“Cuba aspira a que esta institución pueda algún día ser declarada por la UNESCO (…) Patrimonio Intangible, por su originalidad y porque ha salvaguardado un tesoro de la memoria viva de una colectividad”, dijo Barnet, quien presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, citado este sábado por el diario oficial Granma.
Barnet habló en un acto celebrado el viernes en La Habana, en el que esa “arraigada tradición con siglo y medio de existencia”, fue consagrada “como Patrimonio Cultural de la Nación” cubana, según el periódico.
Surgidas en 1865 en una fábrica de tabaco de La Habana para distraer a los trabajadores en su monótona y larga jornada, esas lecturas se extendieron rápidamente y llegaron incluso a promover luchas sociales, según la historia recogida en el Museo del Tabaco.
A esa singular actividad se dedican actualmente unos 300 cubanos, que leen diariamente a los torcedores de hojas de tabaco en las fábricas, desde clásicos de la literatura universal, artículos políticos, sociales o legales, hasta recetas de cocina.
Los lectores tiene una comunicación particular con los trabajadores que suelen aprobar las lecturas que escuchan dando un golpe sobre la mesa con su chaveta (chuchilla curva para cortar las hojas de tabaco) o tirarla al suelo en señal de absoluta reprobación.