El año 2014 se inicia con brotes de inestabilidad en algunos de los principales países emergentes. Uno de los últimos se sitúa en Argentina. Desde que arrancó el año, el peso argentino (ARS) se ha depreciado frente al dólar (USD) algo más de un 20%. Una depreciación intensa que pone de manifiesto las dificultades del país para aliviar sus necesidades de financiación en dólares. De poco están sirviendo las medidas del Gobierno para restringir la importación de productos o endurecer los requisitos para retirar capital del país. El tipo de cambio ARS/USD en el mercado extraoficial se encuentra ya cerca de 13 ARS/USD frente a un tipo oficial de 7,80 ARS/USD.
El principal factor explicativo de la crisis cambiaria reside en la reducción del superávit por cuenta corriente de la economía, que ha caído desde cotas próximas al 3% del PIB hasta niveles de equilibrio o incluso negativos en los últimos meses. Una circunstancia que encuentra justificación en la desaceleración de Brasil (principal socio comercial de Argentina), el creciente déficit energético y la pérdida de competitividad derivada de una inflación que, algunas estimaciones, cifran por encima del 20%.
La disminución del superávit por cuenta corriente es especialmente dañina para una economía cuya capacidad de financiación con el resto del mundo está en entredicho. Más aún cuando Argentina no ha terminado de pagar la deuda que originó el impago soberano de principios de la década de los 2000 y su acceso a los mercados de capitales es limitado. La reacción de las autoridades argentinas pasará seguramente por permitir una depreciación elevada del peso frente al dólar hasta que el tipo oficial se aproxime al del mercado paralelo. El problema es que esta opción puede traer consigo más presiones sobre los precios al consumo, además de inestabilidad social.
La crisis de Argentina surge en un momento en el que la confianza de los inversores en los mercados emergentes se encuentra en mínimos. Y es que el peso argentino no es la única divisa que está experimentando un comienzo de año volátil. Las monedas de Turquía, Brasil o Chile también han registrado depreciaciones abultadas. La falta de crecimiento en algunos casos, la inestabilidad del sistema financiero de China y las dudas sobre el impacto que tendrá la retirada de estímulos monetarios en EEUU sobre estos países incrementan las dudas sobre la capacidad del bloque emergente para convertirse en revulsivo del crecimiento mundial.
Además, la crisis de los emergentes llega cuando el área euro está empezando a consolidar su senda de recuperación, asentada, en gran medida, en el dinamismo del sector exterior. El mayor grado de diversificación geográfica logrado por países como España en sus exportaciones de bienes fue clave en el avance de las ventas hasta mediados de 2013. En noviembre, las exportaciones nacionales dirigidas a destinos emergentes ya caen en tasa anual. Las ganancias de competitividad que ha acumulado España no serán suficientes para relanzar las exportaciones si se produce un episodio de estrés financiero severo en esos mercados y el euro continúa cotizando en 1,37.
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