"La paz no puede ser al costo de acabar con la seguridad", repite insistentemente Álvaro Uribe, primer expresidente de Colombia que regresa a la política, esta vez en busca de un asiento como senador en las elecciones legislativas del próximo 9 de marzo.
"Aún me siento con energía, entonces hay que dedicarse a la patria", asevera en una entrevista exclusiva con la AFP, al retomar el aliento después de un mitin de dos horas en Medellín, la segunda ciudad de Colombia y su principal bastión.
Este abogado de figura menuda y carisma indiscutible, que durante sus dos periodos de gobierno -2002-2006 y 2006-2010- combatió sin cuartel a la guerrilla, ha centrado su campaña electoral en las críticas al diálogo de paz que desde 2012 llevan adelante en La Habana el gobierno de su sucesor Juan Manuel Santos y las FARC.
Se trata de una suerte de cruzada en contra de Santos, quien fue su ministro de Defensa y cuya campaña electoral impulsó el propio Uribe.
"El presidente actual está haciendo todo lo contrario de aquello que prometió", afirma Uribe, al reprochar a Santos haber transformado a la guerrilla en actor político.
Santos "aceptaba que esos individuos son terroristas. Así lo ha definido la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá, y nosotros aquí, en el gobierno en el cual él participó. Pero ahora los considera como actores políticos", dice.
Alejado de Santos, Uribe acude a estas elecciones con un nuevo movimiento político de derecha, el Centro Democrático, que también lleva candidato a las presidenciales del 25 de mayo: su exministro Oscar Iván Zuluaga.
"La comunidad internacional debe entender que aquí no hemos tenido una insurgencia contra una dictadura, sino unos grupos de terroristas", insiste Uribe.
Hijo de un hacendado de la región de Antioquia (noroeste) que murió en un intento de secuestro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Uribe ha basado su popularidad en la dura lucha que, con apoyo de Estados Unidos, libró contra esa guerrilla comunista.
Su política conocida como "seguridad democrática" confinó a las FARC a las zonas rurales más apartadas del país y consiguió reducir a la mitad a sus integrantes. Actualmente esa guerrilla, la más antigua de América Latina, surgida de una rebelión campesina, cuenta con entre 7.000 y 8.000 combatientes.
"El país se ha deteriorado mucho en seguridad, el terrorismo ha recuperado espacio, para preocupación de los colombianos. La paz no puede ser al costo de acabar con la seguridad, ahora hablan de paz y se incrementa la violencia en Colombia", asegura el expresidente.
"Nuevas violencias"
Pero en lo que atañe a las FARC, su actividad se mantuvo estable en 2013, con más de 2.000 actos violentos, cifra levemente superior a los 1.944 realizados en 2012, según la Fundación Paz y Reconciliación, especializada en el conflicto armado de Colombia.
Sin embargo, en un país marcado por medio siglo de conflicto armado con participación de guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha y fuerza pública que ha dejado cientos de miles de muertos, Uribe subraya el riesgo que supone la posibilidad de impunidad para los guerrilleros desmovilizados.
"Sí a la paz, pero con castigo a los criminales", dice uno de los afiches de campaña de Uribe.
"La paz, para que sea seria, tiene que ir acompañada de la justicia porque si no se castiga, así sea con una sentencia reducida, a quienes han sido reclutadores de niños, narcoterroristas, eso da muy mal ejemplo y creará nuevas violencias", asegura.
Aunque su sector político ha sido cuestionado por supuesta colusión con los paramilitares, que en su lucha contra las guerrillas cometieron miles de crímenes atroces contra la población civil, Uribe destaca en cambio la desmovilización de esas milicias, pactada durante su gobierno que ofreció beneficios procesales a cambio de confesión y reparación.
"La seguridad democrática fue muy útil", afirma como balance.
Opuesto al reconocimiento de responsabilidad del Estado en las violaciones a los derechos humanos hecha por Santos el año pasado, Uribe defiende con fervor a los militares.
A los guerrilleros "los ponen al mismo nivel de nuestras Fuerzas Armadas. Eso es algo que nos ha maltratado mucho a los colombianos, esa falta de respeto del actual gobierno por la vida de humildes soldados, de humildes policías y de tantos ciudadanos del común", lamenta.
El gobierno de Uribe ha sido cuestionado por diversos casos de violaciones a los derechos humanos, entre esos el de los falsos positivos, como se conoce a los cientos de asesinatos de civiles que luego los militares presentaban como guerrilleros muertos en combate, o los seguimientos ilegales y asedio de parte del servicio secreto DAS a magistrados que investigaban vínculos entre políticos y paramilitares.
AVN