EFE).- Latinoamérica y el Caribe se consolidó como la región más urbanizada del mundo, con el 80 por ciento de su población viviendo en ciudades, pero el crecimiento desordenado de las urbes impidió la reducción de las desigualdades, según un informe divulgado hoy por la ONU-Hábitat.
El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) calcula que, pese a que crece a un ritmo menor, la tasa de urbanización en la región será de cerca del 89 por ciento de la población en 2050 y que el número de personas viviendo en tugurios, hoy de 111 millones, aumentará en lugar de reducir.
“El mayor problema señalado por el estudio es que las ciudades no están combatiendo las desigualdades. Algunas de las ciudades latinoamericanas tienen los mayores índices de desigualdad del planeta”, aseguró el Oficial Principal de Asentamientos Humanos de la ONU-Hábitat, Erik Vittrup, en una rueda de prensa en Río de Janeiro en la que presentó el informe.
“Las ciudades seguirán creciendo y ese crecimiento se concentrará en los tugurios o favelas debido a que ni el mercado ni los Gobiernos tienen capacidad para satisfacer la actual demanda por vivienda”, explicó el especialista en declaraciones a Efe.
De acuerdo con el informe de ONU-Hábitat, el déficit de habitación en América Latina pasó de 38 millones de viviendas en 1990 a una cifra de entre 42 y 51 millones en 2011.
“Sin un cambio de tendencia profundo la escasez de vivienda seguirá siendo uno de los mayores desafíos para América Latina y el Caribe en los próximos años”, advierte el informe.
La caída del porcentaje de población en situación de pobreza e indigencia de la región desde el 41 por ciento en 1990 hasta el 26 por ciento en 2010 permitió que el porcentaje de personas viviendo en tugurios en las ciudades bajara del 33 al 24 por ciento en el mismo período.
Esa mejoría, sin embargo, no impidió que en cifras absolutas el número de personas viviendo en tugurios en América Latina creciera desde los 106 millones en 1990 hasta 111 millones en 2010.
La proyección de la ONU-Hábitat es que esa cifra continúe creciendo hasta el 2050 si la región no adopta medidas específicas.
“Pese a la disminución de las tasas de pobreza en la región, una de cada cuatro personas en áreas urbanas es pobre y los índices de desigualdad de la región se sitúan entre los más altos del mundo”, asegura el informe.
“Las ciudades de la región son ciudades divididas social y físicamente. Esa división se manifiesta en la desigualdad de ingreso y la segregación entre la ciudad formal y la informal”, agrega.
Según el organismo de la ONU, la falta de planificación y la debilidad de las políticas urbanas ha causado la expansión de las ciudades en modelos poco sostenibles “que privilegian el automóvil en detrimento del transporte en común y mantienen o refuerzan la segregación social y espacial”.
Según Vittrup, el nuevo modelo tiene que privilegiar el aumento de la densidad, es decir de la construcción de viviendas con más pisos, y no la búsqueda de nuevas tierras en los suburbios para construir casas de una planta.
“No necesitamos de más tierras para crecer. Una ciudad puede crecer hacia arriba o aprovechando áreas degradadas. Si Ciudad de México aumentase el promedio de sus viviendas de dos a cuatro plantas podría duplicar el número de habitantes en la región sin necesidad de expandirse horizontalmente”, dijo.
Según la ONU, el aumento de la densidad de población en las ciudades de América Latina permitirá reducir los costos y los impactos ambientales, así como acabar con la especulación inmobiliaria, uno de los mayores problemas de la región, provocado por constructoras interesadas en agregar áreas de la periferia a las ciudades.
El aumento horizontal de las ciudades estimula el uso de los transportes individuales en lugar de los públicos, lo que, a su vez, provoca embotellamientos, contaminación y crecimiento desordenado.
Según el estudio, el número de vehículos particulares en América Latina dobló en los últimos diez años sin que las ciudades ampliasen sus calles o planificasen el aumento de la flota.
Por ese motivo una de las principales recomendaciones del informe, de acuerdo con Vittrup, es que el desarrollo urbano tenga como prioridad el interés colectivo y no el de los mercados inmobiliarios.