, a quien le entregaron una chaqueta con la bandera de Brasil, luego de agradecerle el legado que ha dejado a la infancia y juventud de Brasil.
Mauricio Carneiro, director de la Orquesta Sinfónica Mariuccia Iacovino, en Campos, comentó: “Para nosotros la venida de la Sinfónica Simón Bolívar es el mayor y mejor regalo que podemos tener para que nuestras orquestas infantiles y juveniles, que hemos creado aquí en Río de Janeiro copiando a El Sistema venezolano, tengan mayor apoyo y los brasileros podamos alcanzar el altísimo nivel artístico y el mayor impacto social que han conseguido los venezolanos. Tener aquí al maestro Dudamel y a su orquesta, es como vernos reflejados en un espejo de futuro pleno de logros y éxitos”.
Desde el escenario. Los conciertos que ofrecieron los músicos venezolanos el miércoles y el jueves en Río de Janeiro, en su recién restaurado Teatro Municipal, no fueron interpretados sólo como eventos musicales.
“El hecho de que la orquesta Simón Bolívar haya venido ya es un motivo de estímulo y una manera de decirnos a los brasileros que es posible ganarle a la mediocridad, a la indiferencia, a la pobreza y a la violencia a través de la música, porque la música es la esencia de la vida y es lo que hace que el hombre justifique su presencia sobre la tierra”, señaló Marlon Nobre, reconocido compositor brasilero que está escribiendo una obra especialmente para la Sinfónica Simón Bolívar.
La Séptima Sinfonía de Mahler fue audaz: es una sinfonía en la que siempre están aconteciendo muchas cosas, con instrumentos que dialogan entre sí y se superponen entretejiendo texturas intrincadas. Es una obra poco tocada y menos por una orquesta de jóvenes como es el caso de la venezolana formada en El Sistema. Lo que se oyó fue una Séptima con ideas propias”, señaló el crítico Eduardo Fradkin de O Globo.
En el segundo concierto, la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar interpretó Daphnis y Chloe de Ravel, Santa Cruz de Pacairigua, del compositor venezolano Evencio Castellanos; la Sinfonía India de Carlos Chávez y Pájaro de fuego de Stravinsky.
“El programa es bello en el sentido de que valora todas las filas de la orquesta. Se trata de obras centrales del siglo XX que la orquesta toca con perfección, con novedades en su sonido y le pone un fuego sagrado como si las obras se escucharan por primera vez. Parecía como si el Pájaro de Fuego de Stravinsky estuviera naciendo y Ravel estaría felicísimo de escuchar la nueva llama que alienta su Daphnis y Chloe. Estamos frente a algo muy grande, pues Venezuela le está dando al mundo algo nuevo en este XXI”.
En las sillas de terciopelo rojo, y los palcos de arquitectura neoclásica del Teatro Municipal de Río no se quedó nadie sentado. De pie ovacionaron a la orquesta que los recompensó con tres bises: el Danzón Nº2 de Arturo Márquez; la Danza brasilera de Camargo Guarnieri y una pieza que ha sido tocada muchas veces, pero que el público sigue esperando siempre: el Mambo de Leonard Benrstein, que fue el bis más aplaudido. Sobre el frío mármol del teatro, los venezolanos recibieron una calurosa despedida.