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miércoles, 27 de noviembre de 2013

ENTRETENIMIENTO

Formas Avanzadas de Resistencia

Hace un par de días me corté la mano en el gimnasio. Unos días antes me abrí la cabeza con una repisa. Y antes de eso me lesioné el pie con la mesa de la sala mientras caminaba descalzo –sin mencionar media docena de ocasiones en las que estuve a punto de accidentarme en la autopista. 
Pueden pensar que estoy loco, pero estos “accidentes” son pura Resistencia.
He visto este síndrome numerosas veces en mi mismo y en otros. Hacia el final del proyecto (estoy en las últimas semanas de un esfuerzo que lleva tres años) empiezo a romper mis huesos, a chocar contra autos estacionados, y en general me destrozo el cuerpo, la mente, y otras objetos anexos. 
¿Por qué sucede esto? Realmente no lo sé. Una escuela de pensamiento dice que es nuestra psique diciéndonos “¡Para!” Nuestro ego quiere aterrizarnos en el cuerpo.
Otra teoría (con la que estoy de acuerdo) dice que es puro auto sabotaje. Si me corto la mano no puedo hacer mi rutina cotidiana en el gimnasio. Me rindo. Si choco mi auto, me embrollo en un millón de temas con el seguro, el taller, etc.
Por lo tanto, ya no puedo trabajar.
La Resistencia se vuelve física. Está tratando de eliminarme del juego, literalmente. 
¿Qué tan mal me ha ido? Sin caer en detalles, diré que “pongo mi vida en riesgo.” ¿Puedes identificarte? Aseguro que ningún lector estará negándolo con su cabeza.
Hay una segunda forma de Resistencia que también me sucede. Hablaré de ella en los siguientes post. Es el sabotaje a manos de otros. Hay más de una persona en mi vida que, completamente inconsciente, hace de todo para estropearme. He visto esto cien veces en el pasado.
Pero regresemos a los accidentes, contratiempos y otras formas de auto sabotaje. El fenómeno es tan común que los equipos de deportes rutinariamente se anticipan tomando precauciones hacia el final de la temporada. Los entrenamientos se aligeran. Se prohíbe el contacto fuerte. Desde luego, en parte es un tema de sentido común, de evitar lesiones. Pero los entrenadores saben que las lesiones suceden con mayor frecuencia en la medida que los equipos se aproximan a la final.

Iré más allá. Pienso que en la medida que nos aproximemos a una meta deseada, algo en el universo conspira en contra nuestra. Hay una famosa anécdota del gran golfista, Bobby Jones, cuando estaba llegando a la recta final del Grand Slam de 1930. Primero, un relámpago cayó sobre la chimenea de la sede de un club de golf cuando él corría hacia allí para huir de la tormenta. La explosión disparó trozos de ladrillo y concreto de un tamaño suficiente como para “matar a un hombre si le daba en la cabeza.”
Cuando entró en la sede, alguien notó que en la espalda la camisa había sido desgarrada hasta la cintura y que en el hombro tenía un rasguño de más de diez centímetros. 
Semanas más tarde, Jones caminaba por una vereda solitaria de Atlanta, cuando alguien le gritó “Cuidado, señor.” Un automóvil se había descarrilado de la autopista y volaba directamente hacia él. Bobby pudo salta con las justas.
Sin duda yo hubiera sido aplastado por el auto, sin ningún peatón que me avise.
Lo sé, lo sé. Estoy llevando esto demasiado lejos. Pero les juro: Cuando nos aproximamos al final de nuestra novela, nuestro doctorado, nuestro emprendimiento, algo en la esfera electromagnética del mojo cambia. Es una ley universal. Cuando la Resistencia ve que estamos ascendiendo a un nivel más alto de creatividad, ética, espiritualidad, empieza a pinchar con alfileres muñecos muy parecidos a nosotros. No puedo probarlo. No tengo evidencia científica. Pero cuando sucede puedo sentirlo en el aire, y apuesto a que ustedes también. 
¿Cómo hacen los entrenadores de fútbol para recluir a sus jugadores en el hotel dos noches antes del gran partido? ¿Por qué Michael Crichton se mudaba al Valle Kona cada vez que estaba por terminar una novela? ¿Por qué Eisenhower ordenó a todas las divisiones de Normandía permanecer en la base cuarenta y ocho horas antes del Día D? 
La Resistencia es siempre más fuerte en la recta final.
¿Cuál es mi respuesta cuando esto sucede? Es arriesgada, lo admito, y a menudo termino colgado de un abismo.
Trato de permanecer con mi rutina. Trato de estar alerta. No doy nada por sentado. Conduzco como un tipo al que le han suspendido la licencia dos veces por manejar bajo la influencia del alcohol. Ni siquiera camino de la cocina a la sala sin observar dónde piso.

 RPP