AFP).- Entre 20.000 y 50.000 activistas, indígenas y estudiantes marcharon el miércoles bajo una lluvia leve en el centro de Rio de Janeiro cargando pancartas y globos para reclamar cambios radicales en la economía, en una movilización convocada al margen de la cumbre Río+20.
La manifestación, convocada por la Cumbre de los Pueblos, alternativa a la cita oficial, presentó diversos reclamos: desde detener la deforestación amazónica y contemplar a los indígenas hasta tener en cuenta las condiciones salariales de los empleados públicos, pasando por la reinvindicación de las minorías.
La Policía Militar informó a la AFP que “más de 20.000 personas” manifestaron el miércoles, aunque los organizadores informaron a la prensa que congregaron los 50.000 esperados.
Poco antes, la policía había estimado entre 80.000 y 100.000 manifestantes.
Todos coincidieron en criticar el “fracaso” de la cumbre Río+20, inaugurada este miércoles en un centro de convenciones localizado a 40 km del lugar de la protesta y considerada una oportunidad histórica para impulsar un acuerdo mundial que frene la degradación ambiental del planeta.
“Rio+20 representa un retroceso y la mercantilización de la naturaleza”, dijo a la AFP Ana Elisa Bacellar, una funcionaria pública de 34 años que vestía una nariz de payaso y tenía las manos esposadas en señal de protesta.
Un grupo de manifestantes llevaba desplegada una gigantesca bandera brasileña del ancho de la transitada avenida Rio Branco -por donde transcurrió la movilización-, sobre la cual había un muñeco de la presidenta brasileña Dilma Rousseff con los brazos en alto y dos motosierras.
Activistas de la ONG ambientalista Greenpeace gritaban “El que no salta… es ruralista” en una crítica directa a los promotores del polémico Código Forestal, que establecerá el porcentaje de bosques que los propietarios rurales deben conservar y que regresó al Congreso tras recibir un veto parcial de Rousseff.
“Código Forestal: Dilma, fantoche ruralista”, se leía en la gigante pancarta sostenida por Eusimar Bones, de 27 años, que escribió en su frente con letras negras la palabra “luto”. “Pese al veto (parcial) de Dilma, esa ley es un retroceso, las florestas perdieron feo”, zanjó.
“Código Forestal: Dilma, fantoche ruralista”, se leía en la gigante pancarta sostenida por Eusimar Bones, de 27 años, que escribió en su frente con letras negras la palabra “luto”. “Pese al veto (parcial) de Dilma, esa ley es un retroceso, las florestas perdieron feo”, zanjó.
Una mujer llorando vestida de planeta Tierra era azotada por un hombre armado que gritaba “más carne para Estados Unidos”. Su empleado -vestido con un delantal blanco salpicado de sangre y con los logos McKiller’s y Murder King- perseguía a una falsa vaca para matarla con un hacha, mientras un indígena trataba de defenderla.
Era una pieza montada por un grupo vegetariano contra el impacto de la ganadería en la deforestación de la Amazonia. “Luchamos para cambiar los hábitos de consumo y contra las grandes empresas de alimentos”, indicó la creadora de la obra, Mariana Terra, estudiante de 23 años y miembro de la ONG Revoluçao da Colher (Revolución de la Cuchara).
A pocos metros, Benita Fuentes sostenía una pancarta con otras tres compañeras de la comunidad indígena en la que nació en Guatemala.
“Estamos aquí para defender los recursos naturales y los territorios de nuestro pueblo, amenazados por la minería y las hidroeléctricas”, dijo esta mujer de 40 años, vestida con falda larga violeta y de estampado florido.
Otro grupo de indígenas xavantes de la Amazonia pasaba a trote firme y controlado, cargando troncos en los hombros, representando uno de los juegos deportivos indígenas que quieren transformar en mundiales.
Unos 1.600 indígenas de Brasil y de varios países del mundo participan en la Cumbre de los Pueblos, alternativa a la oficial, donde exigen la demarcación y reconocimiento de sus tierras.
A la protesta llegó también un tanque de guerra de tamaño real que fue construido con centenares de panes que simboliza la lucha contra la violencia, la pobreza y el hambre, pero tuvo que ser cubierto con bolsas plásticas por la lluvia.
Y entre las consignas, se colaba el sonido de un ‘enredo’ de carnaval, que una voluptuosa mulata, vestida con un diminuto vestido dorado, bailaba fervientemente, robándose varias miradas.