EFE).- Dilma Rousseff completa este domingo un año como presidenta
de Brasil con una aprobación superior a la que tenía su tutor y
antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, tras haber destituido a seis ministros por
sospechas de corrupción y haber mantenido a flote la economía en medio de la
crisis global.
La primera mujer en asumir la jefatura de Estado de Brasil terminó su primer
año con una popularidad del 72 % y un índice de aprobación de su Gobierno del 56
%, por encima del 51 % que tenía Lula (2003-2011) y del 41 % de Fernando
Henrique Cardoso (1995-2003) cuando completaron sus primeros 12 meses de
gestión, según una reciente encuesta del Instituto Ibope.
Mientras que el 56 % de los brasileños aprueba el desempeño del Gobierno de
Rousseff, un 32 % lo considera como “regular” y un 11 % lo reprueba.
Los analistas atribuyen ese alto índice de aprobación a la imagen de
intolerante con la corrupción que se ha ganado la presidenta y a las medidas que
ha tomado para garantizar que la economía brasileña siga creciendo pese a los
efectos de la crisis internacional.
Los escándalos de corrupción que se sucedieron en su primer año de
Gobierno y que le costaron el cargo a seis ministros, que se vieron
obligados a renunciar o fueron destituidos por supuestas irregularidades, en
lugar de afectar la imagen de la mandataria la reforzaron gracias a la rapidez
con que Rousseff actuó en cada caso para tomar medidas preventivas y alejarse de
los acusados.
Su estilo más técnico contrastó con el de Lula, su padrino político y quien
la eligió a dedo para sucederle, que prefería defender colaboradores acusados de
irregularidades para no generar crisis en la amplia alianza partidaria que
sustentaba su gobierno.
El crecimiento económico y la reducción del desempleo también ayudan a elevar
el índice de aprobación de la gobernante.
En el primer año de gestión de Rousseff, Brasil generó 2,3 millones
de empleos formales y redujo la tasa de desempleo al 5,2 % en
noviembre, su menor nivel en casi una década.
En 2011 el país también batió el récord de exportaciones (unos 250.000
millones de dólares), de inversiones extranjeras (cerca de 65.000 millones de
dólares) y de nivel de las reservas internacionales, que superan los 350.000
millones de dólares.
Pese a que el crecimiento de la economía brasileña previsto para 2011 (cerca
del 3 %) estará lejos de la expansión del 7,1 % de 2010, Rousseff, con medidas
para incentivar el consumo, consiguió que el gigantesco mercado interno
brasileño revirtiera la retracción del mercado externo por la crisis.
Pese al alto costo de su política económica, ya que la creciente demanda
ubicó la inflación por encima del techo de la meta del Gobierno (6,5 % en 2011)
y el ajuste fiscal fue garantizado mediante la elevación de los impuestos (que
ya equivalen al 36 % del producto interno bruto, PIB), la mandataria convirtió a
Brasil en uno de los pocos países aún en crecimiento en la actual coyuntura.
Esa condición elevó a Brasil este año a la sexta mayor economía del
mundo, por detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia,
tras superar al Reino Unido, según un estudio del Centro de Investigaciones en
Economía y Negocios (CEBR), de Londres.
El Gobierno calcula que, con un crecimiento económico promedio de entre el
4,0 y el 5,0 por ciento en los próximos años, Brasil ascenderá antes de 2015 a
quinta mayor economía mundial, lugar del que desplazará a Francia.
Brasil tiene “todos los motivos” para mirar 2012 con “gran optimismo” y con
la seguridad de que la economía va a expandirse “con estabilidad” a la vez que
se “disminuyen” las enormes desigualdades entre ricos y pobres, dijo Rousseff en
su mensaje de fin de año a la población.
Pese a las dificultades fiscales de este año, la presidenta consiguió poner
en marcha algunas de sus promesas para acentuar el proceso de reducción de la
pobreza y de las desigualdades iniciado por su antecesor.
Rousseff, que se propone erradicar la miseria en Brasil hacia el final de su
mandato, en 2013, amplió el llamado Bolsa Familia, un programa de Lula
que distribuye subsidios de entre 17 y 165 dólares mensuales a cerca de
13 millones de familias pobres.
En su ultimo programa radial semanal de este año Rousseff aseguró que en su
primer año consiguió identificar a 407.000 familias que hasta ahora no recibían
los subsidios públicos a los que tenían derecho, e incluirlas en el Bolsa
Familia.