El escritor, político e intelectual Jorge Semprún murió hoy martes en París, a los 87 años. Nacido en Madrid en 1923, su vida y obra, íntimamente ligadas, fueron más reconocidas en Francia que en España, quizá porque la mayoría de sus libros fueron escritos en francés. "No hay que perder la ilusión de la igualdad", había dicho en una entrevista publicada en Ñ a fines del año pasado.
Sobreviviente del campo de concentración de Buchenwald y militante del PCE en la clandestinidad durante el franquismo, se alejó de forma contundente del marxismo a mediados de los años 60. Ambas experiencias marcaron su obra. El calvario de Buchenwald podrá buscarse en El largo viaje, La escritura o la vida, entre otros escritos; mientras que su distanciamiento del PCE, partido del que fue expulsado, está contado en Autobiografía de Federico Sánchez, obra con la que obtuvo el Premio Planeta en 1977.
El personaje de Federico Sánchez también le sirvió para contar otro momento cumbre de su vida, cuando entre 1988 y 1991 ocupó el cargo de ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González. Luego, ferviente defensor de la Unión Europea, Semprún escribió junta al ex Primer Ministro Francés, Dominique de Villepin, El hombre europeo, una recopilación de artículos y conferencias sobre el tema.
Recibió múltiples premios internacionales, entre ellos el los premios Formentor (1964), Planeta (1977), Fémina (1969 y 1994), el Premio de la Paz de los libreros alemanes (1994), el Jerusalén (1997), el Premio Nonino (1999), la medalla Goethe (2003). Además, Semprún fue un conocido guionista de cine que trabajó junto a figuras de la talla de Costa Gavras o Alan Resnais.
Tal vez hoy recobre vuelo "Lealtad y traición", la biografía escrita por Franziska Augstein que recorre la vida de este intelectual español. Fue esa precisamente la última entrevista publicada por Ñ, y allí Semprún cuenta lo hitos de su aventura, del campo de concentración al ministerio de cultura. "Al final de una de mis películas, el protagonista decía: 'He perdido mis certidumbres, he conservado mis ilusiones'. Sólo con ilusiones no movilizas a nadie, debes apuntar cuáles son los objetivos de la lucha, pero la ilusión de que se puede conseguir mayor igualdad en este mundo no podemos perderla", dijo. Y quedó grabado.