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jueves, 23 de mayo de 2013

INTERNACIONALES


El presidente del Parlamento brasileño, Henrique Eduardo Alves, ha defendido este miércoles en Washington la creciente magnitud de la inversión económica de Brasil en Estados Unidos y la pujanza económica de su país a nivel internacional como elementos esenciales para equilibrar la relación bilateral entre ambos estados. Aunque el vínculo que une a los dos países es cordial, las divergencias políticas y económicas entre sus Gobiernos han lastrado la fluidez entre las dos economías más importantes de América. Alves se encuentra en la capital estadounidense para reforzar la colaboración con el Congreso de este país. Su estancia tiene lugar a menos de una semana de que elvicepresidente Joe Biden viaje a Sao Paulo y precede a la visita de Estado que Dilma Rouseff realizará en octubre, la primera de ese carácter de un líder brasileño a EE UU en casi 20 años.
“En 2000 por cada dólar que Brasil invertía en EE UU, Washington invertía 47, una década después, por cada dólar, EE UU invierte 7,1. Esto es un ejemplo de cómo se ha incrementado la presencia de nuestro país aquí”, ha indicado Alves en un encuentro organizado por el Instituto de Brasil del Centro Woodrow Wilson y el US Businness Council. Para Alves, el crecimiento de Brasil debe dejar de ser considerado como “un fenómeno” y EE UU debería consolidar su relación bilateral no desde el punto de vista de una “economía emergente”, sino como una “potencia consolidada”. “Antes, cuando venía a EE UU, sólo me preguntaban por Pelé y el fútbol, ahora quieren saber cómo hacemos para tener una tasa de paro tan baja. Eso es señal del respeto que hemos adquirido en los últimos años”, ha señalado el presidente del Parlamento brasileño.
Ambos países están trabajando para eliminar las visas para viajes entre ambos países, un obstáculo para la afluencia de brasileños a EE UU. “Sería una buenísima noticia para nosotros que se consiguiera”, ha reconocido Alves. El mercado de 192 millones de brasileños también resulta atractivo para las empresas estadounidenses, pero la relativa opacidad de la economía brasileña a las importaciones hace difícil expandir la presencia de EE UU en ese país.EE UU es consciente de la dimensión alcanzada por Brasil en los últimos años y de su relevancia para el impulso de su sector turístico. El comercio bilateral entre ambos ambos países ascendió en 2012 a 59.000 millones de dólares. El acceso a la clase media de casi 40 millones de brasileños en los últimos 10 años y un real fuerte han abierto la senda al consumo internacional de sus habitantes. Los brasileños son los extranjeros que más gastan en EE UU.“El año pasado visitaron este país 1,5 millones de brasileño y desembolsaron entre 10 y 11 millones de dólares”, ha indicado Alves. Brasil se ha convertido en uno de los principales impulsores del turismo estadounidense. La presencia de brasileños en Miami, uno de sus destinos favoritos, ha contribuido a reactivar el renqueante mercado inmobiliario de Florida.
Pese a que las relaciones entre ambos países han mejorado considerablemente, tras la etapa de desencuentro que marcó la presidencia de Luis Inácio Lula da Silva, su cooperación ha estado marcada por los desencuentros. En estos últimos meses, Rousseff ha evitado tratar con Irán y ha mantenido cierta distancia con Venezuela, uno de los países más críticos con Washington. Una mejora de los lazos diplomáticos podría resucitar las esperanzas de un tratado para evitar las doble tributación entre las empresas brasileñas y estadounidenses, unas negociaciones que Alves espera que se impulsen con la visita de Rousseff a Washington, o una mayor colaboración a nivel energético.
El hecho de que Rousseff vaya a ser recibida en la Casa Blanca con el tratamiento que se otorga a las visitas más ilustres -cena de gala y ceremonia militar a su llegada-, a diferencia de su último viaje a Washington, el pasado mes de abril, donde tuvo que cenar en la Embajada, es una muestra del reconocimiento de EE UU hacia Brasil y su influencia en la región
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