(Reuters) - Fue un peregrinaje político que no sorprendió a nadie. A pocos días de ganar las elecciones presidenciales de Perú Ollanta Humala voló a Brasil para aprender más sobre su éxito en la década pasada y reunirse con el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien inspiró su evolución desde la izquierda radical hacia el centro político.
La victoria de Humala en el comicio del 5 de junio fue la más reciente señal de que la mezcla de políticas pro mercado y programas sociales de Lula, a la que se atribuye haber convertido a Brasil en una potencia económica, se está internacionalizando.
Llámenla el Consenso de Brasilia o “Lulismo”.
El ex líder sindical creó una envidiable fórmula electoral durante sus ocho años en el poder, que incluyó grandes iniciativas para reducir la pobreza complaciendo a la vez a los banqueros de Wall Street y llevando a Brasil a la liga de potencias emergentes como China e India.
El izquierdista Mauricio Funes ganó la presidencia de El Salvador en el 2009 liderando un partido compuesto por ex guerrilleros marxistas, tras convencer a suficientes votantes de clase media de que su Gobierno estaría inspirado en el de Lula y no en el del presidente socialista venezolano, Hugo Chávez.
Uno de los principales estrategas electorales de Lula ayudó incluso a delinear la campaña de Funes y otros ex asesores del Partido de los Trabajadores (PT) del ex mandatario brasileño colaboraron con la carrera electoral de Humala en Perú.
En Sudamérica, varios líderes han optado por tomar el camino de Lula, siendo el caso más notable el de José “Pepe” Mujica, un ex guerrillero que fue elegido presidente de Uruguay en el 2009.
El mandatario paraguayo, Fernando Lugo, también ha evitado copiar las políticas de izquierda más radicales de la región desde que se sentó en el sillón presidencial en el 2008.
Y apuntar al modelo de Lula parece ser ahora lo más inteligente para cualquier candidato izquierdista en Latinoamérica que busque mitigar los temores de los votantes a que sea demasiado radical.
“Lula representa la izquierda madura, moderna del siglo XXI: pro-mercado, pro-inversiones y pro-inclusión social”, dijo Yehude Simon, un ex izquierdista radical que fue primer ministro del actual presidente peruano, Alan García.
Para muchos, el modelo de Lula ofrece una vía de atender a los pobres e inversores al mismo tiempo.
“Brasil es la estrella polar, la referencia para un montón de gobiernos como un ejemplo de éxito”, dijo Michael Shifter, presidente del Inter-American Dialogue en Washington.
Más fácil decirlo que hacerlo
Aún así, copiar la fórmula de Lula es más fácil de decir que de hacer, como Humala podría descubrir en los próximos meses.
La presidencia de Lula -que abarcó dos mandatos y finalizó el 1 de enero con la jura de candidata y protegida, Dilma Rousseff- se construyó en un largo viaje hacia el centro político por parte del PT, una sostenida bonanza en los precios mundiales de las materias primas y su propio y magnético carisma.
En cambio, la adopción de políticas de centroizquierda por parte de Humala llegó mucho después y su partido carece de la fuerza institucional del PT brasileño.
Perú, cuyo Gobierno saliente aplicó políticas de centroderecha en línea con las de países como Chile, Colombia y México, tiene un minúsculo presupuesto que limita su capacidad para ayudar a las áreas rurales y pobres.
“Cualquier emulación enfrentará serias limitaciones”, dijo Matias Spektor, un profesor de relaciones internacionales de la Fundación Getúlio Vargas en Río de Janeiro.
“Dicho eso, lo que parece estar haciendo Humala es darse cuenta de que hay un mensaje para los partidos progresistas en la región de que necesitas de estabilidad financiera con cierto grado de redistribución. Ya no se trata de gente en la calle combatiendo a la vieja élite”, añadió.
El mismo Lula saludó el triunfo de Humala como un paso más en Latinoamérica hacia la izquierda progresista, en que incluyó al venezolano Chávez y a sus más cercanos discípulos y pares, el boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa.
“Mientras que en el continente europeo la política se mueve hacia la derecha y los conservadores están ganando espacio, en Latinoamérica son los sectores progresistas los que avanzan”, dijo Lula en su encuentro con Humala el 10 de junio en Sao Paulo.
¿Lula o Chávez?
Pero ha habido desde hace tiempo una clara división entre la estampa de socialismo más radical de Chávez, opuesta a la influencia de Estados Unidos, y la versión más moderada de Lula.
Ultimamente, es el “Lulismo” el que ha ganado terreno, mientras que la alianza socialista antiestadounidense encabezada por Chávez se ha visto aproblemada.
Las economías del bloque izquierdista liderado por Chávez se han visto atribuladas, en su mayoría. Venezuela no ha sido capaz de contener una inflación de dos dígitos y el crecimiento económico ha sido dispar.
El sector privado se ha encogido, las empresas estatizadas han rendido pobremente y hay una frecuente escasez de bienes básicos.
“El Chávez del 2006 no es nada comparado con el Chávez del 2011. Cometió una serie de errores. Chávez puede ser muy amistoso y encantador, pero a veces es muy autoritario”, añadió el peruano Simon.
Para ganar la confianza de los votantes y aparecer conciliador, Humala -quien perdió la elección del 2006 con una plataforma ultranacionalista que asustó a los inversores- codificó en una carta a los peruanos sus promesas de combatir la inflación y mantener una prudente postura fiscal.
La táctica fue tomada directamente de Lula, quien en su cuarto intento ganó la presidencia en el 2002 tras mostrarse como un moderado.
Humala también quiere emular otro pilar del “Lulismo”: las políticas de distribución de la riqueza que en Brasil han ayudado a sacar a millones de personas de la extrema pobreza para insertarlos en la clase media.
El ex militar ha propuesto aplicar lo que llama un impuestos a las “sobreganancias” de las firmas mineras para un fondo que ayude al tercio de los peruanos que es pobre, pero los críticos afirman que el modelo sólo funcionará si los precios de las materias primas se mantienen altos.
Perú y otros países en la región tienen presupuestos mucho menores, lo que limita la capacidad de sus gobiernos de copiar el fuerte gasto de Lula en programas sociales.
Sus economías también son mucho menos diversificadas que las de Brasil, de modo que son más vulnerables a impactos económicos causados por una caída en las materias primas.
Al final, la China comunista -ahora el principal socio comercial de Brasil y el segundo de Perú- podría ser el factor determinante en el éxito del “Lulismo” dentro y fuera de Brasil.
“Si la economía de China sufre una desaceleración, será un problema para Humala”, dijo Simon. “Buena parte de Latinoamérica es dependiente de China”, concluyó.
Por Stuart Grudgings y Terry Wade