Este jueves 28 de marzo se celebrará el Día del Patrimonio Cultural Venezolano en homenaje al natalicio del General Francisco de Miranda, y aunque ya los palmeros bajaron del Ávila y entregaron las hojas de Palma a la Iglesia de San José de Chacao y celebraron la misa del domingo de Ramos, siguen sembrando valores durante todo el año.
Hace siete décadas empezó Ramón Antonio Delgado Blanco a subir al Warairarepano (cerro el Ávila) a buscar la palma bendita para preservar una tradición que cumplió, según sus cuentas, 237 años.
Es católico de raíz, “de la cabeza a los pies”, dice y confiesa que hasta fue sacristán cuando tenía 8 años. Hoy es el presidente de la Asociación Ecológica Palmeros de Chacao, y sigue subiendo pero “en el Teleférico”, dice entre risas.
El nombre de la Asociación no es gratuito, no es sólo una manifestación popular también se orienta a la protección del ambiente. “La palma nunca se extermina, no se poda la planta, se poda una hoja central de las cuatro que vienen saliendo, se agarra la más grande y ella sigue creciendo”, explica Delgado.
A los seis años se llaman Brotes; a los siete, Palmeritos; a los ocho, Semilleros y empiezan a adquirir más responsabilidad; a los nueve, Guardapalma, y se encargan de las mismas y del tejido, aprenden la forma de cargar la palma, el olor y su valor; a los 10 son Custodios. Luego llegan a ser Promeseros y liderizan la caminata y supervisan el grupo de descenso. Solo pueden subir los mayores de 12 años.Además, tienen un programa de formación para los más pequeños denominado: Pionero de Montaña. Desde los cinco años los niños se empiezan a integrar con la tradición a través de la pintura y el dibujo, luego siguen los escalafones.
“Tenemos un vivero del Parque Humboldt de la Castellana, allí están las plantas de los palmeros. Los llevamos al Ávila para que conozcan las especies de plantas y las diferentes culebras”, añade el presidente de los Palmeros.
En el pecho de sus camisas tienen estampadas la palma bendita y un pájaro que llaman “el pico de frasco”, que se encarga de propagar las semillas por la montaña. Los palmeros y palmeritos lo imitan cada año, siembran aproximadamente 500 nuevas plantas para eliminar por siempre el título de “depredadores” que les había dado el botánico Adolfo Ernst.
El sábado anterior al Domingo de Ramos bajan los palmeros cargados con las hojas y se declara un alerta que indica que ya se acercan. Miles de personas los esperan a los pies del Ávila y los acompañan varias cuadras, pasan por el sector Pedregal donde le rinden homenaje a todos los palmeros fallecidos y siguen por la Calle Miranda y luego pasan por la avenida Francisco de Miranda, llegan a la calle Mohedano, y empiezan a sonar las campanas de la iglesia San José de Chacao hasta que entra la última palma.“Esta tradición viene de mis antepasados, de mis abuelos, de mis tíos. Yo soy de Chacao y siempre se organizaban y subían una semana antes de la Semana Mayor a buscar la palma. Todo comenzó para cumplir con la promesa que hizo un sacerdote para acabar con la fiebre amarilla y el vómito negro”, expresó el palmero mayor.
Traen palmas de distintos sectores del cerro: decenas de hojas de La Vegüita, decenas de hojas de No te apures; otras de Pajarito, y cientos de Salmeron. Suben por la palma cada año y nuevas generaciones se preparan para seguir subiendo.
Por su constancia a lo largo del tiempo en pro de la identidad cultural y de la naturaleza el Centro de la Diversidad Cultural ha incluido esta manifestación entre los diez expedientes de tradiciones venezolanas que postularán ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en el próximo período presidencial 2013-2019.