(AFP) - La pérdida de una veintena de Navy Seals al ser derribado el helicóptero que los transportaba, presumiblemente por los talibanes, supone un terrible golpe para las fuerzas especiales de Estados Unidos en Afganistán.
“Es un hecho sin precedentes, de lejos el peor día de nuestra historia”, dijo al diario Navy Times un miembro de esta comunidad de élite que señaló haber sentido “un fuerte impacto e incredulidad” al enterarse de la noticia el sábado.
El helicóptero Chinook que trasladaba a los soldados fue alcanzado en la noche del viernes al sábado por disparos de los insurgentes en el valle de Tangi, una zona alejada de la provincia de Wardak, a un centenar de kilómetros al sudoeste de Kabul, según señalaron tanto autoridades afganas como los talibanes.
Treinta estadounidenses, entre los cuales una veintena de Navy Seals -acrónimo de Sea, Air, Land (mar, aire, tierra), que también significa “foca”- y ocho afganos murieron en el ataque.
Además de ser el hecho más mortífero sufrido por la coalición en los casi diez años que lleva el conflicto, supone para las fuerzas estadounidenses más que un revés, puesto que fueron amputadas de una parte nada despreciable de sus efectivos.
Varios cientos de miembros de estas unidades de élite han sido desplegados en Afganistán y conducen decenas de operaciones comando todas las noches para eliminar o capturar a los responsables talibanes.
Pero quienes estaban a bordo del helicóptero pertenecían, en su mayoría, a la aristocracia de los Navy Seals, el “Team 6″, una unidad de 300 hombres reclutados en el vivero de los 2.300 Seals.
Sus misiones son tan sensibles que nunca son confirmadas oficialmente.
Fuentes del gobierno de Barack Obama interrogadas por la AFP se negaron a señalar si había o no miembros del Team 6 entre los muertos en el helicóptero, pero precisaron que ninguno de ellos había participado en la operación contra Bin Laden.
Desde hace dos años, la Otan recurre cada vez más a acciones calificadas de “antiterroristas” para combatir a los insurgentes.
Unas 7.000 operaciones de ese tipo fueron llevadas a cabo en el segundo semestre de 2010, con un saldo de 2.000 insurgentes muertos y 4.000 detenidos, según las fuerzas de seguridad de la coalición.
No todas fueron conducidas por las fuerzas especiales, pero el hecho de que buena parte de los 30 muertos en el helicóptero pertenecían al Team 6 deja suponer que estaban preparando un ataque contra un blanco de primera importancia.
En esa clase de acción, como en el caso del ataque contra Bin Laden, un equipo permanece en el Chinook listo para intervenir si hubiera necesidad. Según la CNN, las víctimas formaban parte de una “fuerza de reacción rápida” de apoyo a operaciones.
La pérdida de una veintena de soldados de élite no será fácil de superar si se parte de la base que son necesarios cinco años de entrenamiento para formarlos, según dijo el capitán de navío Kenneth Klothe, especialista en las fuerzas especiales de la Universidad de Defensa Nacional.
El ritmo de las operaciones en Afganistán, como en Yemen o en Somalia, reduce el tiempo disponible para los entrenamientos, destacó a fines de junio el nuevo “patrón” de las fuerzas especiales, el almirante William McRaven.
“El problema es que resulta muy difícil desarrollar fuerzas especiales de calidad de la noche a la mañana”, explicó McRaven ante el Senado.
El comienzo de la retirada de los 99.000 hombres que componen el contigente estadounidense en Afganistán complicará las cosas, porque habrá una mayor demanda de fuerzas especiales, indicó el almirante sin brindar mayores precisiones.
Pese a la previsible reducción del presupuesto asignado al Pentágono, “uno de los mayores desafíos que deberá enfrentar el país en el futuro es que habrá un crecimiento de la demanda de fuerzas especiales”, insistió McRaven.
Por Mathieu RABECHAULT