l llegar al lugar el mesero abre una sesión desde un iPod Touch. Sobre la mesa se proyecta una interfaz en la que aparecen bebidas y platillos que pueden elegirse de forma táctil gracias a sus sensores integrados. Los pedidos se almacenan en un carro de compras y cuando se está listo, la orden se envía directamente a la cocina y barra.
En espera de la comida, los clientes pueden observar la preparación de platillos (la cocina tiene cámaras instaladas) e incluso conectarse a la mesa a través de un teléfono móvil para cargar videos de YouTube.
La combinación de gastronomía y medios electrónicos es una realidad en Muto, un restaurante interactivo en México.
Esta tecnología es el resultado de perfeccionar un experimento que realizó la compañía 10 años atrás. Basada en un controlador hecho para soluciones multimedia, los sensores de la mesa están conectados a dicho hardware y una Mac.
Estos reciben descargas que se convierten en señales y que son enviadas desde la computadora hacia el proyector (que se encuentra en el techo y en cada mesa), logrando así manipular las funciones interactivas desde la mesa.
“Finalmente, lo que hacemos es del hardware existente, darle la vuelta para presentarlo de una manera impactante, porque no estamos inventando nada, más que el controlador; simplemente estamos presentando las cosas diferente. Son productos que puedes ver comúnmente en casas u oficinas”, dice Alejandro Alonso, socio de Muto y Siete Media.
La superficie sobre la que se proyecta la interfaz se llama Corian y es de DuPont. Hecha de minerales naturales y polímero acrílico, resiste cambios bruscos de temperatura y manchas, refleja de manera nítida las imágenes, es fácil de lavar y no es tóxica. “La inversión [estimada] en equipo fue de 700,000 u 800.000 pesos (entre 50 y 60 dólares)”, comenta Alonso.
El lugar fue planeado para utilizar el mínimo de recursos energéticos (integra focos ahorradores y electrónicos de bajo consumo) y apoya el comercio justo mediante la adquisición de productos locales, como verduras de una parcela en Xochimilco.
El restaurante ofrece una experiencia interactiva única en su tipo, incluso se puede ordenar la cuenta desde el propio sistema, dividirla entre cuantas personas se desee y si hay alguna duda, no es necesario levantar la mano, sólo oprimir el botón especial para llamar al mesero.
Inspirado en la cultura oriental, el lugar no sólo se distingue por su tecnología sino también por adaptar su menú conforme la época del año. “Eso es el concepto, porque en español habla de mutar; en todo momento se está modificando y refrescando”, dice Alonso.
Otra experiencia interactiva en restaurantes mexicanos la ofrece el Café Ocho, en la Ciudad de México.